BARCELONEANDO
Huertos en el cielo
Nadie puede negar que estas verduras están a la altura. Crecen en una azotea de la Barceloneta. Es el primer 'huerto in the sky', un proyecto que pretende convertir los terrados vacíos en "azoteas vivas"
Ana Sánchez
Periodista
En vez de “¿cómo estás?”, a ella le preguntan “¿que has hecho qué?”. No sabe cocinar, pero sí tirar hachas. Si le haces una pregunta retórica, lo más probable es que la responda. Autora de ‘Barcelona increíble’ (Ediciones B).
Ana Sánchez
“¡Las judías están guapísimas!”. Adela y Lidia echan piropos a las verduras con intensidad de andamio. Será para compensar que las han dejado plantadas. Hay jardineras inmensas allá donde mires, CDs colgantes para ahuyentar a los pájaros. Un urbanita estándar se desenvuelve aquí con la misma torpeza que en Granjero busca esposa. Eso son zanahorias –te descubren lo que hay entre las hojas con ademán de explorador con salacot-, ahí están los pepinos, las guindillas, las fresas. Te dan a probar la rúcula –mmmm-, ahora una flor que sabe a mostaza. Hasta te entran ganas de que te den calabazas. “Estas son las berenjenas blancas –añade Adela con orgullo maternal-. Mira qué chulas”. Hoy también se ven acelgas de colores y una lechuga tan espigada que podría pasar por el moño de Amy Winehouse. Le ponen tanto empeño a este huerto que no te sorprendería ver brotar a algún hombre de la tierra a lo Amanece que no es poco.
Son cosechas que estarán a la altura, eso aquí se sabe con la misma certeza que tiene Julio Iglesias en una prueba de paternidad. Estas verduras crecen con tendederos de fondo y vistas a la iglesia de San Miguel. Están a cuatro pisos de la civilización con chanclas y camisas hawaianas. Hace dos meses que se plantaron en una azotea de la Barceloneta. Es el primer huerto in the sky.
“Queremos convertir las azoteas vacías de Barcelona en huertos urbanos de economía circular”, resume su cuenta de Instagram (@huertosinthesky). “Engancha, ¿eh?”, advierte Adela, su ideóloga. “Y descubres –confiesa- que no conoces de dónde vienen los alimentos”.
"Vi que todas mis terrazas vecinas estaban vacías y empecé a investigar”, recuerda Adela. Descubrió la Brooklyn Grange Farm: 3,1 acres de cultivos en azoteas de Nueva York
Adela Martínez tiene 43 años y un idealismo adolescente. Es teleco. “Nada que ver con huertos”. Eso dice, pero si pasas más de cinco minutos con ella, te entrará la necesidad vital de recolectar algo. ¿Quién la llevó al huerto? “Fue una casualidad –responde-. Vi que todas mis terrazas vecinas estaban vacías y empecé a investigar”. Y descubrió la Brooklyn Grange Farm. Esto es: 3,1 acres de cultivos en azoteas de Nueva York.
“Ya van por el tercer edificio –resopla Adela-. Pensé que aquí se podría hacer lo mismo, pero a pequeña escala. Vi que el Ayuntamiento daba ayudas para cubiertas verdes. ¿Pero por qué nadie lo hace? Y me fui encontrando a gente por el camino, como Lidia”.
Lidia Calvo asiente al lado. “Lo que a Barcelona le falta es verde”, insiste también. Hace cuatro años que ella fundó Eixverd, una empresa que monta cubiertas verdes. “Con lo que me contó Lidia, me animé”, recuerda Adela. Y su idea se convirtió en proyecto: “Huertos in the sky como agentes de cambio. Azoteas vivas en Barcelona”.
Revitalizar las comunidades
El proyecto tiene tres objetivos. Adela los enumera ya de carrerilla: 1. “Reducir la huella ecológica al producir alimentos kilómetro 0”. 2. “Revitalizar las comunidades de vecinos”. Y 3. “Ayudar a una persona en riesgo de exclusión social a volver a reinsertarse laboralmente”. El proyecto consiguió el año pasado 5.820 euros en Goteo para crear un prototipo. “Era un matchfunding con el Ayuntamiento –recuerda Adela-. Por cada euro que ponía la ciudadanía, el Ayuntamiento ponía otro euro. Eligieron 22 proyectos. Uno de ellos fue este”.
No es el primer vergel con fines sociales que toca techo. Entre los 464 huertos urbanos en los que colabora el Ayuntamiento, hay 5 en azoteas municipales gestionados por personas con discapacidad. Y adelantan que hay más en proyecto.
Ha pasado un año desde que consiguió la financiación. “Todo el tema burocrático lleva mucho tiempo”, resopla Adela. “No encontraba gente que me asegurara esto. Y el estudio de carga llevó su tiempo". Este huerto tiene toneladas de tierra, aunque "los nuevos sistemas de cultivo hidropónico -apunta Adela- ayudan a aligerar el peso para cubiertas más exigentes".
Organizarán eventos en el huerto en 'petit comité': “Charlas de sostenibilidad y 'team building' para empresas”
En marzo empezaron a subir las jardineras. Plantaron en mayo. Ya recolectan casi a diario y han hecho sesiones de puertas abiertas. Pretenden fomentar que la gente haga lo mismo en sus azoteas. “Y si no pueden –apunta Adela-, que se asocien, vengan aquí y cosechen su propia cena”. (Hay que apuntarse en el link de su bio de Instagram). También organizarán eventos en petit comité: “10 personas, charlas de sostenibilidad, team building para empresas”.
¿Que cuánto cuesta? La inversión inicial te deja la cara tan verde como el huerto: “Este de 47 metros cuadrados, unos 20.000 euros”, dice Adela. “No es barato –asiente-. Pero es una inversión inicial, y luego está ahí. Se genera bastante producto”. De momento, el proyecto está en el proceso de “ver cómo convertirlo en viable”. En el huerto-prototipo, por ejemplo, colabora el restaurante de abajo, L'Ostia. “También había pensado ir a empresas –añade Adela-. Que los empleados puedan subir y coger sus verduras”.
Y, sí, engancha. A los diez minutos no hay quien te haga soltar las tijeras de podar. “Es volver a la esencia –te justifica Adela-. A veces dicen que cuanto más simples somos, más cerca estamos de lo que es la vida, ¿no?”
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