EN 7 MESES

Barcelona frena con mediación los conflictos en pisos turísticos

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Patricia Castán

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Señalizar la puerta o el timbre de un piso turístico, instalar moqueta en el suelo o facilitar zapatillas para que los turistas no deambulen con los zapatos puestos por el piso son pequeños gestos que pueden mejorar la difícil convivencia de los pisos de vecinos con los apartamentos turísticos por días. Esos cambios ejercen de vaselina al acabar con un concierto de timbrazos que torturan a los residentes de la finca o el pertinaz ruido de unos tacones. Son algunas de las recetas dispensadas desde hace siete meses por cuatro profesionales que ejercen de mediadores entre las dos partes -a instancias del Ayuntamiento de Barcelona- para solucionar los conflictos en algunas viviendas turísticas. Han visitado 300 comunidades y solventado con asesoría y mediación 238 casos.

Como avanzó EL PERIÓDICO, el consistorio optó a principios de año por contar con un equipo  para mediar en los casos de quejas vecinales por las molestias de pisos turísticos legales. Se pretendía así mejorar el encaje de esta actividad, que suma 9.675 viviendas turísticas (58.911 plazas) en la ciudad, pero genera unas 2.000 incidencias al año, sobre todo a través de quejas a la Guardia Urbana. Y como las sanciones no siempre solucionan el problema, el ayuntamiento trata de fomentar el diálogo entre propietarios de los pisos por días y vecinos afectados por diversas molestias para mejorar su «calidad de vida», con notables resultados hasta la fecha, como presentó ayer el primer teniente de alcalde, Jaume Collboni.

La patronal Apartur recordó que había propuesto la fórmula hace cuatro años y concluyó que «con una buena gestión es posible la convivencia».

En este periodo, se ha atendido a más de 300 comunidades, con un total de 372 actuaciones, de las que 238 se han resuelto por asesoría o mediación. En el resto de casos, se han derivado a servicios de inspección (57) y a técnicos de convivencia del distrito (12). Mientras que 89 siguen abiertos y 45 se han cerrado por falta de acuerdos o derivación a otros servicios.

Maletas y fiestas

El saco de las quejas se nutre sobre todo de ruidos de movimiento de maletas, muebles o pisadas (23% de las problemáticas), follón de fiestas(24%), daños o mal uso de zonas comunes (15%), incidentes causados por consumo de alcohol o drogas (13%) o falta de intervención de los propietarios del piso turístico (11%). Al contactar con este o el operador profesional de la vivienda, el mediador plantea la queja y, si hay buena voluntad por su parte, se intenta alcanzar una solución que muchas veces puede ser sencilla.

La lista de cambios que han suavizado los roces en muchas fincas incluye desde actuaciones más contundentes (instalar un sonómetro o un agente nocturno)a muchas adecuaciones sutiles. En este ámbito figuran cambiar la distribución de las habitaciones del piso turístico para que no moleste, cambiar los horarios de entrada oficial o salida de viajeros, cerrar los accesos a terrazas, poner tapetas en los muebles o moquetas para minimizar ruidos, instalar topes en las puertas, reducir las camas ofertadas, no utilizar zapatos en la vivienda, mejorar el contacto telefónico de los vecinos con el operador, colgar carteles con las normas de convivencia, hacer los check in presenciales, señalizar el interfono o filtrar los perfiles de huéspedes.