Más de 6 años de obras

El túnel de Glòries encara su recta final con más del 85% del proyecto ejecutado

La galería entrará en funcionamiento al 100% antes del 2022 y el consistorio insiste en vincular la obra con la mirada global de destinar la ciudad a las personas

Luz al final del túnel de Glòries

Visita de obra al túnel de Glòries, el pasado abril, cuando el proyecto estaba un 85% ejecutado / Ferran Nadeu

Carlos Márquez Daniel

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El túnel de Glòries tiene tramos con acera, con el clásico panot Barcelona, la flor de cuatro pétalos que se atribuye, aunque no está del todo claro, a Puig i Cadafalch. No es un elemento que se haya dejado al buen gusto de las empresas contratadas para perforar este extenso paraje de Sant Martí. Es una manera de recordar que esto, aunque quede bajo tierra, justo por debajo de cuatro infraestructuras ferroviarias, sigue siendo parte de la ciudad. La galería viaria, de casi un kilómetro, ya es transitable a pie porque está ejecutada en un 85%. Si todo sale según lo previsto, los coches empezarán a esconderse bajo tierra en ambos sentidos antes de que termine el 2021: en septiembre en dirección Besòs, y en diciembre, hacia el Llobregat. 

No hay alcalde o ministro que no se haya calzado un peto y un casco de obra. Este jueves le ha tocado a Ada Colau ataviarse y andar los 957 metros que separan la calle de Castillejos de la rambla del Poblenou, amén de los otros 100 metros de rampa desde Padilla, donde por cierto, aunque la obra está vallada, ya hay grafitis en los muros. La excursión por debajo de la autopista que se cuela hasta la cocina de la capital catalana genera cierto vértigo. Por la pendiente inicial superior al 7% (hasta 25 metros por debajo de la Gran Via) y por la dimensión de la cosa, porque ya no es tan habitual encontrar grandes obras, por aquella manía de pensar que las ciudades ya están terminadas y que hay poco margen de maniobra

Este jueves no había un titular concreto. Se ha convocado a los vecinos y a la prensa para demostrar que todo va según lo previsto en los últimos tiempos. Incluido el presupuesto, que se mantiene dentro del marco económico aprobado por la comisión de gobierno de noviembre de 2019, cuando se fijó una dotación de 192, 3 millones de euros que podrían variar en función de algunos trabajos adicionales vinculados a la adaptación del espacio urbano, las nuevas directrices de movilidad o la puesta en marcha del túnel.

Luz al final del túnel de Glòries. Al final, la Gran Via a la altura de la rambla del Poblenou

Luz al final del túnel de Glòries. Al final, la Gran Via a la altura de la rambla del Poblenou / Ferran Nadeu

Es prácticamente imposible, como suele suceder con las grandes obras públicas, aclararse con el tema del presupuesto. Porque esa cantidad era de 149,26 millones de euros dos años antes, aunque aquello solo incluía la obra civil y no incluía los remates. Lo mismo sucede con el calendario. Se habló del 2017 y luego de noviembre de 2018, cuando todo empezó en febrero de 2014, en la etapa de Xavier Trias en la alcaldía, con el derribo del tambor aéreo construido a principios de los años 90. Lo justo, sin embargo, es recordar que todo esto tiene su origen en el compromiso por Glòries alcanzado en 2007 entre el ayuntamiento liderado por Jordi Hereu y las asociaciones de vecinos. Un pacto que, aunque ha tenido momentos delicados, como cuando el teniente de alcalde de Urbanismo de CiU, Antoni Vives, intentó moldearlo, se ha mantenido. Pero no por ello los vecinos han dejado de reclamar.

Este jueves han formado parte de la comitiva que se ha dado este primer paseo por la galería. Jaume Bàdenes, de la asociación de vecinos del Poblenou, ha definido Glòries como “un punto negro que jamás se ha resuelto bien” y ha felicitado a los técnicos que han sido capaces de sacar adelante una tan sumamente complicada. Pero ha considerado que la construcción de esta infraestructura confirma quién manda en la ciudad. “Este túnel es el reflejo de que la ciudad está pensada para los coches. Lo importante está justo encima, y la urbanización de la superficie todavía está pendiente”. Lo que está ya aprobado y avanzado es el parque sobre la la inmensa plaza, esas 12 hectáreas de zonas ajardinadas. Pero falta, y en eso han insistido otros residentes de la zona, acometer la continuidad hacia el Besòs. La teniente de alcalde de Urbanismo, Janet Sanz, ha driblado el dardo al asegurar que se hace lo que se puede y que esperan que antes de que termine el mandato haya un poco más de concreción sobre el tema.

Colau, en el túnel de Glòries, la semana pasada.

Colau, en su discurso sobre las bondades del proyecto bajo las Glòries / Ferran Nadeu

Colau, la última en tomar la palabra, se ha esforzado en vincular este túnel viario con la filosofía de “ciudad para las personas”, frase que recuerda el eslogan de Trias para las elecciones del 2011, aquello de ‘el alcalde de las personas’. “No estamos presentando un túnel, estamos lanzando un mensaje de futuro, de que la ciudad avanza. Estamos recuperando una plaza (la de las Glòries) para volver a conectar barrios”. En conclusión: “No es solo un túnel, es la conquista de la ciudad”.

Una obra majestuosa

Ángel Sánchez, director general de BIMSA, la empresa pública encargada de la supervisión de la obra, ha compartido alguno de los pormenores de la obra. Con una envidiable capacidad de hacer comprensible sesudas cuestiones técnicas, ha dejado claro que este es un proyecto casi milagroso. Por lo político, también. Pero sobre todo, por su complejidad. Se ha trabajado por debajo del nivel freático del agua, se ha tenido que perforar por debajo de cuatro túneles ferroviarios (tres de Rodalies y una de metro, de la L1), lo que obligó a ralentizar la piqueta hasta el punto de avanzar tres metros en 21 días para no dañar galerías pretéritas que presentan un estado lamentable.

Sanz ha aprovechado para ampliar el foco. Y del túnel de Glòries ha pasado al proyecto de ejes verdes del Eixample, a la reforma de la Meridiana, a las futuras obras del tranvía, en otoño, para que el Tram llegue desde Sant Adrià del Besòs hasta la calle de Girona a través de una nueva Diagonal, a la ampliación de la red de carriles bici o a la red ortogonal de autobuses. La nueva Barcelona, pero, todavía, con los coches de siempre.