Una persiana que se cierra

El Mercado de la Concepció de Barcelona busca nuevo operador para su supermercado

Caprabo pondrá fin el próximo 15 de octubre a 25 años de servicio en este equipamiento municipal

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A1-156971870.jpg / ELISENDA PONS

C. Cols

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El Mercat de la Concepció, pieza central de la manzana que delimitan las calles de Aragó, Bruc, València y Girona y, hasta cierto punto, motor de la vida cotidiana de esa porción de la Dreta del Eixample de Barcelona, perderá el próximo 15 de octubre el supermercado con el que renació en 1997 tras una profundas (literalmente) obras de remodelación. La cadena Caprabo comunicó meses atrás al Institut Municipal de Mercats su intención de bajar la persiana antes del verano. Se acordó por ambas partes posponer la medida hasta octubre. No es una cuestión menor. El balance de ingresos y gastos de los mercados municipales es, desde que se han ido reformando uno tras otro, una fórmula matemática que solo es viable si, además de los ‘paradistas’ y el aparcamiento subterráneo, hay un supermercado en el interior del recinto.

El instituto municipal ya ha dado los primeros pasos para iniciar una nueva subasta de la concesión del supermercado, de unos 900 metros cuadrados. Hay, aseguran las fuentes consultadas, empresas interesadas en esa ubicación, pero incluso para los compradores habituales de la Concepció salta a la vista que aquel es un supermercado arquitectónicamente muy ingrato. Solo una parte muy pequeña está a pie de calle. Para acceder a los pasillos donde está la mayor parte de la oferta hay que ir a un sótano a través de unas escaleras, con un sistema de transporte de los carritos bastante incómodo.

El nuevo supermercado, advierten fuentes del Institut Municipal de Mercats, podrá incorporar probablemente producto fresco, algo que en la concesión inicial de Caprabo estaba vetado. Así se acordó con los ‘paradistas’ en las primeras reformas de mercados porque se interpretaba entonces que la competencia interna podía ser perjudicial para los establecimientos pequeños. La última tendencia es romper con ese tabú, con el argumento de que lo que realmente potencia un mercado es que la oferta cubra las necesidades de todo tipo de compradores.

El pasillo central del Mercat de la Concepció.

El pasillo central del Mercat de la Concepció. / ELISENDA PONS

El Mercat de la Concepció es, además de un equipamiento de ciudad, un monumento que recibe no pocas visitas turísticas. Es una de las obras más celebradas de Antoni Rovira i Trias, el arquitecto que pudo ser el padre del Eixample si la figura de Ildefons Cerdà no se hubiera interpuesto en su camino. Como si fuera una iglesia destinada a alimentar no el alma, sino el cuerpo, se caracteriza por sus tres naves, la mayor de ellas, la central, y caracterizadas por su imponente estructura de hierro. Fue inaugurado en 1888 y, lo que es más importante cara a su presente, en la reforma de 1997 mantuvo toda su belleza.

No es, comparado con otros, uno de los mercados más transitados de la ciudad, pero 1,4 millones de personas cruzaron en 2019 por sus cuatro puertas. Este 2022, tal vez, esa cifra se superará porque uno de los efectos inesperados de la fase más aguda de la pandemia fue que no fueron pocos los barceloneses que descubrieron los mercados municipales como lugar de abastecimiento cerca de casa, y una parte de ese público parece que ha cogido el hábito de repetir.