Pleno en el ayuntamiento

Colau no consigue el plácet a su hoja de ruta

ERC se desmarca de los últimos apoyos al gobierno municipal y deja solos a Barcelona en Comú y el PSC en la votación del PAM (Pla d'Actuació Municipal)

La alcaldesa Ada Colau, durante el pleno de este viernes.

La alcaldesa Ada Colau, durante el pleno de este viernes. / Ricard Cugat

Natàlia Farré

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La no aprobación, esperada, del PAM (el Pla d’Actuació Municipal), hoja de ruta del gobierno del ayuntamiento, ha sido lo más destacable -con permiso de la surrealista discusión sobre los disturbios que esta semana han dejado la ciudad con una retahíla de contenedores quemados y comercios saqueados y destrozados- del plenario municipal de este viernes en el que también ha habido espacio para el debate sobre el estado de la ciudad. Lo uno y lo otro, la presentación del PAM y el toma y daca sobre cómo está Barcelona tras un 2020 horribilis por causa de la pandemia, han llegado con retraso. Lo primero por obra y gracia del coronavirus, que lo ha puesto todo patas arriba, también la agenda municipal; lo segundo fue gentileza de las elecciones al Parlament, que dejaron en suspenso toda actividad política y el pleno de enero, el que suele acoger el debate sobre el estado de la ciudad, bajo mínimos. Con todo, nada nuevo bajo el sol: PSC y Barcelona Comú, coalición de gobierno, defendiendo la acción y el plan del ejecutivo municipal; y la oposición, a la contra. 

Lo dicho, nada nuevo excepto una pequeña escenificación de alejamiento de ERC, socio preferente del gobierno municipal, del PSC y Barcelona en Comú. Los republicanos llevan todo lo que va de mandato apoyando las decisiones de Colau. Ahí están el acuerdo de los presupuestos y de la unión del tranvía por la Diagonal, y el más reciente pacto, el martes pasado, sobre el destino de 30 millones de euros para proyectos de proximidad en los barrios, por poner algunos ejemplos. Pero esta vez ha habido oposición al PAM. “No se puede estar en misa y repicando” ha sido el consejo de Jordí Martí, concejal de Comuns, al republicano Jordi Coronas, que entre los argumentos del no de su grupo ha esgrimido un “pimpam”, en alusión a la celeridad y poca concreción con que se ha elaborado la hoja de ruta municipal.

Para Martí la negativa al voto favorable hay que buscarla en el otro lado de la plaza de Sant Jaume: “Hoy me parece que su grupo está más pendiente de la dificilísima negociación que tienen en Catalunya con JxCat, y no quiere incomodar a su futuro socio de Govern”. Sea como sea, la hoja de ruta del mandato ha recibido la negativa de todos los grupos de la oposición. Un revés relativo, pues su aprobación es más política que imperativa. Ya lo ha dicho Martí: “Me sabe mal no poder tener aprobado el PAM pero en todo caso el gobierno lo utilizará como su propia hoja de ruta gubernamental”. Pues eso. 

Aburrido intercambio

Aunque el rosario de críticas al gobierno municipal ha empezado antes, con el debate del estado de la ciudad. Aquí, también ha habido lo de siempre que no es otra cosa que un aburrido intercambio de filípicas entre la defensa de lo hecho por unos y el reproche de lo no hecho, o hecho de forma equívoca, por los otros. Con todo ha sido un debate plácido, sin sangre, quizá por aquello de que la pandemia está dejando demasiado muertos, reales y económicos, para echar más leña al fuego. Aun así los grupos han intentado afear la acción de Colau. El urbanismo táctico, las tasas municipales, la pacificación viaria, la falta de vivienda, la inseguridad y las acusaciones de sectarismo e ideología desmesurada, así como la falta de intención para llegar acuerdos, amén de las fórmulas municipales para salir de la crisis se han llevado la palma. 

Las palmas, o mejor, los gritos, no han sonado en la sala de plenos sino en la plaza de Sant Jaume. A la voz de "Eloi Badia dimissió", un grupo de trabajadores bajo el paraguas del sindicato de la CGT han pedido la renuncia del concejal de Emergencia Climática por no dar explicaciones en una cuestión de acoso en el Institut Municipal de Parcs i Jardins. También ha habido ruego y preguntas al gobierno sobre el tema de, JxCat y ERC, y el compromiso de Ada Colau de revisar y mejorar los protocolos "siempre que sea necesario". Compromiso que, como en el caso del PAM, es político, no imperativo.