vestigios urbanos

Unas obras en el Raval sacan a la luz los restos de un antiguo metro de Barcelona

El proyecto fallido, de los años 30, debía unir la Rambla con la montaña de Montjuïc por debajo de la calle de Nou de la Rambla

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Natàlia Farré

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Perforar el suelo de Barcelona suele conllevar sorpresa. No en vano bajo las calles de la ciudad se asientan siglos de historia. Encontrar vestigios romanos, medievales o de los siglos XIX y XX forma parte de lo esperado, ahí están los colectores del primero o los refugios antiaéreos del segundo. Lo que no suele estar en la agenda es topar con un inmenso agujero encofrado de anchura considerable y 13 metros de profundidad con escaleras de madera en forma de zigzag incluidas. Y eso es lo que pasó cuando se empezó, el pasado mes de marzo, a agujerear la calle del Est para instalar una red de recogida neumática de basuras en el Raval. 

Mucho agujero y de una configuración "rara e inusual", juicio del arqueólogo Xavier Maese, del Servei d’Arqueologia de Barcelona, que resultó ser lo que queda de una fracasada línea de metro que a finales de los años 20 se proyectó, y empezó a construir, para unir la Rambla, desde la estación del Liceu, con la calle del Marqués del Duero (en la actualidad Paral·lel) a través de la calle del Conde del Asalto (ahora conocida como Nou de la Rambla). En el horizonte estaba la Exposición Internacional del 29 y la consecuente urbanización de Montjuïc.

Llegar al Ferrocarril Subterráneo ejecutado por la concesionaria S.A. Funicular de Montjuich no fue fácil. El agujero, además de "raro" era "poco seguro". Imposible de explorar. Así que lo suyo fue avisar a la unidad de subsuelo de los Mossos que a su vez llamaron a la subacuática pues las aguas freáticas cubrían unos 4 metros del pozo y no dejaban llegar a una pequeña galería que conectaba con una segunda. El misterio sobre qué era la estructura encontrada duró hasta que se dio con un vecino del Raval docto en historia del barrio. Él fue quien lanzó la alerta de que aquello eran las obras empezadas y no acabadas del metro que debía unir la Rambla con el Paral·lel y que no pudo llevarse a cabo por múltiples problemas: vecinos enfadados, edificios agrietados, huelgas de obreros, falta de financiación  y aguas freáticas. 

Tres tramos de vía

El agujero es el pozo de ataque y las dos minigalerias son el acceso a lo que debía ser el túnel y el principio de este, del que solo llegaron a construirse 5 metros. El proyecto se gestó en 1926 y tenía tres fases: el funicular desde Paral·lel hasta el parque de Montjuïc, y un segundo tramo hasta el castillo. Estos se acabaron en 1929. Y de hecho, el primero aún funciona; el segundo se mantuvo hasta principios de los 80. El tercer tramo fue el que fracasó. En abril de 1930 se licitó la obra y en el 34 se le denegó el permiso por todas las vicisitudes antes citadas. Además de pozo de ataque y el inicio de lo que debía ser el túnel, se erigieron también parte de la estación de Paral·lel  (aún en pie) y las cocheras, talleres y subcentral transformadora localizadas en el cruce de Nou de la Rambla con la calle de Vila i Vilà. 

Documentado el vestigio, se trata de reforzar la estructura y continuar con la red de recogida de basura. No se tapará porque es demasiado grande pero tampoco se mantendrá como resto arqueológico. No tiene valor como vestigio pero sí como sorpresa. Es la primera vez que el Servei de d’Arqueologia topa con una estructura de semejante tamaño.

Casi un siglo de historia

La red de metro de Barcelona se inauguró el 30 de diciembre de 1924, con Alfonso XIII en el trono y la dictadura de Primo de Rivera en el Gobierno. Y se hizo con expectación, el público acudió en masa, y boato: la prensa de la época recoge la presencia del infante Fernando de Baviera vestido de general, alfombras en las escaleras y macetas con plantas tropicales en las taquillas. Además de lunch en el andén. Se pusieron en marcha cuatro estaciones: desde Lesseps hasta la plaza de Catalunya (la actual línea verde) de lo que se conocía como Gran Metro. En 1929, la línea ya llegaba hasta el Liceu y tenía un ramal que salía de Aragón (ahora Passeig de Gràcia) hasta Jaume I, hoy en día parte de la línea amarilla. 

Paralelamente al Gran Metro, se inició la construcción del Metro Tranversal, con un recorrido con inicio y final en la Bordeta y la plaza de Catalunya. La primera piedra la puso el rey el 8 de junio de 1922 y la inauguración  del nuevo suburbano tuvo lugar el 10 de junio de 1926. Fue el embrión de la actual línea roja.