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Cada día muere un plátano en Barcelona

Ana Estuardo del reino vegetal urbano, el árbol icónico de la ciudad retrocede sin que por ello se derramen más lágrimas que las que causan sus irritantes frutos

BARCELONA 14 05 2021 Sociedad La combinacion letal ir en bici y la porqueria esa que sueltan los platanos de Barcelona  calle con ciclistas y platanos  En la foto ciclistas cerca del TNC  FOTO de RICARD CUGAT

BARCELONA 14 05 2021 Sociedad La combinacion letal ir en bici y la porqueria esa que sueltan los platanos de Barcelona calle con ciclistas y platanos En la foto ciclistas cerca del TNC FOTO de RICARD CUGAT / RICARD CUGAT

Carles Cols

Carles Cols

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Cada vez que un ciclista se frota los ojos y maldice el polen de los árboles muere un plátano en Barcelona. Si además cree que es alérgico a esta especie vegetal, mueren dos. Falso lo primero y falso lo segundo. Ni es polen ni es alergia. Lo que sí es cierto es que en los últimos 20 años ha muerto cada día como mínimo un ‘Platanus x hispanica’ en esta ciudad, casi 13.600 desde el censo que se llevó a cabo en el 2000. Como el plátano es, se supone, un árbol icónico de Barcelona, de vez en cuando toca revisitar esta especie, por ejemplo para saber más sobre su frustrante vida sexual, y una buena ocasión para hacerlo es justo ahora que en los semáforos en rojo los ciclistas, otra especie urbana, ésta en expansión, se frotan los ojos y maldicen.

Podrán decir los motoristas lo obvio, que qué les van a contar a ellos, que desde hace años sufren lo indecible en estas fechas. Algunos, no obstante, tienen la suerte circular con visera, que bastante protege. Tampoco los peatones son inmunes a esta episódica molestia, pero a la velocidad a la que caminan las briznas que entran en los ojos o en la garganta, incluso con mascarilla, son estadísticamente muchas menos. Ir en bici estos días bajo la sombra de los plátanos es, para los nuevos en esto del pedal, toda una desagradable novedad, por no decir directamente un sinvivir.

Ley de Murphy, capítulo movilidad

Una de las célebres leyes de Murphy, capítulo mecánica cotidiana, constata que el primer bicho que se estrella contra el parabrisas del coche tras salir del túnel de lavado lo hace siempre a la altura de los ojos. Idéntica precisión parecen tener el vello de los aquenios del plátano, pues eso es, al parecer, la causa del problema. Para los poco puestos en la letra pequeña de la botánica, esto requiere algunas precisiones.

Primero. Los plátanos son, según se mire, hermafroditas. Cada ejemplar tiene flores masculinas, algo más tristes de color y minúsculas, y femeninas, rojas y, aunque a escalas muy pequeñas, más grandes. Hay, pues, polen, de mediados de marzo a mediados de abril, pero no es gravemente alergénico. Su presencia pasa inadvertida en comparación con sus frutos. Es el polen de otras especies con mucha mejor fama y más apreciados en la cultura popular, como los olivos, el que puede llevar a más de uno a visitar al médico. El plátano, poco.

Fueron los árboles favoritos de la ciudad y, lo que son las cosas, son hoy un eco de la 'La favorita

La molestia la causa el fruto del árbol, que se forma en primavera y pende de las ramas hasta el año siguiente. Es entonces cuando sucede lo detestable. El viento lo desmenuza. Es el modo en que esta especie está programada para reproducirse y, claro, he aquí lo chocante, que los plátanos de Barcelona, o al menos los de la Rambla y el Eixample, hace más de 150 años que intentan tener descendencia con la misma mala fortuna que Ana Estuardo, primera Reina de Gran Bretaña, maravillosamente retratada en ‘La favorita’, que tuvo 19 hijos y solo uno sobrevivió más allá de los dos años de edad. Así lo confirma Joan Guitart, responsable municipal de los árboles de Barcelona. Es algo desconcertante a poco que se repara en ello. Puede que con la suerte de un euromillón haya conseguido diseminar su adn algún plátano solitario de Nou Barris que haya crecido al lado de un área forestal. El resto son todos la reina Ana.

El pecado original

No crecen y se reproducen y, como es sabido, desde hace años no se planta plátanos en Barcelona para enmendar el error que supuso en su día apostar por un paisaje monocorde, por el riesgo de que un ejemplar enfermo contagiara a los demás y, también, porque con el tiempo se descubrió que un ciudad como Barcelona, por la anchura de sus calles y por la altura que el alcalde Porcioles regaló a muchos edificios, es un entorno hostil.

En el año 2000, en unas clarificadoras cifras que pone sobre la mesa Guitart, el 39,4% de los 150.128 árboles que había en calles y plazas (fuera de la estadística parques y Collserola, queda claro) eran plátanos. Actualmente son el 22,2%. Esa pérdida de peso porcentual se debe en gran parte a que ha crecido el verde urbano hasta los 204.102 árboles, en cifras de esta misma semana, pero también porque, lo dicho al principio, como las hadas, muere un plátano cada vez alguien, como diría James Matthew Barrie por boca de Peter Pan, deja de creer en ellos.

Hay un plan en el horizonte, y es que sean solo el 15% de la masa forestal de las calles y plazas de Barcelona, o sea, simplemente uno más de la familia

No aplaudan para resucitarlos. Forma parte de un plan. El Ayuntamiento de Barcelona tiene como meta final que representen el 15% de la masa vegetal de la ciudad. Cuándo se alcanzará esa cifra es bastante incierto todavía. La mortalidad se ha moderado estos últimos dos años. Desde junio del 2019 han perecido (en accidentes de tráfico, sacrificados por moribundos o como consecuencia de reformas urbanísticas) un total de 626 ‘Platanus x hispanica’, con lo cual el uno por día no ha sido una ley inapelable, pero anda cerca de ello.

Quedan en pie en Barcelona, dice Guitart, 45.664 plátanos. Detestado y a la par amados. Quien sabe, si pudieran hablar, ya que estamos, tal vez dirían, como Peter Pan, aquello de que "morir será una gran aventura". Podría ser su lema. Sí señor.