Baches y escaleras

Las últimas calles sin asfaltar de Barcelona atrapan a sus vecinos: "Nadie nos hace caso"

Diecisiete años atrapada en casa: "No pude ir ni al entierro de mi hija"

Los residentes en tres vías del Carmel denuncian el viacrucis que supone salir de casa por el mal estado de este trozo de colina

Vecinos del pasaje Ceuta, en el Turó del Carmel, mortificados por el mal estado de varias calles sin asfaltar ni urbanizar

Vecinos del pasaje Ceuta, en el Turó del Carmel, mortificados por el mal estado de varias calles sin asfaltar ni urbanizar / Zowy Voeten

Ferran Dalmau

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Calza un medio botín como los de ir de excursión y carga una sola bolsa de la compra: un detergente, galletas y algún tomate. Joan Collado es uno de los vecinos que desde hace décadas debe salir cada día a buscar la compra por fascículos, porque no puede cargar más de una bolsa por viaje. Vive en el pasaje Ceuta, en pleno Turó del Carmel (Horta-Guinardó), una calle con un gran desnivel que solo salvan unas destartaladas e irregulares escaleras: “Necesito las manos para agarrarme a la barandilla, por eso mi mujer y yo salimos a comprar poco a poco”. Montse Bosch, otra vecina de la calle, tiene otra táctica para resolver este problema cotidiano: viste pantalón de chándal, zapatillas deportivas y una mochila con la puede cargar peso sin miedo a caer. Sin duda la más perjudicada es Mari Carmen, que lleva 17 años atrapada en su propia casa, como explica El Periódico en este impactante reportaje.

El pasaje Ceuta es una de las pocas calles que quedan sin arreglar en Barcelona, con postes de cableado en pésimas condiciones y un centenar de escalones que conectan la decena de casas de la vía con las calles colindantes. Los escalones fueron construidos por los propios vecinos hace años, están mal acabados y son de tamaños distintos, rodeados de barandillas en mal estado y postes de cableado torcidos como torres de Pisa. “No podemos ir con tacones, necesitamos deportivas”, cuenta Montse Bosch, la vecina que lidera las protestas que ha hecho llegar a las administraciones la urgencia de esta mejora. Ella misma fijó las baldosas delante de la casa de sus abuelos, al salir de las escaleras, por miedo a que cayeran: “Sentía mucha inseguridad, hay otros vecinos que han caído”.

Vista del rústico pasaje Ceuta desde la calle homónima, sin asfaltar en el barrio del Carmel de Barcelona

Vista del rústico pasaje Ceuta desde la calle homónima, sin asfaltar en el barrio del Carmel de Barcelona / Zowy Voeten

El último incidente fue grave y dejó a Carmen Romero, del edificio de delante, sin poder caminar durante un tiempo. Una limitación que la familia ya conocía muy bien. La madre de Carmen, Mari Carmen, lleva 17 años encerrada en casa pues sus problemas de movilidad le impiden salir de su vivienda: “Ahora es ella quién lo sufre, pero dentro de unos años seré yo, y yo no tengo hijos”, lamenta Romero.

Vivir en el pasaje Ceuta se ha convertido para los mayores en una situación de dependencia colectiva. Aquellos que viven cerca de la Calle Ceuta, donde empiezan a subir las escaleras, lo tienen un poco más fácil. Pero para los que viven en la parte superior, cerca de la calle de les Coves d’en Cimany, es realmente una odisea: esta vía no está pavimentada y tiene baches y altibajos con un desnivel inalcanzable para aquellos menos atléticos. “Por aquí no puede llegar un camión de bomberos, ni tampoco una ambulancia”, esgrime Fernando Urzola, otro de los barceloneses que viven en este pasaje olvidado.

A la espera de una actuación sin calendario

“Nadie nos hace caso”, se resigna Bosch. Mari Carmen González, la dueña de la casa colindante, coincide: “Nos han prometido el oro y el moro, pero nunca ha llegado nada”. Todos los vecinos de la zona con los que ha hablado El Periódico recuerdan promesas de políticos de todas las siglas y de administraciones distintas. Bajo la alcaldía de Joan Clos hasta la de Ada Colau, pero también de Xavier Trias y Jordi Hereu. Fuentes del Ayuntamiento confirman que la semana pasada se reunieron con algunos afectados, y que de momento “está previsto realizar una intervención de urgencia, antes de empezar a preparar un proyecto”. Para la intervención, admite el consistorio, todavía no hay calendario concretado.

La calle Coves d'en Cimany, en el Carmel, es una de las últimas sin asfaltar de Barcelona pese a la reivindicación vecinal

La calle Coves d'en Cimany, en el Carmel, es una de las últimas sin asfaltar de Barcelona pese a la reivindicación vecinal / Zowy Voeten

“Me conformaría con que lo arreglaran en los próximos dos años como alguna vez nos han prometido", dice Romero, que desconfía. Explica que sólo recuerda el Ayuntamiento mover ficha cuando se abrió la cercana escuela Virolai. En actas de distrito de 2015 ya aparecen las reclamaciones de los vecinos, e incluso se constata la necesidad de unas escaleras mecánicas como una de las reivindicaciones a trabajar en los próximos cursos. El año pasado se aprobó por unanimidad de todos los grupos políticos realizar “actuaciones integrales de mejora” de las escaleras y del sistema de cañerías. No hay desagüe, lamenta Urzola: “Cuando llueve el agua cae por los escalones y esto es una pista de patinaje”. 

Caídas y fracturas, no solo incomodidad

Todos ellos acumulan caídas, golpes y fracturas; pero o no quieren o no pueden irse. Son casas construidas en muchos casos por la propia familia, con los recuerdos familiares e historias de superación personal: “Hemos ido realizando el mantenimiento como hemos podido, pero necesitamos que vengan albañiles que sepan hacerlo bien, no vecinos”, sentencia Montse Bosch. El resto coincide, y hay entre ellos una frase repetida: “Nosotros pagamos impuestos como cualquier otro barcelonés”.

Vista de los escalones autoconstruidos del pasaje Ceuta, en el Turó del Carmel de Barcelona

Vista de los escalones autoconstruidos del pasaje Ceuta, en el Turó del Carmel de Barcelona / Zowy Voeten

Los únicos que parecen cómodos en el pasaje Ceuta son los gatos que lo habitan. Claudia y Cireta saltan de un muro a otro, escalón arriba y abajo, como si con ellos no fuera la cosa. Mientras los coches se encallan intentando sortear los baches en la calle de les Coves d’en Cimany, mientras Joan intenta cargar con la compra bolsa a bolsa y viaje a viaje, y mientras Carmen cuida de su madre, que depende de ella hasta para comprar el pan que desayuna. La última vez que salió se rompió la muñeca y las cervicales. Pero a Claudia y a Cireta les da igual, porque a diferencia de los humanos los gatos tienen siete vidas.