La lluvia salpica Barcelona antes de la cabalgata pero respeta la travesía marítima de los Reyes

Como un actor secundario que empieza a asomar a escena, la lluvia se ha concedido un papel breve en el primer acto de la llegada de los Reyes Magos a Barcelona. Bajo un cielo encapotado, Melchor, Gaspar y Baltasar han surcado el tramo central de la costa de la ciudad en una travesía inédita, preludio del gran desfile por la capital de esta tarde, cuando se prevén chubascos durante el recorrido.

Con una sincronización perfecta, propia de un premeditado golpe teatral, unas pocas gotas han remojado el paseo marítimo de la Barceloneta a la vez que el paquebote Santa Eulàlia se arrimaba el Espigó del Gas con los soberanos a bordo. Desde allí han saludado a las centenares de personas que han acudido a recibirlos. La leve llovizna no ha espantado al público, que se ha mantenido en su puesto para no perderse una imagen nunca antes vista.

Los Reyes no han pisado tierra en esta primera aproximación a Barcelona. Más que verlos, se les ha intuido, dado que sus figuras apenas podían adivinarse desde el paseo. Dos remolcadores del puerto y un par de embarcaciones de la Copa América -que se disputa el próximo verano en la ciudad- han escoltado al Santa Eulàlia. Sus majestades de Oriente desembarcarán a las 16.30 en el Portal de la Pau, donde las autoridades les dispensarán una recepción institucional antes de que la comitiva parta desde el parque de la Ciutadella a las 18.00 horas.

Debate familiar

El cielo plomizo que ha sobrevolado el paseo costero de los Reyes y las previsiones de que, tras la pertinaz sequía, pueda lloviznar esta tarde llevaba a más de una familia a debatirse si esta tarde tocaba o no cabalgata. “No iremos. Ya lo hemos negociado con nuestro hijo mayor: él quería ir, pero tal como pinta hemos acordado venir a verlos a la playa”, confesaba Oriol, padre de dos menores. Se declaraba algo decepcionado por que apenas ha atisbado la figura de los Magos durante el acto. Lo ha tachado de "discreto". 

Alrededor de Adrián y Marina hormigueaba un montón de hijos y sobrinos: no tenían duda de que no se perderán el pasacalles. “Si hace falta, iremos cargados de paraguas y chubasqueros”, han resuelto, entusiasmados. Además, se han mostrado más que satisfechos con la novedosa travesía con la que los Reyes han rozado el litoral de la urbe.

Mientras los soberanos se aproximaban a la costa, más de un centenar de carteros reales se han desplegado entre la muchedumbre. Tras una exhibición de bailes y música en el Espigó del Gas, han recogido las cartas de los pequeños de la ciudad. El espectáculo, de poco más de media hora, se ha cerrado con fuegos artificiales al pie de la playa.

Antes de marcharse, las familias resolvían si replegarse a casa o plantar cara al tiempo adverso. “¿Si iremos a la cabalgata? Pues no lo sabemos…”, ha titubeado Laia. “¡Sí que iremos!”, le ha discutido uno de sus hijos. Ha logrado poner fin a la discusión. Pilar no albergaba duda alguna: tras ella, le seguían los pasos una fila nutrida de menores. “¡Iremos todos, por supuesto!”, ha zanjado.