BARCELONEANDO

El primer sopapo moral

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Ramón de España

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La primera bofetada moral que recibí en esta vida fue descubrir que los Reyes Magos eran mis queridos padres, ¡y todavía me duele! ¿Recuerdan a Kevin Spacey en 'American beauty', reconociendo que el momento álgido de su jornada es la gallarda con que se obsequia en la ducha y que a partir de ahí ya va todo cuesta abajo? Pues lo mío fue lo mismo, pero en versión trascendente e inicio de una angustia vital que no me ha abandonado jamás. Me informó de la engañifa un compañero de 'Can Culapi' que adoptó un tono sabihondo y superior, parecido al que en la adolescencia usan los que ya han tenido conocimiento carnal mientras tú sigues haciendo el pardillo y sin saber nada de la otredad, que decía Machado. Tras consultar a mis padres, reconocieron que sí, que me habían engañado como a un chino, y creo que fue entonces cuando empecé a perderles la confianza. Contarle patrañas a tu descendencia no es la mejor manera de que ésta inicie su paso por la vida de una manera razonable, ¿no les parece?

Reflexionaba al respecto la tarde de Reyes mientras veía por la tele unos minutos de la Cabalgata de Barcelona, en la que, afortunadamente, a ninguno de los magos de Oriente se le ocurrió dar vivas a Ada Colau ni reclamar el empoderamiento femenino. Ahí estaban Melchor, Gaspar y Baltasar tomándole el pelo a una nueva generación de barceloneses cuyo principal motivo de orgullo es haber conseguido dejar de cagarse encima. ¡Sigue la farsa! ¡Todo sea por la ilusión de los pequeñines! Y cuando la ilusión se desvanezca, ¿qué? Pues ya tenemos a miles de niños que acaban de recibir la primera en la frente y que intuyen, como Spacey en la ducha, que a partir de entonces todo irá cuesta abajo. Por no hablar de la pérdida de confianza en los adultos en general y en sus progenitores en particular: como dijo Evelyn Waugh cuando hizo saltar de una mesa a uno de sus hijos asegurándole que lo recogería, para luego apartarse y dejar que el chaval se diera un buen morrón, “No te fíes ni de tu padre”.

Como la supuesta evolución de la humanidad es únicamente tecnológica, el horror sigue siendo el mismo, pero el conocimiento ya no llega de un compañerito perdonavidas, sino de Google. Así descubren ahora los niños que los han timado de mala manera. Eso sí, siguen acudiendo a sus padres para que les confirmen la triste realidad, momento en el que algunos progenitores pretenden alargar la engañifa recurriendo, ellos también, a la tecnología. Es el caso de un periodista de Cuatro, Gabriel Cruz, de cuya historia me entero gracias a 'El mon' -hay que entrar en el mundo demencial de los digitales indepes porque abundan en perlas cultivadas que no encuentras en ningún otro sitio: yo ya no puedo vivir sin los artículos de Ramón Cotarelo, por ejemplo-, que le dedica unas líneas.

Una web y todo

El tal Cruz, ante las preguntas inquisitivas de su hija de 10 años, se metió en internet, vio que en todas partes se reconocía que los Reyes Magos son los padres y, en vez de obrar en consecuencia y reconocer el tocomocho moral, creó una página web (losreyesmagos existen.com) en la que explica las razones científicas que le llevan a creer en la existencia de los del oro, el incienso y la mirra.

Sin duda, hace falta moral para empeñarse en una tarea tan absurda, pero…¿Y si le pasa lo mismo que a mí? ¿Y si aún no se ha recuperado del trauma infantil y ha decidido que la vida carece de sentido sin la existencia de los Reyes Magos? Parece que la página recibe bastantes visitas y le ocupa cierto tiempo al señor Cruz, que agradecería algún tipo de patrocinio. De hecho, llamó a unos grandes almacenes para sacarles algo y se lo quitaron de encima con muy malas maneras. A mí este hombre me enternece, qué quieren que les diga. Ha decidido creer en los Reyes Magos y convertirlos en una causa personal para que los niños no empiecen a vivir en las peores circunstancias posibles.

Hay quien se toma la estafa de los Reyes Magos como un rito de paso más. A mí me convirtió en un escéptico de por vida y me pareció el primero de una serie de timos inacabable. Les dejo, que tengo que entrar en la página del señor Cruz a ver si me convence. Es por mi bien.