Barcelona pide que las licencias de piso turístico sean temporales y revisables

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Patricia Castán

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Quien tiene un piso turístico legal en Barcelona tiene una mina que suele resultar más rentable que un sueldo medio en la ciudad. En el caso de inversores con una gran cartera de pisos, es un negocio en toda regla. El más fácil y amortizado de la ciudad, teniendo en cuenta que sus titulares en su día pagaron poco más de 200 euros para obtener una licencia que los autoriza a ejercer la actividad, mientras que quienes no llegaron a tiempo de tramitarla se convertían en pisos ilegales abocados al cierre. Pero ser legal no equivale siempre a no causar molestias, ni encajar en la vida de una comunidad de vecinos, lo que ha llevado entre otras motivaciones al ayuntamiento a solicitar al Govern que su futuro decreto de Turisme introduzca la temporalidad en las licencias. Que en lugar de ser "eternas", sean por un periodo de tiempo determinado y revisables para su renovación o no.

El fenómeno de los pisos turísticos vio cerrado su grifo con aproximadamente 9.600 licencias en la capital catalana. El plan especial urbanístico de alojamientos turísticos (PEUAT) solo permite nuevas licencias si antes se produce una baja y en barrios no céntricos, bajo requisitos difíciles de cumplir. Pero ese coto ha convertido en privilegiados a quienes sacaron a tiempo su licencia (no era necesaria ninguna condición previa más allá de tener cédula de habitabilidad), con el único retorno ciudadano de una tasa turística que no siempre abonan todos los ocupantes. Paralelamente, ha fomentado la especulación con las licencias, de forma que el precio de pisos con licencia turística está muy encima del de una vivienda sin. La temporalidad en los permisos permitiría, pues, que no siempre se beneficiasen los mismos operadores de esta actividad, y "evitar algunas malas prácticas" ahora difíciles de sancionar o erradicar, explica a este diario Janet Sanz, teniente de alcalde de Urbanismo.

La misma fuente agrega que el consistorio ha logrado extinguir más de 90 licencias en casos de incumplimientos como la falta de cédula de habitabilidad o divisiones no autorizadas de las viviendas. En ocasiones, precedidas por un proceso judicial largo y costoso, porque la normativa vigente no trata esta práctica como una actividad comercial.  

Oportunidad de cambios

El ayuntamiento ya introdujo sugerencias respecto a las licencias en las alegaciones al decreto de turismo que lleva casi dos años de retraso y está llamado a poner al día las reglas del juego en el alojamiento, haciéndose eco de nuevas realidades como las habitaciones por días en pisos particulares. Sanz ve en esta actualización la "oportunidad perfecta" para evitar que una licencia sea permanente y dotar de más herramientas a las Administraciones para mejorar su gestión y control. Así lo han expresado ahora ante la Generalitat y lo articularán por escrito. Han estudiado el caso de Madrid, que las extinguieron en algunas zonas, y están analizando las repercusiones jurídicas que pudiera entrañar hacer que esta regulación fuera retroactiva. 

De la misma manera, confían en el paraguas legal del Govern para poder regular la transmisión de licencias, ahora de mano en mano con la venta de una vivienda que la posea. Para la edila, la temporalidad permitiría la reasignación, premiar también a los buenos operadores -hay muchos pisos donde no se generan molestias y trabajan por la convivencia-, y presionaría a los malos para corregir los problemas que generan, a riesgo de perder su licencia. Se plantea evaluar las críticas de los usuarios, si cumplen con los deberes fiscales y de tasa turística y su afectación a la comunidad de vecinos. 

Récord de venta de pisos a extranjeros con visados de oro

A la presión que han ejercido las viviendas de uso turístico sobre los precios inmobiliarios, hay que sumar la aportan los v<strong>isados de oro, o permisos de residencia que se otorgan a extranjeros que invierten más de medio millón en la compra</strong>. La medida, instaurada en una veintena de países europeos (en España desde el 2013), ha implicado una gran demanda de propiedades a este precio, que muchas veces son revendidas posteriormente o se destinan a un uso diferente a la vivienda, como ha constatado este diario. Algunos de sus compradores optan por alquilar temporalmente sus habitacione para rentabilizar la inversión. Sanz ha reclamado al Parlamento Europeo que se acabe con las Golden Visa, que durante la crisis sirvieron para dinamizar el mercado inmobiliario, pero en su opinión ahora fomentan la especulación. En toda España se han concedido unos 25.000, un 40% de los cuales se han concentrado en la provincia de Barcelona. La capital catalana suma 3.000, con una inversión de 3.000 millones, y poco control sobre el origen de ese dinero. Los chinos son los principales usuarios de las Golden Visa, seguidos por ciudadanos de Rusia, Estados Unidos, India y Venezuela.