Exposición en Vil·la Joana

Homenaje a Rubió i Tudurí, el planificador que pensó Barcelona a 100 años vista

Una muestra en la Casa Museo Verdaguer repasa la trayectoria de este arquitecto que diseñó parques, jardines y calles y que avanzó muchas de las propuestas contemporáneas, como la recuperación de los interiores de manzana, la comunión metropolitana o la conexión con Collserola

Rubió i Tudurí, durante una conferencia, a principios de 1936

Rubió i Tudurí, durante una conferencia, a principios de 1936 / Arxiu Municipal de Barcelona

Carlos Márquez Daniel

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Barcelona se suele admirar en vertical a través de los edificios de Gaudí, Domènech i Muntaner, Puig i Cadafalch o Sagnier. Formas redondeadas, reproducción de la naturaleza, mosaicos. Modernismo. Pero hay un personaje, y curiosamente también era arquitecto de profesión, que se encargó de sentar las bases, de poner el musgo en tan bello 'pessebre'. Nicolau Maria Rubió i Tudurí fue el paisajista del siglo XX que moldeó muchos de los jardines y grandes avenidas de la ciudad. Legó una manera de hacer, de diseñar, de planificar el verde como una parte más del urbanismo. Una exposición le rinde homenaje en la desconocida pero maravillosa Vil·la Joana, en el corazón de Collserola, una finca que forma parte del conglomerado del Museo de Historia de Barcelona y que ejerce de Casa Museo Verdaguer. Solo la masía, que repasa la vida de Jacint Verdaguer, que pasó aquí los últimos días de su ajetreada existencia, merece una visita. Añadan ahora, hasta que termine 2023, esta muestra sobre un personaje al que la capital catalana debe mucho aunque solo le dedique un diminuto jardín en Pedralbes de 0,7 hectáreas.

Pep Mascaró, en la exposición dedicada a Rubió i Tudurí en Vil·la Joana

Pep Mascaró, en la exposición dedicada a Rubió i Tudurí en Vil·la Joana / Carlos Márquez Daniel

Imaginen ver 'The last dance', documental sobre los Chicago Bulls y Michael Jordan, con Audie Norris y Nacho Solozábal sentados en el mismo sofá. La visita de este diario a esta exposición fue un poco lo mismo, pues como cicerones se prestaron Marià Martí, exgerente del consorcio del parque natural de Collserola (lo fue durante casi 30 años) y Pep Mascaró, comisario de la muestra y exjefe de proyectos del pulmón barcelonés también durante incontables lustros. O sea, dos eminencias sobre la cosa verde de Barcelona. "Es una exposición modesta sobre un personaje incomprendido e incómodo que no era ni de derechas ni de izquierdas; con una capacidad de trabajo brutal, planificador, urbanista, un gran acuarelista. Muchas de sus ideas, sin saberlo, se siguen aplicando en 2023", resume Mascaró.

El legado

Hablan de Rubió i Tudurí con algo de resentimiento histórico, como si Barcelona le debiera mucho más reconocimiento del que le se le brinda. Y no será porque las calles y las plazas no destilen el ADN de este hombre nacido en Maó el 6 de febrero de 1891 en el seno de una familia llena de intelectuales. Son obra suya las plazas de Adriano y Francesc Macià (de ahí el lago central con forma de Menorca), los dos lados naturalizados de la Sagrada Família, los jardines de Pedralbes y de la mansión Ramonet, el Turó Park (inspirado en Central Park tras una visita a Nueva York), el parque del Guinardó, los Jardinets de Gràcia, el Viver de Can Borni o el paseo de las Aigües, que intentó defender pero no consiguió materializar, demostrando una vez más su visión de futuro.

También la reforma de la Ciutadella, Pau Casals, la ordenación paisajística de la parte occidental de la Diagonal, el parque de la Font del Racó (que hoy sufre un cierto olvido en la falda del Tibidabo), o el plano topográfico del pantano de Vallvidrera, cuyo diseño hay que atribuir al arquitecto Elies Rogent. Fuera de Barcelona, las zonas verdes del otrora Hotel Cap sa Sal (Begur) y jardines particulares en el Maresme y el Empordà, además de proyectos en Canarias, Madrid o València.

