EL SUEÑO DE LA CIUDAD SOSTENIBLE

'Obrim Carrers' revela que otra Barcelona era posible

La pandemia permite intuir cómo sería la vida en los barrios en una metrópolis sin grandes superficies comerciales

Gran de Gràcia y el eje de Creu Coberta y Sants cumplen dos meses de exitosas peatonalizaciones de fin de semana

Barcelona 05 12 2020 SOCIEDAD   La peatonalizacion de Gran de Gracia y Creu Coberta  que lo peta  PEATONALIZACION DE LA CALLE CREU COBERTA  NINOS disfrutando de este espacio ganado al coche   TENGO PERMISO MATERNO Y PATERNO  AUTOR  Manu Mitru

Barcelona 05 12 2020 SOCIEDAD La peatonalizacion de Gran de Gracia y Creu Coberta que lo peta PEATONALIZACION DE LA CALLE CREU COBERTA NINOS disfrutando de este espacio ganado al coche TENGO PERMISO MATERNO Y PATERNO AUTOR Manu Mitru / Manu Mitru

Carles Cols

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El primer fin de semana en que Gran de Gràcia y la ruta de Creu Coberta y Sants pasaron a ser peatonales, no de forma excepcional, sino ya sin vuelta atrás, fue un inapelable éxito. Eso fue el pasado 17 de octubre. Se podía replicar entonces, con ese alma de gruñón tan propia de esta ciudad, que la entusiasta acogida vecinal fue por la novedad y que más pronto que tarde la flor se marchitaría. Pasados casi dos meses, ‘Obrim Carrers’ (nombre con el que el Ayuntamiento de Barcelona bautizó el plan) es más que un éxito. El todopoderoso centro de Barcelona, como se sabe, ha implosionado por causa del covid-19 y, perdón por el fácil juego de palabras, se puede sostener hasta nueva orden que el centro de la ciudad se ha descentralizado. La ‘ciudad de 15 minutos’ que la alcaldesa Anne Hidalgo propuso para París el pasado enero, o sea, antes de la pandemia, ¿se ha asomado inesperadamente en Barcelona este otoño?

Esto que leen parecerá, de entrada, una sencilla sucesión de opiniones, sobre todo de dueños de pequeños negocios gratamente encantados con lo que está sucediendo. Los sábados, dicen varios de ellos, han vuelto a ser lo eran, el mejor día en ventas de la semana. Que las luces, sin embargo, no impidan ver las sombras. En este paciente paseo por esas revitalizadas calles a costa de expulsar el tráfico motorizado hay que agradecer la opinión, por ejemplo, de Toni Ayala, sabio charcutero con tienda en Gran de Gràcia, que a su manera recuerda que así era Barcelona antes de que, en una decisión por la que nadie ha rendido cuentas, se permitió la apertura de grandes superficies (Glòries, Diagonal Mar, La Maquinista…), como si esta ciudad pequeña y compacta fuera Los Ángeles, y los sábados pasaron a ser otra cosa. De la ciudad de 15 minutos a pie se pasó a la de los 15 o 30 en coche.

Un hombre arrastra su moto en un Gran de Gràcia recuperado por los peatones

Un hombre arrastra su moto en un Gran de Gràcia recuperado por los peatones / Manu Mitru

A quién se le ocurre, dice Ayala, abrir grandes superficies en una ciudad en la que había una red de 40 mercados municipales con su rico entorno de pequeñas tiendas alrededor. Ya quisiera algo así París. Era, prosigue Ayala, una forma de vivir. El negocio era familiar. Podía haber, claro, empleados contratados, aprendices del oficio que un día, tal vez, se establecerían por su cuenta. La cuestión (lo habrán deducido ya) es que este tendero con años de oficio prefiere anclarse en un prudente pesimismo. Cuando finalice el confinamiento perimetral de los fines de semana y cuando reabran los centros comerciales, la situación, eso pronostica, se revertirá. Es un punto de vista. Hay otros. Hay quienes opinan que la pandemia ha propiciado un movimiento de las placas tectónicas de la ciudad, que mucho ha cambiado sin marcha atrás.

