Mejora urbana metropolitana

Sant Feliu atisba el fin de la 'cicatriz' del tren en su núcleo

Los santfeliuenses festejan, tras 40 años de reivindicación, el inicio del proceso ciudadano para elegir entre tres proyectos urbanísticos

Aragonès aplaude el entendimiento entre administraciones en una de las obras de mayor calado en los próximos meses

Pere Aragonès interviene en el acto de celebración del soterramiento de las vias del tren en Sant Feliu de Llobregat.

Pere Aragonès interviene en el acto de celebración del soterramiento de las vias del tren en Sant Feliu de Llobregat. / MANU MITRU

Xabi Barrena

Xabi Barrena

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Sant Feliu atisba, tras 40 años de reivindicaciones, el final de la herida abierta de dos kilómetros en medio de la ciudad que supone el paso de la vía ferroviaria. La capital del Baix Llobregat, en estas cuatro décadas, ha ido expandiendo su suelo urbano de viviendas, a costa de oficinas e industrias, en casi todas las direcciones y se ha sumado ya a la aglomeración urbana barcelonesa. Se ha unido a Sant Just con las sucesivas promociones de Mas Lluí y con Sant Joan Despí, gracias a la llegada de la ciudad deportiva del FC Barcelona (que dista apenas 400 menos del Ayuntamiento de Sant Feliu), lo que provoca que no pocos jugadores barcelonistas, especialmente del filial, vivan en la localidad en la capital del 'Baixllo',

Expandidos los límites, queda lo que se persigue desde los 80. Acabar con la frontera del ferrocarril que parte en dos el centro de la villa, dejando apenas tres pasos, dos subterráneos y lóbregos por donde una persona de 1’90 debe circular agachada, un paso en altura, con sus escaleras y, sobre todo, un paso a nivel que se cobra, de media, la vida de una persona cada año.Sant Feliu no es la única localidad de la conurbación metropolitana con este problema, lo comparte con L’Hospitalet y Montcada.

150 trenes al día

La barrera del paso nivel permanece bajada 50 minutos de cada hora, para desespero de los 10.000 ciudadanos que lo cruzan a diario, merced a los 150 trenes diarios que circulan, sobre todo, desde que la siempre recordada Mercè Sala, al frente de Renfe, convirtió los kilómetros deshilachados de ferrovía alrededor de las grandes urbes en un sistema de cercanías estilo europeo. Otra cosa es que el Estado no haya construido ni un solo kilómetro de Rodalies en Barcelona desde antes de que se aprobara la Constitución.

El soterramiento de la vía ha vivido sus altibajos. Hace una década, cuando los astros alinearon el poder socialista en la alcaldía (Sant Feliu fue uno de los feudos históricos de ICV), en la Generalitat (con el tripartito) y en el Estado (con José Luís Rodríguez Zapatero) se acarició la ansiada obra. Y no solo esa.

Tren, metro, tranvía

La llegada del tranvía en el 2006, un estupendo medio de desplazamiento a barrios próximos, pero que deja al pasajero, tras mil vueltas, en la plaza de Francesc Macià, en un poco disuasorio tiempo de casi una hora, abrió la veda de la mejora de las infraestructuras. Así, la Generalitat, por ejemplo, sacó a concurso la redacción de un proyecto para la prolongación de la L-3 del metro, desde Zona Universitaria. Pero vino la crisis del 2008, que impactó en el 2010. Y luego la pandemia. Por todo ello, en Sant Feliu no las tienen todas. 

10.000 personas cruzan a diario el paso a nivel, que cierra 50 minutos en cada hora para dar paso a 150 trenes

Y eso que las obras, que duraran 44 meses, empezaron el 21 de junio, con el desbroce de los terrenos aledaños . Lo que este sábado se ha celebrado es el pistoletazo de salida a la consulta ciudadana que debe decidir cual de los tres proyectos de urbanización que se someterán a votación entre el 8 y el 21 de noviembre suturará mejor la cicatriz urbana. Podrán votar los 38.000 habitantes mayores de 16 años empadronados en Sant Feliu.

Tres propuestas

La consulta tiene dos preguntas. Una sobre el proyecto urbanístico en sí y, la otra, sobre cómo preservar la memoria de la actual estación. El típico edificio coqueto y ‘vintage’, repetido en muchas localidades catalanas, y que remite a un Sant Feliu aislado, rodeado de campos y en el que los pasajeros ‘bajaban’ a Barcelona, es decir, a la plaza de Catalunya.

El ayuntamiento, hoy en manos de Lídia Muñoz, de los ‘comuns, merced a un pacto de legislatura con ERC, que ocupará la alcaldía en el último año del mandato vía Oriol Bossa, ha elegido tres proyectos que prevén la llegada del trambaix hasta el centro mismo de Sant Feliu, tal y como se pactó con la Generalitat. Un tramvia que se quedó a las puertas de la villa a la espera, precisamente, de poder ocupar la plataforma que cubrirà la vía.

Las tres propuestas, de los que no se han dado a conocer los autores, por no influir, llevan los sugerentes nombres de 'rambla Major', 'el Passeig del Samontà' y ' el gran Verger' y todas reparten nuevos espacios verdes y nuevas edificaciones, con un techo limitado por el ayuntamiento, para evitar la sobrepoblación de la nueva zona.

La puesta de largo correspondió con la importancia de la cita. El acto institucional lo capitaneó, ante la ausencia imprevista de Núria Marín y Ada Colau, presidentas de la Diputación y de la AMB, respectivamente, el 'president' Pere Aragonès. También participó el Estado, que es quien paga la obra, vía el secretario de Estado de la agenda 2030, Enrique Santiago. Aragonès destacó la combatividad vecinal en estos 40 años y el entendimiento entre todos los niveles de la adminstración que han llevado, finalmente, a que las obras sean ya una realidad.

La parte festiva corrió a cargo del veterano grupo local OBK, dúo de música electrónica nacido en 1991, que se separó en 2012 y que en esta ocasión se rencontraron para hacer las delicias de, ya, centenares de padres de Sant Feliu. Todos ellos, Jordi Sánchez y Miguel Ángel Arjona también (los OBK) comparten, seguro, centenares de trayectos por los lóbregos pasos subterráneos y, quizá, algún audaz cruce por el peligroso paso a nivel.

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