Proyecto de reforma de la plaza de la Universitat, con el monumento al Doctor Robert que ahora está en Tetuan. El nivell de detalle y la calidad del dibujo son un espectáculo

Proyecto de reforma de la plaza de la Universitat, con el monumento al Doctor Robert que ahora está en Tetuan. El nivell de detalle y la calidad del dibujo son un espectáculo / Arxiu Municipal de Barcelona

Mascaró lamenta "la poca justicia que se le ha hecho a Rubió i Tudurí". Puede que sea, sostiene, "porque Barcelona siempre ha sido muy arquitectónica y este ámbito ha dominado el planeamiento". Pero hay más, porque este hombre polifacético, que también fue dramaturgo y traductor, "fue un avanzado a su tiempo, con propuestas incómodas que solo se entendieron con el paso de los años". Y otras que no se llevaron a cabo, como el zoológico dentro del parque Güell que llegó a diseñar incluso con los espacios ya destinados para cada especie animal.

Una obra sin caducidad

Tenía, en definitiva, la capacidad de proyectar a muy largo plazo. Entre 1917 y 1937 ejerció como director de Parques y Jardines de Barcelona, en una época de plena expansión del plan Cerdà, que tenía entre sus urgencias la creación de zonas verdes que hicieran olvidar la insalubre ciudad amurallada que fue derribada a mitad del siglo XIX.

Jardines de la mansión Ramonet, ahora abiertos al público, obra de Rubió i Tudurí

Jardines de la mansión Ramonet, ahora abiertos al público, obra de Rubió i Tudurí / Joan Cortadellas

Era un firme defensor de la naturalización de los interiores de manzana, pero la especulación de la época se merendó el sueño de Ildefons Cerdà de amortiguar la falta de verde en las calles de 20 metros de ancho (50 metros, las más nobles) con jardines entre los edificios. Curiosamente, es uno de los temas que ahora vuelve a estar sobre la mesa, pues el alcalde Jaume Collboni lo llevaba en su programa electoral y Junts parece que también sintoniza con la idea. Ayuda, a nadie se le debe escapar la coincidencia, que ambos partidos aborrezcan el plan de ejes verdes que defiende Barcelona en Comú.

Planes predictivos

Su visión, sin embargo, trascendía a las fronteras del municipio. En 1929, con motivo de la Exposición Universal, presentó su maqueta pentagonal denominada 'La más grande Barcelona. Barcelona futura', en la que incorporaba a la ciudad Collserola, los ríos Besòs y Llobregat y espacios verdes desde Molins de Rei hasta Montcada. Objetivo: salvar la incipiente hipertrofia que sufría la capital catalana en ese momento. Era una visión territorial que de nuevo destila actualidad, en un momento en el que, de nuevo, la ciudad se plantea sus límites reales y administrativos con la denominada región metropolitana, que abarca 5,5 millones de ciudadanos y 164 municipios.

La Font del Racó, un proyecto de 1926, obra de Rubió i Tudurí, en la falda del Tibidabo

La Font del Racó, un proyecto de 1926, obra de Rubió i Tudurí, en la falda del Tibidabo / Archivo

Quizás por eso, la Generalitat le encargó, a él y a su hermano Santiago, ingeniero industrial y gran conocedor del transporte urbano, el 'Plan de distribución en zonas del territorio catalán', conocido como 'Regional Planning', y el 'Estudio de detalle de la región de Barcelona'. Ambos estudios sirvieron como base de planeamientos posteriores, como el plan general metropolitano de 1974, todavía vigente.

Velatorio sin flores

¿Y por qué esta exposición precisamente en Collserola y de la mano de una persona que ha trabajado en el parque natural durante tantos años? Cuenta Mascaró que Rubió i Tudurí, discípulo de Jean Claude Nicolas Forestier, con quien llevó a cabo múltiples proyectos, fue de los primeros cargos públicos que se dieron cuenta de la "importancia de incorporar la montaña en cualquier planificación urbana". "Para él, Collserola no era un límite; era una oportunidad, Defendía la unión entre los dos ámbitos que el verde bajara a la ciudad y viceversa. Si conoces el agua, la naturaleza y la tierra, es más fácil que perdure".

El Turó Park, una de las obras de Rubió i Tudurí

El Turó Park, una de las obras de Rubió i Tudurí / El Periódico

Durante la guerra civil tuvo que exiliarse en Francia. Regresó en 1945, año en el que abrió un despacho profesional como jardinero y paisajista a través del que empezó a realizar proyectos privados. También se dedicó a escribir novelas, cuentos, obras de teatro... Murió el 5 de mayo de 1981 dejando una obra inconclusa: la plaza oriental de la Sagrada Família. Y en su esquela al día siguiente, una nota de la familia muy reveladora: "Se ruega no envíen flores". La naturaleza, en su sitio.