tradición alterada

Las monas de Pascua se reformulan con reparto a domicilio y otra celebración familiar en junio

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Patricia Castán

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Uno de los momentos casi sagrados en el calendario de Joan Lluís M. , vecino de Mataró, es peregrinar a Barcelona cada lunes de Pascua para entregar una mona -más o menos ambiciosa y original, según su particular coyuntura económica- a su sobrina Martina, de 7 años. Tras la primera prórroga del estado de alarma, empezó a calibrar las opciones para que la niña tuviera su pieza de chocolate, pese al confinamiento. ¿Amigos, familiares, un vale por correo? La solución llegó con las iniciativas que han ido lanzando los pasteleros para promover un año de monas a domicilio y sin riesgos ni tentación de romper los encierros. Cientos de pasteleros se han volcado en garantizar esta tradición, ahora puerta a puerta, con la promesa del Gremi de Pastisseria de Barcelona i Província de una segunda entrega para celebrar en familia (cruzando los dedos) el 1 de junio, coincidiendo con la segunda Pascua y sin amenazas sanitarias.

Este padrino ha elegido una conocida tienda del Eixample, donde estos días su ritmo de producción es casi normal gracias a la venta online. Pero no será está una campaña de proporciones habituales. Solo en la provincia de Barcelona, el año pasado se despacharon unas 700.000 monas. Pero ante lo que en marzo pintaba como una posible ecatombe sectorial por culpa de la pandemia, y un jarro de agua fría para los más pequeños, la movilización de los obradores invita a soñar con un lunes de Pascua de reclusión endulzada.

Dos grandes iniciativas lideran el reparto organizado para quienes quieren comprar por internet o teléfono y asegurarse de que el dulce llega a su casa o la de su ahijado sin tener que pisar la calle o hacer desplazamientos no autorizados a casa de familiares o amigos. La patronal del sector en Barcelona tuvo claro que reconducir por otros cauces esta tradicional y calórica  oferta sería esencial para evitar otro descalabro económico, justo en un periodo que en muchos establecimientos supone entre el 25 y el 30% de la facturación anual. Pero sobre todo, cumpliría una misión de "servicio" para que los niños, que están sufriendo con disciplina familiar los encierros, no perdieran esa fecha mágina.

Participación creciente

Nació hace unos días, pues, la campaña 'Cap nen sense mona', instigada por el gremio y con la creciente participación de más de 200 pastelerías, la mayoría en la provincia de Barcelona pero también en el resto de Catalunya. A través de su web y con el impulso de las redes sociales, se accede al inmenso listado y mapa de ubicación de los participantes. El cliente puede elegir el establecimiento más cercano, e incluso si este estuviera saturado, se coordina con otros que puedan cumplir con el pedido, explica Olivier Fernández, gerente de la patronal y director de la Escola del Gremi de Pastisseria.

El experto es consciente de que en esta ocasión los niveles de ventas habituales son imposibles, porque algunos establecimientos están cerrados (aunque la normativa de confinamiento permite esa apertura), y aunque otros asuman ese vacío, habrá familias que opten por posponer la cita con el chocolate. O que la minimicen. Pero estima que se prevé entregar sobre entre 60.000 y 70.000 unidades por ese sistema, lo que para muchos negocios supondrá evitar pérdidas, en un contexto en el que los pedidos de chocolate y los diseños se planean con meses de antelación.

Las medidas de aislamiento social no han alterado la inspiración de los artistas, que en las monas de chocolate apuntan directamente a las ilusiones infantiles. Los motivos vuelven a ser el fútbol (esencialmente, el Barça), elementos de Disney y Pixar, huevos tradicionales... La tendencia, más que por la innovación estética viene marcada por la calidad del producto. Escalan posiciones el cacao más natural y la ausencia de azúcares, el cromatismo con frutas liofilizadas y sin colorantes, y la creciente eliminación de grasas trans, aceite de palma y aditivos. Hasta el clásico 'pa de pessic' rematado con huevos recorta azúcares, explica Elies Miró, presidente del gremio. No obstante, entre el alud de motivos de Pepa Pig y la Patrulla Canina se cuela algún guiño a la actualidad, sobre todo en las creaciones de autor.

Esfuerzo logístico

Así, por ejemplo, el conocido pastelero Marc Rodellas, de Sant Celoni, elaboró -en un momento de inspiración, que no en serie- un huevo de Pascua con mascarilla muy celebrado y que generó encargos, relata a este diario. Precisamente, este creador ha liderado otra iniciativa de venta online, 'Més mones que mai', que el pasado viernes sumaba ya a unos 120 establecimientos adscritos. Desde instagram puede verse el listado completo y contactar con la pastelería elegida, que se organizan con gran esfuerzo logístico para llegar a cualquier domicilio. "La reacción ha sido espectacular", resume. Muchos han hecho un esfuerzo titánico para gestionar cobros, entregas adelantadas o el día 13 y otros recursos.

Desde una y otra campaña, se ha contado con empresas de reparto experimentadas, y hasta el propio personal de los comercios se ocupará de las entregas en municipios sin red de distribución. Algunos negocios forman parte de las dos campañas, pero las largas listas incluyen pesos pesados del sector tradicional y más modernizado. Figuran Escribà, Canal, Mauri, Natcha, Garde, Can Planas, Vallflorida Xocolaters... Lluís Costa, al timón de esta última, es un ejemplo del fenómeno, con decenas de ventas diarias online.

Y como el envío no puede sustituir al encuentro y el calor familiar entre padrinos y ahijados, el gremio ha convocado una segunda cita, coincidiendo con la Segunda Pascua, el 1 de junio, bajo el lema 'La Pascua en familia', no ya con grandes montajes de chocolate, sino con algún tipo de pastel conmemorativo de venta en todas las pastelerías.