Emergencia por sequía

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Meritxell M. Pauné

Meritxell M. Pauné

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La Generalitat de Catalunya concretó el pasado enero las medidas excepcionales de ahorro de agua que entrarán en vigor al declararse este 1 de febrero la emergencia por sequía. Las medidas incluyen una restricción muy severa del riego de parques y jardines, que aboca al Ayuntamiento de Barcelona a una difícil priorización de los espacios verdes porque no tendrá agua para todos. Si no llueve con generosidad suficiente para invertir la tendencia actual, el Ayuntamiento deberá tener lista la clasificación en dos semanas.

La directriz catalana autoriza solo el riego de supervivencia en jardines públicos con “recursos hídricos alternativos”, es decir, agua freática y regenerada procedente de depuradoras, que no compiten con el agua potable. Un gran cambio para una ciudad acostumbrada a usar agua de boca para el 80% del riego. Por suerte Barcelona dispone de una enorme cantidad de agua freática en el subsuelo, pero desafortunadamente todavía carece de la infraestructura necesaria para explotarla al nivel que necesitaría ahora. La regenerada, que podría comprar como hacen otros municipios metropolitanos, exigen también una buena red de distribución.

Así, a falta de depósitos dispersos y canalizaciones que cubran toda la ciudad, el principal instrumento de contingencia son 28 camiones cisterna. Son usados ya cada día como puntos móviles de abastecimiento para camionetas de limpieza y las de Parcs i Jardins, cada una con capacidad para unos 1.000 litros. Fuentes municipales defienden que Barcelona no puede improvisar más vehículos para el transporte de agua y que, en cualquier caso, hay que diseñar toda una logística para ver dónde aparcan, las rutas, el llenado… Habrá que pasar la sequía con estas existencias materiales y estirarlas al máximo.

Evidenciada la carencia, el consistorio tiene licitadas 14,4 millones de euros en ampliaciones de la infraestructura de riego sostenible los próximos cuatro años. Son obras complejas, que no estarán acabadas este verano. Pero el problema es que los deberes no estaban hechos: las mismas fuentes apuntan que desde 1999 hasta hoy se habían invertido unos 20 millones solamente en mejoras de la red freática.

Qué parques parten con ventaja

El mapa a continuación, facilitado por el consistorio a EL PERIÓDICO y actualizado el 15 de enero, muestra cuál es la situación de partida. Por la orografía de la ciudad, el freático se concentra en el llano de Barcelona –Eixample, Ciutat Vella…– y es muy escaso en los barrios montañosos. Eso explica la desigual distribución de los parques que tienen más y menos dificultad para sobrevivir a la restricción.

El recorte de agua será drástico. Si normalmente el riego de Barcelona consumía 3,00 hm3 de agua al año (0,5 hm3 de freática), con la fase de excepcionalidad esta cantidad se reducía a la mitad: 1,27 hm3 (0,37% hm3 de freática). Pero la siguiente etapa, la de emergencia, conlleva bajar hasta 0,87 hm3 anuales, menos de un tercio del riego normal e íntegramente a cargo del subsuelo.

El puñado de parques que aparecen en color verde son los aventajados: están situados sobre reservas de agua y las usan para su subsistencia. Por ejemplo el de Diagonal Mar, el del Clot, todo Glòries y gran parte de la Ciutadella. Otros pulmones pintados de amarillo, más modernos o en los que ha habido obras los últimos años, al menos cuentan con infraestructura para recibir agua ajena. Es el caso de Laberint d’Horta, Estació del Nord, Barceloneta y Parc Central de Nou Barris.

Y luego está el color azul predominante, que corresponde al 80% de zonas que se regaban con agua potable y para las que hay que buscar solución. Entre ellas hay los Tres Turons al completo –Park Güell, Rovira y Peira–, el Castell de l’Oreneta de Sarrià o el del Putget, los jardines de Pedralbes y de Torre Girona, la Pegaso, Sant Martí… También medio Montjuïc, puesto que la mitad de la montaña usa agua subterránea pero la otra mitad no tiene ni la red para recibirla en superficie.

El arduo trabajo que tienen ahora sobre la mesa es, con los recursos ya existentes, cómo llegar al máximo de zonas verdes. Exprimirán los recorridos de las cisternas y las camionetas para pasar del azul al amarillo tantos jardines como sea posible. Pero es evidente que hay demasiado azul para 28 camiones y habrá que sacrificar parques o dejarlos con una dosis de riego tan esporádica que la supervivencia de la flora quedará en entredicho. Ningún barrio querrá que su parque esté entre los nominados.

Tres prioridades ya decididas

El Ayuntamiento de Barcelona ha decidido tres prioridades para la fase de emergencia. En primer lugar, salvar los 35.000 árboles y palmeras de grandes avenidas y vías emblemáticas, por la sombra que ofrecen, porque cuesta mucho dinero sustituirlos y para no arriesgarse a otra caída mortal como la del Raval. El segundo gran grupo lo conforman avenidas con vegetación a nivel de suelo, como el paseo Sant Joan o la Diagonal.

Y en tercer lugar, los parques patrimoniales o históricos de la ciudad. Figuran entre estos la colección de rosas del parque Cervantes, el Turó Park, el Costa i Llobera, el Pla i Armengol, los jardines del Teatre Grec y el parque de la Trinitat. De la optimización de las cisternas dependerá que esta lista de protegidos pueda ampliarse con un buen número de parques de barrio o que queden como islas privilegiadas en un mar de jardines secos.

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