Movilidad

Mujer ciclista de 60 años; así se rompen los clichés urbanos en Barcelona

Ester Castejón lleva casi dos décadas moviéndose en bici por la ciudad. Entonces eran tan pocos los que pedaleaban que incluso se saludaban. A los políticos les pide que prueben los nuevos carriles con niños y personas mayores antes de considerarlos seguros

ester castejon

ester castejon / Ferran Nadeu

Carlos Márquez Daniel

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La bicicleta es la mejor demostración de cómo esta ciudad, Barcelona, va de 0 a 100, de te odio a te quiero, en un suspiro. Ester Castejón es un buen ejemplo de ello. Empezó a ir en bici hace casi 20 años, cuando tenía algo más de 40, y en los inicios era raro el día en el que no compartía con Fran, su marido, los improperios recibidos de camino a casa. Por ciclista. Pero también por mujer. Jamás colgó los pedales. Tampoco ahora, cuando una rodilla maltrecha le ha llevado a dar el salto a la movilidad eléctrica. Está encantada, orgullosa, satisfecha. Pero aunque ve mucha mejora, no dejará de reclamar. "A los que diseñan infraestructuras ciclistas les pido que la prueben en hora punta. Luego que vayan con sus hijos y con sus madres. Si alguno de ellos no se siente seguro, algo está fallando".

Hubo un tiempo, a principios de siglo, en el que Ester se sentía un bicho raro sin hogar. Los coches le gritaban que se fuera a la acera y los peatones le pedían que bajara a la calzada. Fue en enero de 2019 cuando finalmente el consistorio decidió expulsar al ciclista de la zona de viandantes. La razón de la demora, o ese fue el argumento municipal, es que primero era necesaria una mínima seguridad en el asfalto. Ester vive en Les Corts y pedaleaba a diario hasta Via Augusta con Santaló. Tenía el carril bici de la Diagonal y poco más. "El principal problema, que aún persiste, pero ni mucho menos como entonces, era la continuidad; el hecho de llegar a un punto y no tener ni idea de por dónde seguir de manera segura". La ausencia de infraestructura era flagrante, pero también estaba el asuntillo de la imagen pública.

Bicicletas en la Diagonal de Barcelona

Congestión en el carril bici de la Diagonal, este viernes / Ferran Nadeu

El coche era sinónimo de prosperidad, mientras que la bici, que antes de la segunda guerra mundial gozaba de muy buena salud a nivel urbano, se convirtió en un transporte de pobres. Un día de lluvia, hará unos 15 años, Ester cogió un taxi para volver a casa. Al meter la bici en el maletero el conductor le dijo, sin mala intención, que le parecía raro que una señora como ella fuera en bicicleta por la ciudad. En su edificio, cuando a primera hora bajaba con su traje chaqueta y la bici, los vecinos le preguntaban, vestida como iba, si salía a hacer deporte. No entraba en la mentalidad del momento que una persona -y menos una mujer- optara por pedalear para cubrir su movilidad obligada, más allá del ocio. Era un juguete de fin de semana, un deporte de moreno paleta. Nuestra protagonista se convirtió en 'la que va en bici'. La vecina que va en bici. La compañera de trabajo que va en bici. La familiar que va en bici. ¿Vas en bicicleta porque no te puedes permitir un coche?", le soltaron en una ocasión. Tiene coche, claro que sí, y buen uso que le da cuando es menester.

Antes siempre saludaba

Ester empezó con una bici de montaña que tenía en casa. Recuerda que al principio eran "cuatro gatos" que se veían todas las mañanas y se saludaban. Como la grupeta que se monta a primera hora en el Rodalies o los socios del Barça que se sientan en tu entorno, gente que forma parte de tu rutina y qué menos que levantar la ceja o compartir un buenos días. Se conocían sin saber nada los unos de los otros. Y quizás ese gesto era también una manera de darse ánimos ante una Barcelona que era "hostil" con el ciclista urbano.

Ester, este viernes, a primera hora, siempre junto a su bici plegable

Ester, este viernes, a primera hora, siempre junto a su bici plegable / Ferran Nadeu

Ester dejaba la bici en el aparcamiento del trabajo. Pero tenía que suspenderla de un gancho y la maniobra no era ni sencilla ni cómoda. Expuso la situación, y la respuesta fue muy de la época: "¿Puedes subir en bici hasta aquí y no eres capaz de colgarla?". Finalmente pusieron aparcamientos a nivel de suelo. Y a partir de entonces, más empleados, sobre todo mujeres, se animaron a pedalear hasta la oficina. Un día que fue al gimnasio le robaron la bicicleta. Sucedió hará unos 16 años. Se compró una Brompton.

Más "valentía"

Coincide en que el cambio real llegó con la inauguración del servicio de Bicing, en mayo de 2007. "Mucha gente empezó a probar eso de ir en bicicleta por Barcelona. Muchos acabaron comprando la suya propia. Y los políticos empezaron a entender que esto no crecería si no había una apuesta clara en infraestructura". Pero al mismo tiempo lamenta que haya faltado "valentía" a la hora de tomar decisiones incómodas que pusieran en duda el 'statuo quo' dominante del coche respecto al resto de personajes de la calle. Todavía hoy, Ester nota que para muchos la bici "es una molestia". "Te miran como si estuvieras paseando, de picnic, como si no tuvieras la misma prisa que ellos por llegar a los sitios. Hay mucho tema generacional, personas a las que no cambiarás nunca".

Lo del temple político aplica de igual manera en el reparto del espacio público. Ester deja claro que no tiene nada en contra de los que van en coche. Pero sí ve raro que haya gente que lo use para trayectos cortos, de menos de tres kilómetros. "Si todos fuéramos conscientes de las alternativas, nos daríamos cuenta de que hay medios más rápidos y sostenibles, y así, los que usan el coche porque no tienen más remedio, porque van lejos o tienen un problema de movilidad o necesitan cargas cosas, podrían moverse de manera mucho más ágil". Lo que no entiende de ninguna manera es que la ciudad "siga siendo un almacén de latas", en referencia a los vehículos aparcados en la vía pública. Un espacio, sostiene, "que debería reservarse a otros usos: pasear, jugar, estar...".

Bicicletas circulando por el paseo de Sant Joan, el pasado septiembre.

Bicicletas circulando por el paseo de Sant Joan, el pasado septiembre / Manu Mitru

Ester sigue rompiendo clichés. Mujer ciclista de 60 años. Para derribar la imagen mental que se tiene del ciclismo urbano, participó en el desafío 30 días en Bici, que promueve el uso de medios de transporte sostenibles, y quedó en primera posición. Se apuntaron más de 10.000 personas y la Universitat Oberta de Catalunya, donde ella trabaja, logró además el oro en la categoría académica. "Me sentí muy feliz porque conseguí el reto personal que me había marcado: romper el estereotipo que asocia el ciclismo con el típico hombre joven y deportista".

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