NUEVO ACTO VANDÁLICO

Los grafiteros atacan un histórico vagón del metro de Barcelona

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J. G. Albalat / Toni Sust

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Unos grafiteros asaltaron hace un par de semanas las cocheras del metro de Can Boixeres, en l’Hospitalet de Llobregat, y estamparon sus dibujos en las paredes exteriores de un histórico vagón de la serie 100 (el 126), uno de los primeros que circularon por la ciudad de Barcelona, en 1926. Fuentes de Transports Metropolitans de Barcelona (TMB) han explicado a este diario que algunas pintadas son antiguas, de cuando el furgón estaba todavía alojado en un hangar. Sin embargo, sobresale un dibujo de color blanco que, según denuncian los trabajadores del suburbano, es reciente, de cuando el furgón fue abandonado a la intemperie por las obras que se están realizando en las instalaciones que lo acogían. La lluvia ha podido provocar más daños. Ahora, la reliquia está en un taller, según la compañía metropolitana.

En el furgón se puede apreciar la palabra “Killer” en blanco intenso. Con colores difuminados y apagados, se observan más grafitis, lo que hace suponer que son más antiguos. Es decir, no es la primera vez que este vagón sufre los ataques de los vándalos que se cuelan en las cocheras pese a la vigilancia que existe en el recinto. “Actúan cuando quieren, incluso a la luz del día”, explicar un empleado del metro. El ataque ha quedado a la vista de los trabajadores cuando las obras en el hangar provocaron que el viejo vagón permaneciera unos días al aire libre. En opinión de los empleados del TMB, el vehículo debería haber sido trasladado a las cocheras de El Triangle, en la calle Jaume Brossa, en el barrio de La Pau, donde se almacenan otras piezas de valor histórico.

Para la inauguración del primer tramo del Ferrocarril Metropolitano de Barcelona (Transversal), en 1926, entre la Bordeta y la plaza de Catalunya, se construyeron una decena de convoyes por la sociedad barcelonesa Material para Ferrocarriles y Construcciones (MACOSA). Cada vehículo costó 159,187 euros. Estaban numerados del 121 al 130. En 1929, para la Exposición Universal, se incorporaron otros dos trenes de esas características. Todos era de la serie 100. Estaban decorados al estilo modernista con colores amarillo y negro, lo que causó sensación entre los usuarios. Sin ir más lejos, se les llamaban “salones rodante” o “catedrales rodantes”. Y es que hasta 1967, fueron los mayores coches de metro en servicio en el mundo. En Barcelona, los túneles de la L-1 eran su hogar.

Trenes restaurados

En los años 50, estos convoyes fueron modernizados y perdieron su inicial color amarillo y negro por azul y crema, con el que llegaron al final de su explotación diaria. También se suprimieron sus característicos ventanales ovalados. Años después fueron recuperadas. La serie 100 se retiró de la circulación en los años 70 de forma progresiva. En los 80, tres coches (el 125, 126 y el 131) fueron restaurados y se repintaron como estaban el día en que se estrenaron (de amarillo y negro). Circularon los domingos y días señalados como tren histórico para rememorar los orígenes del  suburbano. En 1987, fueron retirados de forma definitiva.

De los históricos vagones de la serie 100, únicamente dos se quedaron en Catalunya. El 126, pintado de amarillo, se quedó en Barcelona, y el 131 fue a parar al Museo de Ferrocarril de Vilanova i la Geltrú, aunque después fue desguazado. El 28 de octubre de 1998, se inauguró en la estación de Francia una muestra para conmemorar el 150 aniversario de la llegada del tren a la Penísula. Allí, tras se retaurado de nuevo, se expuso el 126. En las cocheras de Can Boixeres, donde ha permanecido dentro de un habitáculo especial para él, esperaba su definitivo emplazamiento, pero ahora unos vándalos lo han dibujado.