COLECTIVOS VULNERABLES

Amenaza de macrodesalojo en Casa Àfrica, a un paso de la Rambla de Barcelona

Tras ser desalojados de una finca en la calle de Marià Aguilà (Poblenou) en julio de 2019 y arder la nave en la que entraron como única alternativa en el mismo barrio dos semanas después, la veintena de migrantes sin papeles que conforman Casa Àfrica, ahora en la calle de Canuda, tienen una orden de desahucio para este jueves

Casa África

Casa África / Zowy Voeten

Helena López

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En el suelo del salón del segundo piso, varias baterías de bici cargando junto a mochilas de Glovo y Deliveroo. Trabajar de 'riders' alquilando una cuenta de una de las empresas de reparto -ellos no pueden abrirse cuenta propia al no tener papeles- es la opción que, hoy por hoy, les ofrece la ciudad para obtener un mínimo de ingresos. "La manta estaba muy perseguida y no queremos problemas con la policía. Ganamos muy poco porque tenemos que pagarle un tanto por ciento al dueño de la cuenta, pero es la única manera de ganar algún dinero", relata Adam, joven senegalés de 25 años en uno de los espacios comunitarios de Casa Àfrica, lugar en el que viven y, sobre todo, se cuidan más de 20 hombres jóvenes de origen senegalés, argelino y marroquí, tejiendo comunidad en una ciudad que les recibió con casi todas las puertas cerradas.

Ocupan las viejas oficinas de la Fundación CETT, en la calle de Canuda, a dos pasos de la Rambla, desde noviembre del 2019, tras vivir dos desalojos. El primero, ejecutado por los Mossos el 2 de julio de ese año en un edificio de la calle de Marià Aguiló, en el Poblenou, donde nació el proyecto y, solo dos semanas después, tuvieran que dejar el edificio en el que se habían realojado, en la calle de Ciutat de Granada, en el mismo barrio, tras un incendio. Sobre el tercer edificio en el que se han establecido y donde ya han creado red, junto a la plaza Vila de Madrid, hay una orden de desalojo para este jueves.

Varios de los hombres que viven en Casa Àfrica, la semana pasada en una sala del espacio.

Varios de los hombres que viven en Casa Àfrica, este martes en el salón de su hogar. / Zowy Voeten

Junto a Adam, su compañero Yogurten, argelino de 32 años, añade lo que podría resultar obvio pero a veces no lo es tanto: que el origen de todos sus males es la ley de extranjería. Además de un techo, en Casa Àfrica los recién llegados encuentran un lugar en el que sentirse entendidos en el sentido más amplio del término. "Nos ayudamos entre nosotros. Nos guiamos sobre las dificultades que ofrece la ciudad. Nuestra función es decir a los recién llegados la verdad, que las cosas no serán cómo imaginaban cuando salieron de África, pero les damos confianza y les ofrecemos seguridad", señalan interpelando a todas las administraciones -desde el Estado, responsable de dicha ley, hasta el ayuntamiento- que paren el desahucio previsto para este jueves. "Un desahucio sin alternativa a las puertas del invierno", subrayan los hombres.

Lentitud municipal

Desde Resistim al Gòtic, plataforma vecinal del barrio que les apoya y arropa, se muestran muy críticos con el ayuntamiento. "Hace un año que conocen la situación y no han movido ficha hasta ahora, que el desalojo es inminente", apuntan enfadados. "Hace 10 días todavía no se habían puesto de acuerdo sobre qué departamento debería hacerse cargo del tema, ya que como el edificio está calificado como oficinas, no como vivienda, decían que el asunto no pertenecía a la concejalía de vivienda sino a la de derechos de ciudadanía", prosiguen interpelando también a la propiedad, "centro de referencia en el ámbito del turismo, la hostelería y la gastronomía", según se presentan en su página web.

Una de las habitaciones de Casa Àfrica, en la calle de Canuda, este martes.

Una de las habitaciones de Casa Àfrica, en la calle de Canuda, este martes. / Zowy Voeten

La propiedad ha declinado hacer a este diario ningún tipo de declaración sobre el tema, mientras el Ayuntamiento de Barcelona asegura que "intentará mediar con la propiedad hasta el final, para que pare el desalojo previsto para este jueves y les de un tiempo para estudiar caso por caso quiénes son las personas que viven en el edificio y buscarles una solución".

A ojos de Adam, portavoz de Casa Àfrica, "no sirven de nada los discursos antirracistas y a favor de los derechos humanos en la tele y en las redes sociales, si después pasan estas cosas ante sus ojos y no hacen falta. Lo que necesitamos son hechos”, afea el joven, quien participa en el fórum Youth act!, organizado por el Consell de Joventut de Barcelona y la UPF. No es la única actividad en la que participan. Organizan también talleres antirracistas para colegios, "para deconstruir los aprendizajes racistas que tenemos tan interiorizados" y participan en la cooperativa Aula d'Idiomes de Sants, barrio en el que pasaron un tiempo acogidos en Can Batlló, desde el incendio de su última casa hasta que encontraron su actual sede. Tienen también el proyecto de habilitar también su propia aula de idiomas en el piso de arriba, para dar clases de catalán y castellano a los recién llegados.

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