Protesta en el Poblenou

Revuelta en una escuela de Barcelona obligada a quedarse sin sus animales

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Jordi Ribalaygue

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La de este miércoles ha sido una mañana de despedidas y protestas en un colegio del distrito de Sant Martí, en Barcelona. A disgusto, la escuela pública L’Arenal de Llevant -con unos 450 alumnos- ha tenido que decir adiós a los animales que albergaba. A la práctica, eran los últimos ejemplares de la fauna que ha poblado el centro desde hace unos 20 años, en que se ha brindado a los alumnos convivir con distintas especies para cuidarlas y, al mismo tiempo, aprender biología de primera mano. 

Pese a tratarse de un proyecto educativo veterano y troncal en el colegio, la Oficina de Protección Animal del Ayuntamiento de Barcelona ha ordenado que hoy se entregara una tortuga de tierra -llevaba unos 15 años en la escuela- y dos jerbos, un tipo de roedor. En la primavera pasada, el centro ya se vio despojado de 13 conejos, dos patos y dos gallinas. La pérdida abre un vacío en L’Arenal de Llevant, que ha tenido animales desde que se inauguró. “Los niños están tristes. Sentimos que nos falta algo”, admitía una maestra

Medio centenar de padres y madres se congregaban frente a la escuela cuando, hacia media mañana, han llegado dos miembros de la protectora de animales. Las familias han colgado pancartas contra el decomiso de los mascotas y lucían camisetas críticas con la resolución del consistorio, idénticas a las que buena parte del alumnado y el profesorado ha vestido. Los pequeños se han concentrado en el patio, igual que sus padres a pie de calle. “Queremos los animales” y “No pasarán”, han coreado unos y otros, dentro y fuera del colegio, mientras los integrantes de la protectora cargaban con la tortuga y los jerbos en unas jaulas de plástico.

La instrucción por la que se ha incautado los animales llegó a finales de la semana pasada. “No hemos tenido tiempo de digerirlo. Me gustaría saber si en la protectora van a estar mejor que en la escuela”, plantea Eugenia, con un hijo en L’Arenal de Llevant. “Hay niños que piensan que los huevos salen del cartón en el que los venden, mientras que aquí cada clase se encargaba de los cuidados de los animales. No solo era un proyecto científico, sino de generar empatía”, alaba.

Sin licencia

Tanto ahora como el curso pasado, el Ayuntamiento ha intervenido a instancias de unas denuncias sin autor conocido e interpuestas contra el colegio. Tras inspeccionar el centro, el consistorio aclara que todos los animales estaban “en buen estado” y que las instalaciones eran “adecuadas”. No obstante, añade que se han requisado las mascotas porque la escuela no posee permiso para alojarlas. 

Padres y madres opuestos a la retirada de animales de la escuela L'Arenal de Llevant, en Barcelona, delante de un miembro de la protectora de animales.

Padres y madres opuestos a la retirada de animales de la escuela L'Arenal de Llevant, en Barcelona, delante de un miembro de la protectora de animales. / ANA PUIT

El Ayuntamiento indica que, para volver a disponer de animales, el colegio deberá tratar con la Generalitat y el Consorci d’Educació de Barcelona, que gestiona los centros públicos de la ciudad. El consorcio responde que estudia si existe un “encaje normativo” para que las mascotas regresen a L’Arenal de Llevant o, de no hallarlo, ofrecer alternativas para que el proyecto escolar no se malogre. El centro sí conserva caracoles, insectos palo y hormigas, sobre los que no pesaba reclamación.

La Asociación de Familias de Alumnos (AFA) de L’Arenal de Llevant señala que la escuela sondea declararse núcleo zoológico para recobrar su fauna y blindarse de nuevos contratiempos. Aparte, el AFA advierte que la decisión de la Oficina de Protección Animal acarrea pésimas consecuencias para los escolares. 

“En la primera retirada, los menores quedaron impactados. Los hubo que lo pasaron mal”, critica Carlos Cabañas Herranz, presidente de la asociación. Explica que la escuela y las familias han tenido que gestionar el duelo con los alumnos. “Es una pérdida, como si de repente se fueran los amigos de clase. Se les tiene que explicar qué pasa con estos animales y tranquilizarlos”, comenta Cabañas. Asegura que el primer decomiso también fue repentino: “Se pactó una retirada escalonada, para que no hubiera reproducciones y los menores se pudieran despedir pacíficamente. Pero los inspectores vinieron y dijeron que se los llevaban todos de golpe. No hubo despedida”.

Singularidad truncada

A la puerta del centro, las familias lamentaban que se haya hurtado a la escuela de singularidad. “Es la única del Poblenou donde los alumnos pueden estar en contacto con animales. Para mí, fue clave para elegirla”, reconoce Anabel Clemente. “Es una escuela diferente. Les aporta muchos valores de cuidado, respeto y estima”, enumera Zoraida Roig. Las mascotas también habían contribuido a que las familias estrecharan lazos. “Los niños los cuidaban cada día y les daban de comer y beber. Los padres también nos repartíamos las tareas, incluso en vacaciones”, resalta Miguel Luciana.

La fauna de L’Arenal de Llevant ha sido amplia. Hubo un par de cabras, un gallo, algún que otro reptil... “No nos hemos encaprichado ahora, saben que somos una escuela única: el año pasado, se puso una cámara para ver cómo se incubaban los huevos y los niños pudieran verlo desde casa. En vez de darnos tiempo para buscar una solución, nos los quitan”, se queja Marga Estévez. 

Aroa cuenta que el contacto con los animales era una oportunidad ideal para su hija, diagnosticada de autismo. “Nos lo recomendó su psicóloga, pero acaba de entrar, está en P3. No ha podido disfrutarlo”, lamenta. “Si hubiera habido maltrato o un problema de salud, encontraría lógico que los retiraran, pero es todo lo contrario. Me parece injusto”, se despacha Esteve.

Un grupo de maestras también se declaraban atónitas y apenadas. “Enseñábamos cómo es el ser vivo viéndolo. Los niños habían visto nacer algunos animales y los querían mucho. Los más grandes no entienden que en una granja pueda haber animales cuando su destino es morir para ser alimento y que en una escuela, donde velamos por cuidarlos y aprender, no podamos tenerlos”, se desahogaban las profesoras.