BARCELONEANDO

Deporte olímpico con cartas

Es un juego con fama de 'hobby' de viejecitas, pero tiene hasta federación internacional. En Barcelona hay una escuela de 'bridge' que da clases todos los días

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Ana Sánchez

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Dos minutos en la mesa de juego y se te queda la misma cara que al leer un tuit de Trump. “Yo soy la muerta”. Mercedes se presenta como si acabara de salir de The walking dead. “Pero estos muertos están muy vivos”, se ríen los demás alumnos con revuelo colegial. Todos pasan de los 45 años. Es su cuarta clase, aunque se les ve más perdidos que a los votantes de Ciudadanos. Acaban de llegar al tema 2: “Fabricar y realizar bazas”. En estas clases se habla de corazones, tréboles y picas con solemnidad académica. “Esto es complicadísimo”, te susurran en cuanto no los ve el profesor.

Resumir cómo se juega al bridge es tan difícil como intentar explicar en qué trabaja Chabelita. “El ajedrez de las cartas”, lo llaman. Pocos saben que este juego con fama de hobby de ancianitas es un deporte olímpico. Si se teclea en Google, aparecerá una federación internacional (www.worldbridge.org), millones de vídeos, apps, clubs y un buen puñado de famosos con baraja. “A los inversores les encanta jugar al bridge”, ha titulado alguna publicación de economía. Es habitual pillar a Warren Buffett compartiendo partida con Bill Gates.

"Es un juego que no tiene techo"

“No es de abuelitas”, reniega con la cabeza Montse. Ella tiene 49 años y lleva tres semanas viniendo a clases de bridge. Hay 12 alumnos tomando apuntes alrededor de una baraja tamaño XXL. Lunes noche. La sala está llena de mesas con tapete y gente con cartas en las manos. Es La Escola de Bridge (Saragossa, 22). Dan clases todos los días.  

“Es un juego que no tiene techo”, promete Xavier. Él sabe de techos: mide 1,95. “He tomado mucho Cola Cao”, se ríe. Xavier Goberna, 58 años, puede estar seis horas seguidas con cartas en la mano. “Si juegas en competición, es agotador”, resopla.

"Muchos médicos lo recomiendan para prevenir el alzhéimer”, asegura Xavier Goberna

Hace 30 años que es profesor de bridge. Hace dos que abrió esta escola. “El bridge es como un idioma –asegura-. Van apareciendo cosas nuevas y la gente tiene que estar actualizada”. Ahora tendrán unos 160 alumnos, calcula.  

¿Que por qué aprender a jugar al bridge? “Para activar la mente”, dice Mercedes (57 años), una de las alumnas de hoy. “Es un reto”, añade Josep (66). “Te hace pensar”, señala Anna (54). “Estamos invirtiendo para el futuro”, apunta Sol (55). “Muchos médicos lo recomiendan para prevenir el alzhéimer”, asegura Xavier.

Aquí lo llaman “gimnasio mental”. “Porque tienes que estar todo el rato contando, prestando atención a las cartas que van saliendo”. No puedes echarle las culpas a la suerte. “Se juega más con la memoria y la estrategia”, detalla el profesor.

Campeonatos de bridge júnior

“Tiene fama de juego de inglesas ricas tomando el té”, se encoge de hombros Jordi Sabaté. “Es muy difícil luchar contra eso”. Él es el presidente de la Asociación Española de Bridge (AEB). Tienen más de 5.200 asociados –calcula-, 650 catalanes. Uno de sus equipos ha llegado a ser cuarto en un campeonato del mundo, saca pecho.  

“¿Un juego de cartas para jubilados?”. Responde a la pregunta retórica su vídeo para neófitos que circula por Youtube: “En España se dan cursos de iniciación en escuelas universidades”, detallan. “Hay campeonatos europeos y mundiales de bridge júnior”. En el 2018, de hecho, compitió en Croacia una pareja veinteañera de Barcelona (Daniel Puerto y Jordi Rafecas).

Es una asignatura complementaria en las Escoles Betlem de Premià de Dalt. “Y en algunas universidades se da como asignatura de libre elección”, asiente Ángel Cobas desde la Associació Catalana de Bridge. Ellos tienen unos 800 afiliados. En Barcelona hay 7 clubs, apunta. Celebran cada lunes los Open de Catalunya y organizan desde hace una década el Open Internacional de Barcelona, que concentra en febrero a 300 jugadores de todo el mundo. Dicen que juegan al bridge cada semana más de 2.000 personas en Catalunya. Decenas de millones en todo el mundo, según la federación internacional. Un submundo de mesas repletas de muertos.