BARCELONEANDO

El catalán que rechazó un premio de Maduro

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Mauricio Bernal

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Ocurrió a finales de septiembre y ocurrió en Venezuela: el Ministerio del Poder Popular para la Cultura hizo públicos los nombres de los ganadores de los Premios Nacionales de Cultura 2016-2018, entre ellos, por primera vez, el Premio Nacional de Diseño, otorgado al venezolano nacido en Cardedeu Santiago Pol, una institución en el país suramericano, en Suramérica y a nivel mundial. Pol tardó en enterarse, quizá porque no estaba en Venezuela sino en Barcelona, donde lleva viviendo un abundante año desde que tomó la decisión de regresar a su tierra de origen para poner un océano de por medio con su país de adopción, donde se ha vuelto muy difícil vivir. Pero se enteró: se lo contó un amigo desde Venezuela. Y Pol rechazó el premio.

"Estoy totalmente en contra de este régimen de terror", escribió en el manifiesto con el que rechazó el premio

"Me escribió un amigo por Instagram. Me dijo: 'Santiago, te han dado el Premio Nacional de Cultura', y yo: 'No… Tú estás atrasado, estás equivocado, eso fue en el 2001…'" Así es: Pol ya había sido agraciado con un premio, pero no de Diseño, que entonces no existía, sino de Artes Plásticas. "Pero igual me lo otorgaron por mi trabajo como diseñador, simplemente porque entonces no había premio de diseño. Aunque también porque consideraron que lo que yo hago a nivel de diseño tiene categoría de arte". Pol pensó que su amigo se refería a ese premio, pero no: lo acababan de premiar de nuevo. El Ministerio del Poder Popular para la Cultura libraba por primera vez un premio en la categoría específica de Diseño y se lo concedía a Pol para rendir homenaje a sus 50 años de carrera artística. Pero Pol lo rechazó. "Es el primer premio nacional de diseño que se otorga, y lo rechacé".

Lo que queda por vivir

Como millones de venezolanos en los últimos años, Pol abandonó el país con su familia ante la evidencia de que las condiciones de vida "eran muy difíciles, por no decir infernales". "Hay una ecuación que es muy simple –dice–: yo tengo 73 años, y quiero vivir lo que me queda de vida lo más placentera y feliz y esplendorosamente posible. Y eso en Venezuela, actualmente, no se puede hacer. No bajo este régimen que tiene una doble moral, una doble cara", agrega, refiriéndose al Gobierno de Nicolás Maduro. Como todos en su situación, lo dice con dolor.

Nacido en cardedeu, emigró con su familia cuando tenía 8 años y desarrolló toda su carrera en Venezuela

Pol emigró con su familia cuando tenía 8 años y se volvió venezolano, y en Venezuela desarrolló íntegramente su carrera. Estudió en la Escuela Cristóbal Rojas de Caracas y en la Escuela Superior de Bellas Artes de París. Cuando empezó a trabajar se especializó en carteles, de los que ha hecho más de medio millar, entre ellos para el Festival de Teatro de Caracas o los Juegos Olímpicos de Pekín; o uno celebradísimo de Polar, la cervecería estrella de Venezuela. Es ingente su obra, y muy apreciada, y por supuesto muy premiada, a nivel nacional e internacional. Sus obras se exponen en las colecciones de artes gráficas del Louvre, el MOMA y la National Library de Washington. Representó a su país en la Bienal de Venecia del 2005. En fin. El diagrama de líneas del metro de Caracas lo diseñó él. "Desconfío siempre de la primera idea", dice, cuando habla de su método de trabajo. Y luego añade: "Soy de la vieja escuela".

Un manifiesto

Enterado del premio, y deseoso de marcar distancias con el régimen de Maduro, Pol envió una carta al diario 'El Nacional', un mensaje redactado en forma de manifiesto que decía lo siguiente: "Como diseñador, como artista, como docente y como ser humano estoy totalmente en contra de este régimen de terror que se ha dado a la tarea de destruir sistemáticamente a Venezuela. Por esta razón y muchas otras rechazo el  Premio Nacional de Cultura 2016-2018 en Diseño, el cual, según los otorgantes del mismo, resume mi trayectoria de 50 años de oficio". El diario le hizo una breve entrevista telefónica tres días después, seguida del consabido revuelo en las redes. Reacción oficial, en cambio, no ha habido.

En Barcelona, Santiago Pol está dedicado a su arte. No al diseño, sino a su arte. Tiene un espacio alquilado en un 'coworking' de la calle de Consell de Cent, y vive lo más placentera, feliz y esplendorosamente posible.