Pegados al suelo

Los chicles de los incívicos castigan al nuevo pavimento de la Boqueria en Barcelona

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El material del pavimento de la Boqueria se retoca para mejorar la durabilidad

El nuevo pavimento del mercado de la Boqueria, lleno de chicles pegados.

El nuevo pavimento del mercado de la Boqueria, lleno de chicles pegados. / Ángel García Martos

Patricia Castán

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La elección fue compleja y ampliamente debatida: durante años se le dio vueltas a cómo repavimentar el mercado de la Boqueria y a última hora incluso se hicieron ajustes en su resina para que ni resultase resbaladiza ni se desgastase prematuramente. Pero esos cálculos y pruebas de durabilidad no contaron con un elemento omnipresente en la ciudad, como es el incivismo. Así que apenas cinco meses después del estreno del pavimento que costó 1,4 millones de euros a las arcas municipales, el suelo luce lleno de círculos negros que mayoritariamente son chicles totalmente adheridos a la superficie. La limpieza del recinto tendrá que introducir cambios en sus protocolos o maquinarias para retirarlos sin dañar la superficie, asumen en el mercado.

Detalle de los muchos chicles pegados al suelo de la Boqueria.

Detalle de los muchos chicles pegados al suelo de la Boqueria. / Ángel García Martos

Resulta chocante que hoy en día alguien elimine la goma de mascar tirándola al suelo en lugar de depositarla en algún papel y tirarla a la papelera, pero más grave es aún que se lance al pavimento de un recinto alimentario. Y no son unas decenas, sino miles de ellos los que cubren ya los espacios de paso del centenario mercado de la Rambla. Los operadores lo contemplan con malestar: "La gente es guarra, no se entiende", dice un histórico vendedor, consternado por la imagen de los pasillos cubiertos de chicles.

Los 3.600 metros de suelo de la Boqueria se cubrieron de un material llamado Firflex. Durante algunas semanas se hicieron pruebas con distintas muestras para comprobar no solo su aspecto sino también su resistencia. A útima hora se optó por mejorar la composición, como informó EL PERIÓDICO. “La estructura del pavimento será la originalmente prevista, con una base de aglomerado asfáltico en caliente, pero se introduce una mejora en el acabado con una resina que garantiza la durabilidad”, detallaron fuentes municipales. El material se instaló en diversas fases a partir de enero para no interferir con las temporadas más altas de afluencia y ventas.

El vapor es lento

El estreno se produjo a finales de marzo, poco antes de la concurrida Semana Santa en Barcelona. De momento, la solvencia o resistencia de la resina no se cuestionan, en un sufrido tono gris, pero la realidad ha constatado lo difícil que está resultando desenganchar los dichosos chicles que se ven negros por las pisadas. Desde la gerencia del recinto señalan que ya se han probado varios métodos para retirarlos, pero no se puede utilizar determinada maquinaria por no dañar el pavimento. Al parecer, el procedimiento que mejor funciona hasta ahora en este sentido es aplicando vapor, aunque resulta lento y fatigoso, ya que se necesitan dos o tres minutos por pegote. Una labor titánica.

Visitantes de la Boqueria en uno de los pasillos, cuyo nuevo pavimento ya está cubierto de chicles.

Visitantes de la Boqueria en uno de los pasillos, cuyo nuevo pavimento ya está cubierto de chicles. / Ángel García Martos

Así que ahora se está buscando algún tipo de pieza de limpieza o rodillo que se pueda aplicar a la maquinaria y que los elimine con más facilidad y sin desgastar la base. Mientras tanto, la idea de la prevención no parece válida. "Es muy difícil pillar a alguien in fraganti", señalan fuentes de la gerencia.

Y las palomas aún se cuelan

Para más inri, la otra intervención realizada recientemente, y que finalizó en junio, la instalación de sistemas de control de palomas en la estructura del mercado, no ha dado todo el resultado esperado. Se ha actuado en las zonas de nidificación y estancia de las aves, dado que está abierto al exterior. Pero pese a la inversión de 661.000 euros, las aves siguen volando entre los pasillos porque entran por los laterales abiertos y encuentran acomodo encima de alguna parada.

Algunos operadores han instalado pinchos perimetrales para incomodarlas, pero en algún que otro puesto hay que hacer maniobras para evitar potenciales defecaciones mientras se aguarda el turno de compra.

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