Reuniones y eventos
Abre en Barcelona un espacio que fusiona interiorismo, alta cocina y una surrealista historia con Dalí
Los interioristas se enfrentan a la irrupción de grandes marcas y la IA: "la profesión se ha prostituido"
Gisela Macedo
Periodista
Periodista de la sección Barcelona. También colaboro con Cultura. Previamente en Última Hora y Sociedad.
Antes trabajé en la delegación de Catalunya del diario 20 Minutos.
En Barcelona se ha estrenado recientemente un lugar de lo más singular, que fusiona interiorismo, alta cocina y dos pedacitos Salvador Dalí; que a su vez ocultan una peculiar historia protagonizada por caracoles. Se trata del Espacio280, un sitio de reuniones y eventos ubicado en una casa antigua restaurada en plena Plaza Molina, en el distrito de Sarrià-Sant Gervasi. Su fundadora, Margot Viarnés, es una profesional del interiorismo nacida en Figueres que acaba de asociarse con el chef privado Cesc Navarro, formado en la escuela Hoffman y quien ha trabajado en restaurantes de renombre como el Sant Pau de Carme Ruscalleda.
El sector del interiorismo está atravesando un momento complicado. Con la irrupción de grandes marcas que rompen el mercado con sus precios e inmediatez, algunos diseñadores de interiores se verán obligados a terminar trabajando para sus propios competidores, o a estar en constante reciclaje y reinvención para continuar viviendo de su profesión. En este contexto de “crisis”, Viarnés, interiorista y diseñadora industrial especializada en mobiliario desde hace 35 años, ha decidido que este es el momento oportuno para crear este espacio de reuniones; si bien todavía continúa aceptando encargos de interiorismo.
“Es un espacio con cocina abierta pensado para pequeños encuentros en los que los clientes pueden tener más privacidad que en un restaurante. También montamos celebraciones, en las que el chef cocina delante de los invitados para después sentarse a comer, muy como en casa", explica Viarnés en una entrevista con este diario. Asimismo, organizan otras actividades como catas de vinos y tapas con música en directo. El lugar cuenta con salón-comedor, sala de reuniones y una amplia terraza exterior.
Para Viarnés, abrir Espacio280 supone “cerrar un círculo”, ya que ella fue criada entre fogones. Sus abuelos fundaron en los años 30 la Fonda Viarnés en Figueres, una casa de comidas que fue bombardeada durante la Guerra Civil. Posteriormente, volvieron a abrir el negocio bajo el nombre de Restaurant Viarnés (ya cerrado), que heredaron los padres de la diseñadora. Debido a la fama de Salvador Dalí en la capital del Alt Empordà, este restaurante fue un lugar muy frecuentado por pintores y escenario de una simpática anécdota que terminó con el propio Dalí regalándoles dos dibujos firmados, que Viarnés luce ahora en su local de eventos.
Dalí y los caracoles
“A finales de los 70, cuando mis padres regentaban el restaurante, Dalí tuvo la idea de hacer una obra con alegorías marinas en el patio de su museo de Figueres, y para ello quería muchas conchas de caracoles. Por eso, le dijo a su amigo y director el museo Antoni Pitxot que pidiera a mi familia, a los del Restaurant Viarnés, que durante un año fueran guardando todas las cáscaras de caracoles que los clientes comieran”, relata Viarnés.
Y así lo hicieron: “Recuerdo que cogíamos las conchas de los caracoles que servíamos a los clientes, las limpiábamos y las secábamos para luego guardarlas. Yo tendría entonces unos 14 años. Un año después, le dijimos a Pitxot que informara a Dalí de que ya lo teníamos todo preparado”, cuenta la diseñadora. A día de hoy, esas conchas de caracol están expuestas en el patio central del Museo Dalí, junto a su emblemático Cadillac, y forma parte de su creación titulada “Monstruos grotescos”, tal y como ha corroborado la Fundación Gala-Salvador Dalí a EL PERIÓDICO.
Después de todo un año realizando tan extraño trabajo, la familia Viarnés no se quedó sin recompensa: “Dalí era muy agradecido con la gente de Figueres que le ayudaba, así Pitxot le dijo a mi padre: “Agustí, ven al museo, que el señor Dalí te lo quiere agradecer”, prosigue Margot. Como señal de gratitud, el pintor les regaló dos litografías: en una dibujó un caracol y puso su firma; en la otra, también firmada, escribió A. Viarnés ('A' de Agustí).
Estas dos ilustraciones a día de hoy están en Barcelona, colgadas en el Espacio280. “Mi padre me las regaló hace años, cuando él cerró el restaurante y yo abrí mi primer estudio de interiorismo en la ciudad. Quería que las enseñara y que explicara esta anécdota tan bonita", dice Viarnés. Ahora, espera compartir esta curiosa historia con su nuevo público amante de la cocina y el diseño.
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