BARCELONEANDO

La huella de Subirachs en Barcelona

Muchos edificios de la ciudad lucen ornamentación del escultor fruto de su colaboración con los arquitectos

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Natàlia Farré

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Barcelona y Subirachs. Subirachs y Barcelona. Un binomio indisociable. De entrada, la afirmación no presenta dudas: la obra del escultor luce en el edificio más icónico de la ciudad: la Sagrada Família. Y de salida, tampoco. Imposible contar la cantidad de intervenciones urbanas, públicas y privadas que hay del creador en Barcelona. La reflexión viene a cuento de lo ocurrido recientemente: la desaparición, que no destrucción, de una de sus piezas en recinto particular.

La semana se levantó convulsa patrimonialmente hablando. Las obras que el escultor creó en comunión con el arquitecto Jordi Mir para el edificio Mercurio ya no estaban en su sitio. Volverán. O eso dicen los promotores de la reforma del inmueble. Que es lo mismo que en su día aseguró Adif cuando, en el 2006, retiró el inmenso mural cerámico que presidía la estación de Sants para adaptarla a la llegada del AVE. Los 17 metros de friso en el que las letras de Barcelona jugaban con ruedas de trenes se trasladaron al Museu del Ferrocarril. Y ahí sigue 14 años después.

El edificio Mercurio y sus por ahora solo desmontados ornamentos son de 1967. Época de integración de las artes. Por entonces arquitectos, escultores, pintores, ceramistas... colaboran íntimamente en eso de decorar edificios. Y Subirachs estuvo presente en unos cuantos. Casi imposible pasearlos todos. Aunque el entorno de la plaza de Francesc Macià emerge como una especie de epicentro de su creación más ornamental. En el edificio Manhattan (Urgell, 288), un mural de cerámica con múltiples repeticiones en positivo y negativo de la antorcha de la Estatua de la Libertad da la bienvenida. Mientras que no lejos, en Aribau 185, una inmensa composición cósmica realizada con piedra de Ulldecona llena el vestíbulo del inmueble.

Ariadna y Hermes

En la propia plaza, antaño dos obras competían en visibilidad codo a codo. En el número 7 se mantienen los relieves interiores de mármol blanco realizados para dos entidades bancarias: moneda cretense con laberinto incluido y rueda dentada, en alusión al comercio y a la industria. Al lado, en el número 10, había más Subirachs: una vuelta celeste y las fases de la luna. Travertino y metal. Y grandes dimensiones. La pieza decoraba una tienda de General Óptica. Ahora luce en las oficinas de la empresa en Cornellà. Sí han conservado el mural en el establecimiento de la cadena que hay en la de Rambla de Catalunya. No en vano durante año Subirachs hizo el interiorismo de todas las tiendas de General Óptica, aquí y allende los mares.

También recibió más de un encargo del Banc Sabadell. Uno aún es visible, y mucho. Ocupa toda la fachada de la entidad bancaria no lejos de la óptica citada. El otro, ha tenido peor suerte. Flanqueaba la  entrada de la sede corporativa de paseo de Gràcia. Eran dos esculturas: Ariadna y Hermes. Estuvieron ahí hasta el 2010, cuando el edificio se vendió y el Banc Sabadell se llevó las obras consigo. Podía. Eran suyas. Finalmente en el 2013 los mitos griegos volaron a Montserrrat en forma de donación. Fue uno de los grandes disgustos del escultor: ver desaparecer su obra del bulevar por antonomasia de Barcelona. Y eso que aún no había llegado lo peor: la destrucción, literal, en el 2014 de las barandillas que diseñó para el aparcamiento subterráneo del paseo. Baldosas azule y blancas que jugaban con las letras P y B en alusión a las palabras párking y Barcelona. Quedan  restos en el interior del garaje.

En el Poblenou

Pero no todo es desierto para Subirachs en el paseo de Gràcia. Justo en la otra punta de la avenida se ubica la que quizá es la pieza más vista del escultor: la ven, aunque desconozcan a su autor, todos los usuarios del metro que diariamente transitan por la estación de Diagonal. Siete por tres metros de hormigón policromado que representan en tres plafones el desarrollo urbanístico de la ciudad: la cuadricula del Eixample, el casco antiguo y el puerto, y que coronan el acceso a la Línea 3.

Son unos cuantos ejemplos de la huella dejada por Subirachs, pero hay muchos más: los vestíbulos de los edificios Chipre, Creta, Júpiter, Catalonia... y sobre todo hay, en Poblenou, el Espai Subirachs, el centro que vela por su legado.