ocupación de la vía pública

Los manteros vuelven a la estación de plaza de Catalunya de Barcelona un día después del desalojo

Los manteros vuelven a ocupar el vestíbulo de Renfe en la plaza de Catalunya tras haber sido desalojados el día anterior

Los manteros vuelven a ocupar el vestíbulo de Renfe en la plaza de Catalunya tras haber sido desalojados el día anterior / periodico

Guillem Sànchez / Óscar Hernández

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El Ayuntamiento de Barcelona lanza la pelota al tejado de los Mossos d'Esquadra. Sin la policía catalana "no resultará posible" mantener el vestíbulo de la estación subterránea de la plaza de Catalunya sin manteros, ha avisado este miércoles Amadeu Recasens, comisionado de Seguretat del consistorio bercelonés. De hecho, este miércoles al mediodía algunos vendedores ambulantes ya han vuelto a colocarse en la misma zona de la que fueron expulsados apenas 24 horas antes. A las 14.00 horas, su presencia ya era considerable. Sólo una hora después ya había más de un centenar, si bien el máximo de capacidad en este vestíbulo subterrñaneo es de unas 150.

La operación de desalojo que se llevó a cabo este martes por la tarde fue "una más de las que se realizan en colaboración con los Mossos". Pero lo importante no es desalojar a los vendedores ambulantes puntualmente "sino mantener este espacio vacío". "Y para lograrlo es absolutamente necesaria la cooperación de las instituciones".

Reunión a cuatro bandas

Este miércoles se ha celebrado una reunión entre Renfe, TMB, Mossos y Ayuntamiento de Barcelona para acordar un dispositivo conjunto de saturación cuyo objetivo es desembarcar en este espacio de forma permanente dotaciones policiales que impidan que los vendedores se instalen nuevamente. "Un operativo así solo se puede hacer conjuntamente". Las intervenciones puntuales son insuficientes y, por eso, Recasens "reclama más a los Mossos". 

El equipo de gobierno de Ada Colau encargó a sus servicios jurídicos un informe que concluyó, tal como avanzó este diario, que el intercambiador de Renfe es un espacio que competencialmente depende de los Mossos. Estos, sin embargo, insisten en que la competencia contra la venta ambulante corresponde a la Guardia Urbana, sin importar el espacio de la ciudad en el que se instalen los vendedores callejeros. Y reiteran que su papel es el de colaborar ocasionalmente en este tipo de operativos.

Más de cien vendedores

Este miércoles, 24 horas después del desalojo, los manteros han empezado a regresar poco a poco a la plaza de Catalunya a partir del mediodía. A las tres de la tarde, ya se habían colocado más de cien, lo que representa casi el 70 % del espacio disponible, que es todo el que circunda las máquinas canceladoras que dan acceso al nivel inferior, a los andenes de Renfe. Y también la zona donde convergen las escaleras que vienen de El Corte Inglés, del paseo de Gràcia y las dos de la rambla de Catalunya, así como los túneles de acceso al metro y al aparcamiento Saba.

La reaparición de los manteros, cuando no está la policía, no sorprende a nadie. "Es lo que ocurre cada vez que hay una operación de desalojo puntual del vestíbulo. Al día siguiente, si no hay presencia policial, los vendedores vuelven a colocarse", explicó un empleado de Renfe. Apenas 24 horas antes una nutrida presencia de agentes uniformados ahuyentó a los comerciantes, sobre todo a medida que requisaban la mercancía a la venta.

Hasta camarero ambulante

Ya esta tarde del miércoles, uno de los síntomas de la peculiar normalidad que se vive en este espacio público subterráneo desde principios del años pasado es, además de la colocación del centenar de mantas con bolsos, calzado deportivo, chaquetons de invierno y cinturones, entre otros muchos artículos, era la presencia de hasta el inmigrante que va repartiendo bebidas a los manteros con su bar-carrito.

Algunos vendedores se mostraban molestos y preocupados por las redadas policiales. Pero también resignados. "La semana pasada vinieron dos chicas del ayuntamiento y ya nos avisaron que en unos días ya no podremos vender más dentro de la estación", ha explicado Abdul, un senegalés de 25 años. Él por suerte se libró el martes de la redada porque estaba haciendo un curso de fontanería. "Pero tras veces me han quitado la mercancóia y hasta el dinero en efectivo, unos 200 euros", se ha lamentado.

Tanto Abdul como el resto de compañeros que aceptan hablar –la mayoría prefiere evitar a los periodistas– aseguran que ellos preferirían realizar cualquier actividad que no fuera la venta ambulante, sobre todo cuando siempre tiene que estar vigilantes para no tener que huir corriendo con la mercancía y evitar perderla y con ella las ganancias de toda una semana de trabajo.

Otro trabajo mejor

"Yo trabajaba en la construcción en Senegal y me encantaría poder trabajar de eso aquí, pero como no tengo papeles tampoco tengo trabajo. A ver si ahora con el curso de fontanería consigo otra cosa que no sea vender", ha indicado el joven senegalés, que vende pantalones de chándal presuntamente falsificados y adquiridos en los almacenes de venta al por mayor de Badalona.

"A mí la verdad es que me dan un poco de pena. Porque en cierta forma se están ganando la vida como pueden. Pero por seguridad no pueden quedarse aquí, en el vestíbulo de la estación", dice un vigilante veterano de Renfe mientras contempla a los jóvenes africanos sentados detrás de sus mantas. "La verdad es que si quieren vaciar este espacio de vendedores, deberán hacerlo muy bien. Ayer cuando vino la policia muchos salieron corriendo, saltando las vallas y las máquinas canceladoras, hacia el metro. No pasó nada, pero podría ocurrir", advierte.