Historia de una complicidad

Un documental inclasificable sobre Barcelona y Sarajevo gana un premio Goya

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El cortometraje 'Maldita. A Love Song to Sarajevo' explica la relación entre las capitales catalana y bosnia a través del cantante Bozo Vreco y la pianista Clara Peya

Clara Peya, Bozo Vreco y Iván Zahinos, artífices del documental 'Maldita. A Love Song to Sarajevo'

Clara Peya, Bozo Vreco y Iván Zahinos, artífices del documental 'Maldita. A Love Song to Sarajevo' / Medicus Mundi Mediterrània

Jordi Rovira

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La Gala de los Premios Goya, ha estado llena de glamour y de vestidos de grandes diseñadores que se pasearan por la alfombra roja ante cientos de flashes. Y ahí en medio estará Iván Zahinos, que no es actor, ni director, ni guionista, ni montador. Ni tampoco técnico de sonido o maquillador, sino director de proyectos de cooperación de Medicus Mundi Mediterrània, una oenegé sanitaria. El cortometraje documental que ha impulsado, Maldita. A Love Song to Sarajevo, ha ganado uno de los premios al mejor cortometraje documental este 2023.

El documental ha llegado a la 37ª edición de los premios de la Academia de Cine desde 1998, cuando Zahinos viajó por primera vez a Sarajevo después que el alcalde Pasqual Maragall tuviera la idea de nombrar esta ciudad, que se desangraba en pleno conflicto de los Balcanes, como el undécimo distrito de Barcelona para así poder financiar numerosos proyectos solidarios. “Yo soy hijo del Distrito XI”, asegura este catalán que en el último cuarto de siglo ha estado en innumerables ocasiones en la capital de Bosnia. “Para mí, Sarajevo es una historia personal”, admite. Los primeros años fue con Òptics x mÓn –oenegé de Terrassa– y a partir de 2005, cuando empezó a trabajar para Medicus Mundi en Angola y Mozambique, se iba a Sarajevo en vacaciones para estar a sus amigos.

Poco después, Zahinos se dio cuenta de que un informe que hizo tras regresar de Mozambique no tenía efecto alguno y decidió apostar, desde Medicus Mundi, por los documentales como agente de cambio social. Sin embargo, no le convencían ni las cintas cargadas de autobombo ni las que incidían en el clásico sentimiento de culpa, un recurso del cual se había abusado mucho desde el Tercer sector. “Yo quería presentar una idea en positivo”, afirma. Y para eso debían identificar historias cargadas de humanidad que permitieran romper el círculo comunicativo en el que a menudo se encuentra el mundo de la cooperación, que se dirige sobre todo a los que ya están concienciados por la causa. “Queríamos ir más allá, llegar a un público diferente”, asegura.

El primer documental fue Silencio de mujer, rodado en Mozambique en 2008 y que aborda el estigma del SIDA entre las mujeres. La cinta se estrenó y se pudo ver a lo largo de este país africano. No en vano, Medicus Mundi Mediterrània –con poco más de 700 socios– proyecta sus documentales en escuelas, institutos y universidades y los acompaña de una guía con referencias para que los profesores, por ejemplo, puedan trabajar temas asociados a la problemática en cuestión. Lo hicieron con Silencio de mujer, pero también con los otros proyectos audiovisuales en los que se han embarcado.

Artistas inclasificables

Maldita. A Love Song to Sarajevo es el sexto documental de esta oenegé y surgió un día que Zahinos estaba en Sarajevo, concretamente en casa de Jasmin Adilovic, un amigo suyo que trabaja de optometrista tras formarse en Barcelona con una beca del Distrito XI. Zahinos escuchó una canción que le llamó la atención. Era la voz de Bozo Vreco, cantante de sevdah –música tradicional de la región– que con su estilo andrógino, su frondosa barba y su cuerpo lleno de tatuajes se ha convertido en uno de los cantantes bosnios más importantes de los últimos tiempos. Su imagen, alejada de cualquier convencionalismo, no deja indiferente a nadie. Tampoco a Zahinos que, tras escucharlo, lo vio en un vídeo de YouTube. “Pensé que Bozo podía ser una metáfora de Sarajevo”, asegura en referencia al multiculturalismo de una ciudad donde se mezclan las herencias otomana, católica y musulmana.

Tres o cuatro años después, paseando por Sarajevo –por aquel entonces, Medicus Mundi ya había empezado a trabajar en la capital bosnia–, Zahinos se encontró por la calle a Vreco y le propuso protagonizar uno de sus documentales. A Vreco le gustó la idea.

Viento a favor

La coyuntura ayudó. El Ayuntamiento de Barcelona y la Agència Catalana de Cooperació al Desenvolupament querían conmemorar los 25 años del inicio de la cooperación internacional con Sarajevo, así que se implicaron en la financiación del proyecto. Finalmente, de la mano de Raúl de la Fuente y Amaia Remírez, de la laureada productora Kanaki Films, rodaron el documental, en el cual Zahinos ejerce de productor y guionista. En la cinta –en blanco y negro, rodada en Sarajevo y Barcelona y que dura poco menos de media hora– se explica como Vreco conoce a Clara Peya, poliédrica y también inclasificable pianista catalana.

Maldita és el título de una de las piezas que componen juntos. Es una manera diferente de rendir un homenaje a la luchadora población de la capital balcánica y al espíritu solidario de la ciudadanía barcelonesa. “No queríamos hablar de geopolítica, sino de seres humanos”, explica Zahinos. Maldita. A Love Song to Sarajevo ha funcionado muy bien en festivales, en los que ha acumulado premios, y la nominación en la categoría de cortometraje documental de los Goya es la guinda de este exitoso recorrido.

“La nominación a los Goya de Maldita. A love song to Sarajevo nos afianza en la apuesta que desde la cooperación catalana hemos hecho por el audiovisual", afirma Meritxell Serret, consellera d’Acció Exterior i Unió Europea, en declaraciones a El Periódico. "Hace años que tenemos claro que hay que abrir nuevos espacios para hacer llegar los mensajes de la cooperación más allá de los círculos donde las personas ya están convencidas de estos valores y, en esta voluntad de ampliar horizontes, el mundo audiovisual tiene un papel fundamental”, añade. Zahinos coincide: “Refleja lo que queríamos, una película positiva y contemporánea a través del arte y la música”. Desde la pandemia ha empezado a hacer podcasts, una apuesta más que se suma a los ya 15 años de documentales. “Que una entidad humilde del mundo de la cooperación como Medicus Mundi llegue hasta aquí es un premio a una manera diferente de explicar las historias”, concluye. 

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