En Ciutat Vella

Barcelona blinda 5 años más la actividad de un bar y un comercio emblemáticos del centro

El Marsella del Raval y una cerería del Gòtic, de titularidad municipal, renuevan contratos asequibles para su preservación

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Interior del bar Marsella, en el Raval.

Interior del bar Marsella, en el Raval. / Jordi Otix

Patricia Castán

Patricia Castán

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En medio del goteo de cierres que desde hace años reduce peligrosamente la lista de comercios emblemáticos de Barcelona, el ayuntamiento ha blindado este miércoles la supervivencia a corto plazo de dos establecimientos históricos: la cerería Subirà y el bar Marsella. Ambos inmuebles son de titularidad municipal desde hace unos años, cuando ya pactó alquileres especiales para preservar la actividad y el patrimonio en ambos. Pero los contratos llegaban a su fin y el distrito de Ciutat Vella ha impulsado prórrogas de cinco años para los dos, siempre y cuando mantengan su actual especialidad y características.

La comisión de Economía y Hacienda municipal ha aprobado por unanimidad la medida, que da continuidad a sendos acuerdos de 2014 para que sus titulares pudiesen mantener la actividad, con un contrato inicial de 10 años que ahora ha finalizado. Se trata de espacios que adquirió en su día el consistorio, bien para preservarlos o, como en el caso de la cerería, porque la compra del edificio estaba ligada a la ampliación del MUHBA. En un entorno de alquileres comerciales disparados, que estaban expulsando a muchas históricas del centro, el ayuntamiento quiso dar ejemplo con arrendamientos especiales que garantizasen su supervivencia, aunque fuese temporal.

Interior de la cerería Subirà, cerca de la Catedral.

Interior de la cerería Subirà, cerca de la Catedral. / Julio Carbó

En el caso del Marsella, en los bajos de la calle de Sant Ramon, 1, se ha prorrogado por cinco años a su actual titular, José Lamiel Vallvé, con posibilidad de una segunda prórroga igual a partir de 2029. El arrendatario había comunicado en febrero su voluntad de continuar al mando del bar, datado en 1898 y célebre por atraer a ilustres clientes como Hemingway o Picasso, y por sus tertulias bohemias regadas de absenta. En este caso, figura en el Catálogo de protección arquitectónico, artístico, histórico y paisajístico de los establecimientos emblemáticos de Barcelona en la categoría E2, es decir que "poseen elementos o son conjuntos patrimoniales de interés singular", pero que en intervenciones posteriores a su construcción "han perdido la coherencia unitaria inicial genuina", subrayan fuentes municipales.

La pretensión es mantener tanto la parte patrimonial como su carácter de bar histórico del Raval, aunque desde el área de Comercio enfatizan que los titulares deben asumir el compromiso de llevar a cabo las reparaciones o conservación necesarias. De hecho el consistorio abonó más de un millón de euros por la finca en 2013, tras una movilización popular para salvarlo, dados los desencuentros entre Lamiel y los entonces propietarios, que amenazaban su continuidad. Ahora podrá continuar siendo un punto de encuentro singular.

Una joya intocable

Otro final feliz lo escribió hace una década la cerería Subirà, cuyo origen se remonta a 1761, pese a que tres sagas familiares han dado longevidad al negocio de las velas, emplazado en la Baixada de la Llibreteria, 7 desde 1847. Es un espacio ya icónico del paisaje barcelonés que antaño fue una tienda textil, de la que heredó sus fabulosos mostradores y su decoración de mitad de siglo XIX. Ese valor arquitectónico y el hecho de seguir dedicados a la venta de elementos de cera, logrando dar el salto de la era de pura necesidad para la iluminación doméstica, a la de las velas de fantasía, ambientación y regalo, le valió entrar en el catálogo (creado en 2016) en la máxima categoría E1, que acredita su gran importancia patrimonial sin modificaciones ni añadidos chirriantes, pese a ubicarse en el meollo turístico.

Fuentes municipales hacen hincapié en el interés local en preservar la cerería artesanal, como comercio tradicional de proximidad, además de su continente. Por ello, la concesión del uso privativo está condicionada cinco años más (con una posible segunda prórroga) al negocio en sus actuales características, y "excluye la posibilidad de otra actividad comercial más lucrativa". Por su emplazamiento y dimensión, su alquiler en el mercado libre hoy en día estaría muy por encima del que abona su actual titular, Pilar Subirà. Pero el distrito sabe que la venta de velas tiene una "rentabilidad inferior" a la que se podría obtener con otro uso y considera justo el canon pactado y evitar otra defunción comercial.