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El pato que vende mochilas en Sant Antoni

La confunden con la oca Manolo, una celebridad en Twitter a la que pillaron en el metro por Barcelona. En realidad es una pata: se llama Messala y es la atracción de los Encants de Sant Antoni

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A1-167275398.JPG / ELISENDA PONS

Ana Sánchez

Ana Sánchez

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Te ignora con la misma mirada de superioridad que la Preysler cuando le hablan de Vargas Llosa. Ya está más acostumbrada a las cámaras que una ‘influencer’. “Es la atracción del barrio”, asume su dueño. En cuanto se asoma por la acera, se forma un corro exprés. “¿Qué es eso?”, “¿una oca?”, “¿un ganso?”, “¿un cisne?”. Ay, si los escuchara el pato Donald. Ella, como si nada. Se pasea frente a su puesto de mochilas y riñoneras con andares de cowboy. “Cua cua cua”, le dice al llegar una clienta de toda la vida. “No sé lo que le estoy diciendo”, te confiesa por lo bajini.   

Es una pata, aunque se llama Messala, como el malo de ‘Ben-Hur’. Esta solo da guerra, garantiza el dueño, cuando tiene hambre y no le das salchichas. Se la puede avistar cada día de Encants en uno de los puestos de Sant Antoni, justo enfrente del bar Amigó, en la calle de Tamarit. “Me preguntan cada cosa…”. Carlos tira de anecdotario mientras la pata le persigue moviendo la cola a lo perrito faldero. “Hay gente que directamente no sabe lo que es”, asegura. “¿Un pato?”, le preguntan con la ceja más levantada que Sobera. “Me dicen que qué hace fuera del agua. O que a qué lago la llevo”. 

Messala mira cómo su dueño atiende a unos clientes.

Messala mira cómo su dueño atiende a unos clientes. / ELISENDA PONS

Carlos Gutiérrez, 51 años, lleva 45 en este puesto de los Encants de Sant Antoni. “Yo he hecho la primera comunión aquí”, resopla. Vende mochilas, riñoneras, carteras, gorros. Desde hace 8 meses, entre graznidos. Su pata Messala ya ha salido hasta en la tele. “La confundieron con esa del metro”, resopla.   

El misterio de la oca Manolo

Carlos se refiere a la oca Manolo, una celebridad en Twitter. Se hizo viral su viaje en un asiento de la Línea 5: su foto lleva 460.000 reproducciones y centenares de comentarios con retranca avícola: que si la sacan a pasear “oca-sionalmente”, intuían unos; que si no lleva mascarilla y se avecina gripe aviar, insinuaban otros. Hasta TV3 llegó a hacer un llamamiento en ‘Planta baixa’ para encontrarlo. Pero acabaron - era de prever- de oca a oca. De pato a pato, en realidad. Tanto Manolo como Messala hacen el ganso como mucho.       

Manolo se bajó en Collblanc sin dejar rastro y el teléfono de Carlos empezó a echar humo. “Fue una locura –recuerda el vendedor-: todo el mundo llamándome por teléfono, números que no conocía. Uno de internet que quería que le hiciera un directo de no sé qué… Quita, quita”. No, la del metro no era Messala. Ella se mueve en coche y patinete.          

Carlos y Messala, con el Mercat de Sant Antoni de fondo.

Carlos y Messala, con el Mercat de Sant Antoni de fondo. / ELISENDA PONS

“Yo venía a ver a la oquita”, informa una señora correteando con el móvil en posición paparazi. “Siempre que paso, me vengo a verla”, asegura. Y se pone a hablar con Messala con deje de cháchara de vecina. “Te voy a sacar una foto”, la avisa como si fuera una famosa saturada. Carlos ya ni se molesta en decir que no es una oca. Parece que es urgente un curso urbanita para diferenciar patos, ocas y cisnes. Lección 1: los patitos amarillos crecen y se hacen blancos.

Una vecina se para a hacerle fotos a Messala.

Una vecina se para a hacerle fotos a Messala. / ELISENDA PONS

Carlos se trae a su pata siempre al trabajo. “La llevo a todos lados conmigo”, asegura. Ha ido hasta a la playa. ¿Le ayuda a vender? “Yo creo que sí que algo ayuda”, responde. Aunque Messala suele pasar inadvertida tras el muestrario de mochilas y gorros. Ahí detrás tiene su cojín para echar la siesta y su comedero con la lechuga casi intacta. Es una pata de pico fino: a ella le gusta el marisco y los caracoles. Y se acicala las plumas con más ahínco que si fuera el Pato WC.  

Carlos posa con Messala frente a su puesto.

Carlos posa con Messala frente a su puesto. / ELISENDA PONS

Su historia parece una versión de ‘El patito feo’. “La saqué de una jaula llena de pollos”, recuerda Carlos. Era el único patito. De hecho, “los primeros días piaba como un pollo”. ¿Que por qué se compró un pato? “Mi prima tuvo uno y me dijo que lo tenía de guardián”, se justifica. Aunque a Messala, de momento, no se la ve muy guardiana. Eso sí, con 8 meses ya grazna como una señora pata. “Si no me ve al cabo de medio minuto –garantiza Carlos-, mete un berrido que la oyes a 50 metros”. No miente, no.      

Joaquín, el vecino del puesto de al lado, ya mira a Messala con sonrisa paternal. ¿Le roba clientes? “Es mi cuñado”, señala a Carlos. “Y como huevos de vez en cuando”, se ríe. “Yo no doy abasto para comerme tantos”, asiente al lado Carlos. “Casi cada noche pone uno”. Desde el 1 de enero, que le sorprendió con el primero. Así descubrió que era pata y no pato. “Este es de ayer –te enseña el que guarda en un vaso para regalar-. Le ha salido normalito. Los suele hacer un poco más grandes”.

Carlos enseña el huevo que puso su pata el día anterior.

Carlos enseña el huevo que puso su pata la noche anterior. / ELISENDA PONS

 “Yo la he visto de chiquitilla, pero ni caso”, se resigna Ana tras llamarla 50 veces sin conseguir ni una mirada de “hola”. Es clienta de toda la vida. “59 años en el barrio”, dice sacando pecho. ¿Qué le parece tener un pato en el vecindario? “Es alucinante”, resume en dos palabras. Y tiene cuerda para décadas, por lo visto. “Me vino uno el otro día –cuenta Carlos- y me dijo que había tenido un pato 27 años –resopla-. ¿27 años? Me mata de viejo este bicho”.  

Mascotas de granja

No es la única mascota de granja que se avista por Barcelona. “Cada vez es más común”, confirma Estel Clopes, del Hospital Veterinario del Mar, especialista en exóticos. “Actualmente la tendencia, desde nuestra experiencia, es tener sobre todo cabras y patos –apunta la veterinaria-. Conviven con los propietarios como si fuesen uno más de la familia y los sacan a pasear”.  

“Las aves son muy inteligentes”, apunta Xavi Valls. Él atiende animales exóticos desde hace 25 años. Se les llama NAC: Nuevos Animales de Compañía. Su evolución, dice, ha sido "natural". Se han ido limitando las importaciones y se han sustituido tarántulas y tucanes por animales más cercanos. Los de granja se ven cada vez con más asiduidad, cuenta. “Algún conejo de esos que pesan 8 kilos, alguna gallina, oca, pato, faisán…”. ¿Lo más raro que ha visto? “Recuerdo a una señora que indultó del Mercadona a un caracol y como se le cayó y se le rompió el caparazón, me lo trajo para repararlo”. 

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