Igual que los mantras hinduistas carecen de cualquier base científica, el de que sin coche no hay compras tampoco está demostrado que sea cierto

Lluís Llanas, representante de los comerciantes de Creu Coberta, tiene una reveladora anécdota muy oportuna para la ocasión. Él, sirva esto como presentación, es de los que creen que ‘Obrim Carrers’ es un plan que se queda corto. Si en su mano estuviera, ese tramo de calle, entre plaza de Espanya y Consell de Cent, sería todo el año peatonal. Basta ya de sostener que sin coches no hay jornada de compras, dice. Ese es un mantra que se repite desde hace años y que, como todo mantra hinduista, no tiene ninguna base científica que lo corrobore. Llanas ha tenido no pocas discusiones con otros asociados de su eje comercial sobre esta cuestión. El caso es que (prefiere no dar nombres) uno de esos sábados en que la calle parecía una rambla se encontró, ¡oh, casualidad!, a uno de los más feroces opositores a la peatonalización en las reuniones de la junta comercial. Iba con su hijo y, para mayor anatema, en bicicleta. “¿Qué, ya has bajado del burro?”, le preguntó.

"Ha venido para quedarse"

Janet Sanz, teniente de alcalde y principal promotora de ‘Obrim Carrers’, sabe bien que la reticencia es la posición habitual ante reformas de este calado. Lo de Llanas es inusual. Es cuestión de paciencia porque, como subraya la número dos del gobierno municipal, “esto ha venido para quedarse”. Gran de Gràcia y el eje de Creu Coberta y calle de Sants han pasado con nota el examen que no superaron, por ejemplo, las peatonalizaciones de fin de semana de paseo de Sant Joan y Fabra i Puig. En esos dos casos, dice la teniente de alcalde, la perturbación que se ocasionaba a las líneas de bus aconsejó devolver el plan al cajón de los proyectos.

Aquel paso atrás no fue, sin embargo, una claudicación. A veces en las guerras hay frentes que flaquean y el generalato, para evitar una derrota moral, echa el resto en batallas simbólicas. La de la calle de Aragó lo es. Allí, las obras en curso para dar cabida a un carril bici pretenden ser más una declaración de intenciones que la resolución de una carencia flagrante de la red ciclista. A finales del 2021 será escenario de otra de esas batallas icónicas la Via Laietana, que perderá un carril de circulación en sentido mar. Lo de Gran de Gràcia y Creu Coberta-Sants, no obstante, es otra liga. Es, desde la perspectiva municipal, una tierra conquistada e innegociable. Sanz sostiene lo contrario que Ayala, el charcutero pesimista, y asegura que el adn de la ciudad, como otras veces antes, está mutando. La peatonalización del centro histórico hace 40 años (a la que, por cierto, también se opusieron en su día con profecías cataclísmicas no pocos comerciantes) modificó la forma en que los barceloneses usaban su ciudad, y, según la teniente de alcalde, eso mismo puede volver a ocurrir. Los próximos fines de semana, época de compras navideñas, domingos incluidos, pueden generar y consolidar nuevos hábitos. Eso es lo que está por ver.

Vecinos de Gràcia ocupan la calle mayor del distrito, sin coches en marcha pero sí estacionados

Vecinos de Gràcia ocupan la calle mayor del distrito, sin coches en marcha pero sí estacionados / Manu Mitru

“¿Lo que más me gusta? El silencio. Lo bien se trabaja sin el ruido de los motores”. Así celebra el cambio de ‘Obrim Carrers’ Susi Fraguela, que regenta una floristería que, aunque ha ido cambiando de local, la fundó una de las matriarcas de la familia en 1696. Actualmente está en la calle del Cigne, un estupendo observatorio a mitad de camino entre Gran de Gràcia y el mercado de la Llibertat. ¿Lo peor? Que la carga y descarga de mercancías no está bien resuelta. Se trata a cualquier furgoneta de reparto igual que a un SUV de alta gama, o sea, esos turismo particulares capaces de subirse incluso a las aceras más inaccesibles de Gràcia. Es más, entre peatones zigzaguea aún algún motorista que cree que lo de la peatonalización no le afecta.

¿Otro gran cambio?

A lo peor, la vacuna retorna Barcelona a la casilla de salida, a cómo era antes de la pandemia. Vamos, que deja de ser como pudo haber sido. Disculpen lo laberíntico del planteamiento. En realidad, como en parte explica Roderic Font, presidente del Eix Gran de Gràcia, todo está en manos de los propios barceloneses, de qué ciudad deciden que sea esta. Se vota con los pies, en el buen sentido de la expresión. No solo por las compras. A falta de datos más consolidados, sirven las comparaciones. En el cruce de las calles de Borrell y Tamarit, epicentro de la superilla de Sant Antoni, la presencia del nocivo NO2 ha caído un 33%. En la ‘superilla’ de Poblenou lo que ha crecido es la apertura de nuevos comercios, 20 desde que se estrenó. A ver si habrá que sumar la pandemia a la larga lista de acontecimientos (caída de la muralla, Expo de 1888, Expo de 1929, Congreso Eucarístico de 1952, Juegos Olímpicos…) que han cambiado profundamente la ciudad. Más información, en el 2021.