Barómetro del RACC
La bici en Barcelona: la mitad de los ciclistas afirman que han recibido insultos mientras circulan
El automóvil club advierte de que algunos carriles empiezan a registrar congestión en determinadas horas del día y receta adaptar la infraestructura a la demanda
El 13% de los entrevistados aseguran haber sido agredidos en alguna ocasión mientras pedaleaban, lo que no quita que la bici haya crecido casi un 80% en la última década

bicicleta barcelona / Ferran Nadeu

Carlos Márquez Daniel
Carlos Márquez DanielPeriodista
Periodista especializado en Barcelona. En 'El Periódico' desde principios de siglo. Los últimos 17 años, dedicados a la información local: movilidad, urbanismo, infraestructuras, política municipal, barrios, área metropolitana y medio ambiente. Colaborador habitual en los programas de televisión 'Bàsics' (Betevé) y 'La Selva' (TV3).
Carlos Márquez Daniel
Hay una cosa que siempre ha quedado muy clara desde que la bicicleta emprendió su regreso a Barcelona, seguramente a partir de 2007, con el nacimiento del Bicing. Los ciclistas reclaman, ante todo, seguridad. Traducido al lenguaje urbanístico, eso significa carriles que estén segregados de la movilidad motorizada, o para que se entienda mejor, no compartir espacio con coches, motos, furgonetas, taxis y autobuses. Junto con el robo, la integridad física ha sido el primer obstáculo del crecimiento y la prosperidad de esta comunidad. Basta con observar la red pedaleable para comprobar hasta qué punto se ha disparado el medio, pero todavía son franca mayoría, el 91%, los que en su recorrido habitual tienen que salir de la zona de confort para poder proseguir su camino. Tampoco ayuda que el 93% de los ciclistas aseguren que en sus carriles se encuentran vehículos no autorizados estacionados o circulando. Si esto es una jungla, sigue mandando el rey de cuatro ruedas.
El RACC ha presentado este martes la quinta edición de su barómetro de la movilidad ciclista en Barcelona y sus accesos. El 'mobility club', antes conocido como automóvil club, ha realizado cerca de 18.000 observaciones en la capital catalana y ha entrevistado a 800 ciclistas, un estudio, ha resaltado el presidente de la entidad, Josep Mateu, de una "fiabilidad importante" y "el más amplio sobre la bicicleta que se ha hecho en nuestro país". Es posible que al Bicicleta Club de Catalunya (Bacc) le hayan pitado los oídos, pues también ellos han impulsado sesudos informes sobre el ciclismo urbano a orillas del Mediterráneo.
Integración social
Entre la maraña de datos, hay una serie de preguntas sobre el bienestar del ciclista que dejan claro hasta qué punto la bici todavía tiene mucho recorrido por delante en materia de integración social. Vamos allá: el 13% de los entrevistados han sufrido alguna agresión física, el 44%, acoso verbal de otros usuarios de la vía pública; el 61% aseguran haber sido adelantados de manera imprudente; el 93% se han encontrado vehículos estacionados o circulando por el carril bici, y el 61% afirma haber sufrido algún siniestro en el que se vio implicada otra persona. A pesar de ello, cada vez son más en Barcelona los que recurren a la bicicleta y el patinete para desplazarse de un lugar a otro. Hay sensación de inseguridad, pero representan un porcentaje bajísimo de la mortalidad en siniestros de tráfico locales.
En los últimos 12 años, el número de desplazamientos ciclistas ha crecido un 77%, una cifra que se entiende a través del crecimiento de la red de carriles pedaleables, que acaricia los 250 kilómetros de longitud total (los bidireccionales cuentan doble). La observación realizada por el RACC en 14 puntos de la ciudad arroja resultados cristalinos: algunos carriles se han quedado pequeños y ya experimentan congestión en determinadas horas del día. "Algunos carriles pueden morir de éxito si no se toman medidas complementaris", ha recetado. Basta con observar el comportamiento de seis de ellos. El de la Diagonal, lado montaña, ha crecido un 13%, impulsado sobre todo por el 'boom' de los vehículos de movilidad personal (VMP), que desde 2018 han crecido un 313%, mientras que ahora pasan un 18% menos de bicis. El lado mar de Gran Via se ha disparado un 48% (13% más de bicis y un 1.140% más de patinetes).
El de Marina crece un 4% con un 14% menos de ciclistas y un 168% de VMP, y Pau Casals registra el mayor crecimiento de patinetes (+2.157%) y alberga también un 169% más de bicis. Global: un 295% de crecimiento. El de la calle de París marca un 123% más de ciclistas y un 624% más de VMP y por último, Ganduxer se dispara un 291% cin un 349% más a pedales y un 228% más de patinadores. Este último vial permite abrir otro melón, puesto que Mateu ha instado al nuevo ayuntamiento a "reevaluar" la red ciclista para ir adaptándola a la demanda. No lo ha dicho con todas las letras, pero que en Ganduxer pase una bici o u patinete por minuto "debería llevar a alguna reflexión, ya que es un vial que no se usa y que puede estar perjudicando al resto de vehículos".
También crece, y no es cosa menor, la afluencia de usuarios en los viales ciclables que saltan de municipio. En el momento de abordar esta cuestión, Cristian Bardají, director de Movilidad del RACC, ha recordado uno de los 'karmas' de la entidad, la necesidad de coser más y mejor Barcelona con los municipios de su entorno inmediato. Ha recordado que la bicicleta compartida todavía no es compatible (se espera que se puedan unir no antes de 2030) y ha instado al Área Metropolitana de Barcelona a impulsar un concurso de moto 'sharing' que pueda usarse tanto dentro como fuera de la gran ciudad.
Bicis como nuevas
El estudio también pone de relieve la escasez de aparcamientos y, sobre todo, lo poco que los ciclistas de la ciudad se fían a la hora de aparcar en la calle. Solo un 19% la estacionan en la vía pública, por un 61% que la suben a casa (el 25% de las bicis particulares son plegables) y otro 19% que apuesta por parkings cerrados. Quizás tenga algo que ver el hecho de que el 75% de las bicis tengan menos de cinco años y que el 35 tengan menos de dos años.
En resumidas cuentas, la bicicleta y el patinete, a pesar de los insultos, de que cada vez hay más carriles saturados, de que todavía no disponen de un nivel óptimo de integración viaria, de que el miedo el robo obliga a subirlas a un cuarto sin ascensor y a pesar del carol y del frío, sigue en aumento en una ciudad que sí ha sacado algo bueno de la pandemia: la apuesta por la movilidad activa y sostenible.
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