Patrimonio

La cara más desconocida del gran yacimiento arqueológico que es Barcelona

La ciudad, en zona habitada desde la prehistoria, está permanentemente en excavación y proporciona constantemente vestigios sorprendentes, pero pese a lo llamativo que son estos hallazgos, el trabajo del Servei d’Arqueologia continúa después con la documentación, conservación y custodia de cada uno de los miles de pedazos que proporciona el pasado. 

Un investigador trabajando con restos óseos encontrados depositados en el Servei d'Arqueologia

Un investigador trabajando con restos óseos encontrados depositados en el Servei d'Arqueologia / Joan Cortadellas

Natàlia Farré

Natàlia Farré

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Barcelona está patas arriba. Luce asfalto levantado por todos lados: Consell de Cent, Girona, Rocafort, La Rambla, Pi i Maragall, Diagonal… Pero no todas las zanjas son iguales. Las hay de obra y las hay de memoria. Todas las excavaciones tienen como fin la mejora de la ciudad en algún aspecto, y algunas de ellas, además, pretenden ahondar en el pasado de Barcelona. Aquí no se mueve ni una piedra sin que el consistorio tenga constancia y no se mueve ninguna piedra susceptible de esconder vestigios sin que el Servei d’Arqueologia haga acto de presencia.

Y ahí están los arqueólogos, a pie de obra. Actualmente las intervenciones arqueológicas repartidas por la ciudad son 27, muchas menos que las obras en marcha, pero muchas más actuaciones que coinciden en el tiempo que en otras ocasiones. La aceleración por parte del consistorio de los ejes verdes, o ‘superilles’, ha sepultado de trabajo al servicio. Veamos, todo movimiento de tierras se comunica a la autoridad y los expertos en recuperar la memoria valoran, a partir de la Carta Arqueològica de Barcelona, si vale la pena o no ahondar en busca de restos históricos. 

En Ciutat Vella nunca hay duda y siempre se actúa, es zona seminal. En otras partes de la ciudad no siempre es necesario. Esta vez en el Eixample, donde hay un buen número de las 27 actuaciones en marcha, se apostó por las excavaciones preventivas (las que se hacen aprovechando que se remueve el subsuelo) por aquello de que Barcelona es un gruyer y muchos agujeros se los debe a los refugios antiaéreos de la Guerra Civil. La mayoría aún, por ubicar; y localizar alguno es lo que se pretendía con las excavaciones que hay a lo largo de Consell de Cent, Rocafort y Girona. 

Los restos de la masía localizada en la calle de Girona con Mallorca.

Los restos de la masía localizada en la calle de Girona con Mallorca. / Álvaro Monge

La punta del iceberg

Hasta la fecha no ha habido suerte con el tema pero sí otras sorpresas, como el hallazgo de los restos de una masía que en los siglos XVI o XVII lucía en lo que ahora es esquina de la calle de Girona con Mallorca y antaño era supuestamente un desierto en cuanto a edificación por aquello de mantener limpio la distancia de un tiro de cañón. Además, la semana pasada entre los restos de la masía apareció un material inesperado: un trozo de madera con apliques de cobre. ¿Un trabuco? Quizá. Está por ver. “Hay que estudiarlo y documentarlo”. Palabra de Montserrrat Pugès y Emili Revilla, restauradora y responsable del archivo arqueológico, respectivamente.  

Tampoco dicen más de la rareza que supuso encontrar días atrás una moneda íbera de Jaca en las excavaciones que se están haciendo en Can Batlló o la sorpresa que fue descubrir siete inhumaciones, con cuerpos incluidos, como pasó a principios de año en la misma intervención. “Estos hallazgos son lo más llamativo pero no tienen porque ser lo más importante”, afirman. Y lo dicen por dos razones. Una porque “todas las piezas son interesantes para comprender el territorio, su humanización y evolución a lo largo de la historia, que es nuestro objetivo”. Y la segunda porque los hallazgos son solo la punta del iceberg del trabajo que se hace en el Servei d’Arqueologia. 

Material encontrado en las excavaciones durante los dos últimos años esperando que se haga la memoria del proyecto para pasar al depósito definitivo.

Material encontrado en las excavaciones durante los dos últimos años esperando que se haga la memoria del proyecto para pasar al depósito definitivo. / Joan Cortadellas

Miles y miles de fragmentos

Son los notarios de la memoria de la ciudad: la documentan, la inventarían, la estudian, la conservan y la difunden. Un trabajo igual o más importante que la excavación pero desconocido y que sus responsables insisten en poner en valor. “Por ley, todo el material que sale fruto de una intervención arqueológica tiene que quedar depositado en un museo registrado por la Generalitat, y en el caso de Barcelona este museo es el Muhba (Museu d’Història de Barcelona)”. Ello significa que todo lo que sale de las excavaciones entra y se inventaría en el recinto que el Servei d’Arqueologia tiene en la Zona Franca. 

Y todo significa todo, no solo lo que a un lego en la materia le puede parecer importante, como los citados cuerpos inhumados o la moneda de Jaca, sino también miles y miles de pequeños fragmentos de cerámica, vidrio, metal, madera o hueso aparentemente insignificantes. Lo que se antoja un trozo de arcilla, es para los expertos parte de una vasija romana y lo que a simple vista parece una concha es la posibilidad de indagar en la ciudad como centro de cultivo de ostras allá por el siglo IV. ¿Semillas o restos de madera quemada en Can Batlló? Es el estudio potencial de cómo era el paisaje a nivel de vegetación en época romana. 

Montserrat Pugès y Emili Revilla, junto a pequeñas piezas de cerámica recientemente llegadas al Servei d'Arqueologia, lavadas pero pendientes de inventariar.

Montserrat Pugès y Emili Revilla, junto a pequeñas piezas de cerámica recientemente llegadas al Servei d'Arqueologia, lavadas pero pendientes de inventariar. / Joan Cortadellas

Dieta y salud en el XIV

El material que entra en la Zona Franca se lava, se prepara para su conservación y se inventaría por minúsculo que sea. Cada pieza, también las que hacen apenas un centímetro, recibe su número de inventario. Luego se ordena agrupado por intervenciones y así está dos años hasta que llega la memoria de la excavación. Luego su destino son los depósitos del Servei de Arqueologia (cada material tiene su sala con la humedad y temperatura necesarias para su conservación) o si se trata de una caza mayor, las vitrinas del Muhba. 

Aquí acaba una parte importante del trabajo, pero no todo. Lo siguiente es poner el material al alcance de los investigadores. En marcha están un trabajo sobre la fauna de la ciudad a partir de lo encontrado en yacimientos medievales; y otro sobre la dieta y la salud en Barcelona entre los siglos XIV y XIX. Más misterios del pasado están por resolver en un futuro, no en vano “Barcelona es un único y gran yacimiento que abarca desde el epipaleolítico hasta el siglo XX”. Palabra de arqueólogo. 

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