Tras los conciertos

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Gal·la Vila Matamala

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El festival Cruïlla finalizaba su primera noche de conciertos en el Fórum de Barcelona, este miércoles, regalando a la salida una bebida 'detox' para serenar a los asistentes durante la vuelta a casa. Una propuesta que, con la voluntad de hidratar a los jóvenes, terminó por los suelos. La bebida en cuestión -una kombucha- estaba envasada en botellas de vidrio protegidas por una caja de cartón y, por despiste o incivismo, muchas terminaron rotas y esparcidas por los alrededores del recinto.

EL PERIÓDICO ha recabado algunos testimonios que, pese a su agradecimiento por el regalo, expresaron que fue "una mala idea" que el 'packaging' de la bebida fuera de este material tan frágil, ya que en las juergas nocturnas es bastante habitual la despreocupación por el reciclaje y el vidrio hecho añicos en las aceras es peligroso para vecinos y paseantes.

Es más, precisamente por este riesgo está prohibido entrar en el recinto del festival con envases de vidrio. Georgina, una asistente recién salida del recinto, recordaba precisamente esta limitación "por motivos de seguridad" y lo consideraba una contradicción: "No te dejan entrar con vidrio por seguridad y entonces, a la salida, te dan una botella de vidrio".

Georgina y sus amigos bebiendo la kombucha que el festival Cruïlla regaló a los asistentes a la salida

Georgina y sus amigos bebiendo la kombucha que el festival Cruïlla regaló a los asistentes a la salida / MANU MITRU

Un grupo de amigos que bebía kombucha delante de la esplanada del Fòrum también discutía sobre este obsequio, que recibieron después de los conciertos. "Me parece bien la iniciativa, pero tendrían que haber pensado más en el recipiente", argumentaba uno. Otro integrante del grupo sospesaba pros y contra y señalaba la falta de espacios donde reciclar tantos materiales: "El vidrio es muy 'eco-friendly' pero al final está todo lleno de basura".

El obsequio del Cruïlla terminó saturando las basuras y contenedores del festival y sus alrededores.

El obsequio del Cruïlla terminó saturando las basuras y contenedores del festival y sus alrededores. / MANU MITRU

Trabajadores de Transports Metropolitans de Barcelona (TMB) tampoco parecían contentos con la iniciativa de la corporativa. Uno de los coordinadores de seguridad en la estación El Maresme | Fòrum admitía que "no era la mejor idea dar botellas de vidrio después de un festival". Con las prisas y la jarana, a algunos usuarios del metro se les resbalaron los recipientes de las manos y los pedazos terminaron en el suelo de la parada.

La acera de delante de la entrada del festival quedó repleta de montones de cajas y botellas de vidrio (algunas rotas) que, en cuanto el Cruïlla cerró sus puertas, siguieron amontonadas. "Nosotros solo nos hacemos cargo de la limpieza dentro del recinto", declaraba extraoficialmente de uno de los empleados de la empresa organizadora, al ser preguntado por los desechos que provocó este obsequio de despedida. Despejar la vía pública recae en las arcas públicas.