BARCELONEANDO

Un eructo durante la comida

El escritor y periodista Luis Benvenuty publica 'Te van a coger', una turbadora novela con elementos de distopía y trasfondo de arte urbano ambientada en Barcelona

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Mauricio Bernal

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Se congrega la gente del arte urbano para inaugurar la exposición de un artista (urbano) en alguna galería, o para algún evento al aire libre en el que todos plasman su arte en las paredes, o para celebrar la puesta en marcha de algún proyecto municipal de los que les ceden muros –siempre escasos, de un tiempo para acá– para expresarse, pero es menos habitual que se reúnan para la presentación de un volumen literario, como ocurrió el otro día en el teatrino del bar La Rubia, en el Raval. ¿Por qué estaba allí Marc García, responsable del programa de Persianes Lliures –el que puso las persianas de los comercios al servicio del arte urbano–, y por qué estaba Marta Ballesta, periodista vinculada a proyectos de arte urbano, y qué hacía Arcadi Poch, curador y experto en el tema, camino de La Rubia aunque al final motivos de fuerza superior le impidieran llegar? Los congregaba la presentación de un libro que va de muchas cosas, y que entre esas cosas va sobre grafiti y arte urbano. Y que tiene lugar en Barcelona.

"Es lo contrario de una novela 'guayona' barcelonesa con protagonistas patositos", apunta Kiko Amat

No se puede decir que el grafiti haya tenido muchos escritores dispuestos a volverlo asunto literario, así que naturalmente llama la atención en la mesa de novedades la portada en la que un gordo de barriga prominente vestido con traje apunta al lector potencial con un espray sobre un fondo colorido de arte urbano. Lo dicho: ‘Te van a coger’, de Luis Benvenuty, (Ediciones Carena) no solo es un libro sobre arte urbano, pero el arte urbano está ahí, como un vehículo para expresar ideas, acaso verdades. Mucho menos que antes de la rigurosa normativa sobre civismo que ahuyentó a los artistas de Barcelona, al barcelonés medio y caminante –y observador– la ciudad le dispara arte desde las paredes. Son disparos amables. Y es arte en algunos casos y en algunos casos no tanto, ya se sabe. En esta ciudad de los espráis, el protagonista de la novela va con su hijo pintando moscas por la calle. Nubes de moscas.

"Antes de pintar, Guzmán, recuerda siempre…"

"¡A derecha e izquierda has de mirar!"

"Efectivamente, hijo mío".

Si yo pintara moscas...

Comoquiera que el hijo del autor también responde a ese nombre, y comoquiera que el protagonista de la novela, como el autor, también es periodista (devenido, novela de por medio, en terrorista), y en fin: comoquiera que el susodicho protagonista responde al apellido de Benvenuty, cabe que el lector del libro se pregunte, como es habitual, dónde está la frontera entre la realidad y la ficción. Y Benvenuty responderá: "Es una autoficción. Me pregunto cómo sería si yo fuera un dibujante de moscas o un sexagenario que se dedica a destruir monumentos célebres. La autobiografía es: ‘Una vez pillé a mis padres en la cama y por eso soy así’. La autoficción es: ‘¿Qué pasaría si yo fuera de otra manera?’ Es como cuando te imaginas dándole una paliza a un hombre que te empujó por la calle. ‘¿Qué habría pasado si yo fuera un tipo violento, rudo de verdad?’, te preguntas. En este caso: ‘¿Qué pasaría si yo me decidiera a destruir este mundo de mierda?"

"Es para que te sientas mal. Está hecha con voluntad de molestar y ser desagradable", dice el autor de su obra

El arte urbano pasa por la novela como pasan el asperger, los 'glory holes' (esos agujeros en la pared al servicio del sexo, por lo general oral); como pasan los últimos coletazos del periodismo tal y como lo conocíamos y como pasa un futuro donde la gente se comunica solo por aplicaciones y está mal visto el contacto personal. No es una novela amable, pero quién quiere escribir una novela amable. "Es para que te sientas mal. Está hecha con voluntad de molestar y ser desagradable. Como un eructo en la comida. No todo tiene que ser enriquecedor y edificante”.

Dos fueron los encargados de presentar la novela el día de La Rubia, el escritor Kiko Amat y el poeta Xavi Sastre. Aún se puede encontrar en el blog del primero su comentario sobre la obra: "Su novela está llena de asco, violencia, odio y 'testículos resobados'. Es lo contrario de una novela 'guayona' barcelonesa con protagonistas patositos y entrañables chicas estoy-loca oh-qué-imprevisible con coletas". Y aún se recuerdan las palabras de Sastre: "Una novela global, coyuntural, política, económica, social y cultural, un trabajo que llega a funcionar como crítica fatal contra uno mismo y, en consecuencia, contra todos". Con sus aguijones de pelo platino y sus ojos pintados, Benvenuty escuchaba.