INICIATIVA SOCIAL EN RIESGO

Orden de desahucio para los pimientos del Baix Guinardó

El proyecto comunitario okupado El Brot, en el Torrent de Lligalbé, se ha convertido en pocos meses en un punto de encuentro vecinal del Baix Guinardó

El solar, lleno de maleza hasta que un grupo de vecinos lo convirtió en el huerto que hoy es, tiene una orden de desahucio para el próximo martes

Huerto okupado El Brot, en la calle de Lepant, en el Baix Guinardó.

Huerto okupado El Brot, en la calle de Lepant, en el Baix Guinardó, en Barcelona. / Jordi Otix

Helena López

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A principios de mayo empezaron a crecer las flores en el solar en que hasta entonces solo había maleza y ratas. "Esto estaba hecho una zorrera impresionante", resume Edu, participante de El Brot, nombre con el que han bautizado este huerto comunitario en el Torrent de Lligalbé, a pocos metros de la plaza de Alfons X. Tras algunos meses de (mucho) trabajo -y mucho compartir, aprender y reír- el espacio es hoy una suerte de oasis entre el asfalto. Donde antes había porquería hoy hay tierra que pisar y manipular, apetecibles pimientos creciendo entre cañas, todo tipo de plantas aromáticas e incluso artísticos cactus plantados en zapatillas. Hay también un espacio con juegos infantiles, unos atractivos muros en los que invitan a los grafiteros locales a expresarse y, lo más importante, insisten sus impulsores, un espacio en el que cultivar relaciones comunitarias.

"El huerto no es tanto el motivo como la excusa para crear un lugar de encuentro abierto y horizontal", confiesa Edu, quien destaca que todos los martes, día de la recogida de voluminosos, hacen la ronda para ver qué pueden recoger y con todo ese material reciclado montan desde la mesa en la que reunirse hasta los bancales, que trabajan entre el vecindario indistintamente. Esto no tiene nada que ver con un huerto urbano en el que cada vecino tiene su parcela. Aquí lo hacen todo entre todos: plantar, regar y, por supuesto, también recoger.

Espacio muy feminizado

Uno de los vecinos que es habitual ver trabajando en el terreno es Paco, quien planta con emoción en exactamente el mismo trozo de tierra en el que tenía el huerto en su casa, vestigio del Baix Guinardó rural en peligro de extinción, que le fue expropiada hace un tiempo. Un hombre que no se hubiera imaginado jamás colaborando en un proyecto okupado, como muchas de las vecinas que frecuentan el huerto (este es un espacio muy feminizado). Vecinas que se acercaron al ver que alguien había entrado en el solar, se interesaron en el proyecto y se quedaron al sentirse acogidas e invitadas. "Salió muy fácil. La gente tenía ganas de poder disfrutar de un espacio así", señala Edu, quien destaca con orgullo que entre los participantes hay personas de todas las edades y condiciones. "Desde gente con lazos históricos como estos terrenos como Paco, que nos enseña cómo trabajar la tierra, a vecinas que no conocían el lugar pero se lo han hecho suyo", añade el activista, sentado en una mesa en el espacio junto al historiador del barrio Carles Sanz, uno de los impulsores del Grup d'Estudis de la Vall d'Horta i la Muntanya Pelada El Pou, cuya perseverante lucha arrancó el compromiso municipal para que el futuro jardín proyectado en este espacio se llame Jardins de Lligalbé.

Huerto comunitario okupado El Brot, en el Baix Guinardó.

Huerto comunitario okupado El Brot, en el Baix Guinardó. / JORDI OTIX

"Una de las asignaturas pendientes del Baix Guinardó es encontrar su identidad, este espacio puede ser un lugar para que los vecinos creen red y generar sentimiento de pertinencia; es uno de los pocos espacios abiertos de interacción social fácil", reflexiona Sanz, quien el próximo martes no faltará a la convocatoria para detener el desalojo. 

Denuncia municipal

Desde el huerto, quienes no piensan abandonar el espacio pese a la orden judicial de desahucio fruto de la denuncia interpuesta por el Ayuntamiento de Barcelona, critican la falta de diálogo con el consistorio.

La concejala de Horta-Guinardó, Rosa Alarcón, asegura que el huerto es una "privatización del espacio público" que el consistorio no puede permitir. "Hay unas personas que tienen las llaves de un espacio que es de todos", prosigue la edila, quien recuerda que en el lugar tienen que urbanizarse unos jardines, ligados a unas promociones de viviendas en las que se está trabajando. La idea inicial era levantar la promoción de pisos públicos muy pegada a los pisos actuales, algo que puso en pie de guerra a los vecinos afectados, que pedían que se construyeran los pisos en el frontal de la calle de Lepant, "ganando todos". Alarcón asegura ver con buenos ojos ese cambio de planeamiento, lo que significará rehacer el proyecto (y alargar los tiempos). "No entiendo por qué no les dejan quedarse aquí hasta que hagan las obras. No tiene ningún sentido echarles ahora y que esto vuelva a ser un solar abandonado. Han tenido más prisa en echar a las personas que han llenado esto de vida que en construir los jardines", concluye el siempre dialogante historiador.

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