PLANOS DESCARTADOS

La Barcelona que pudo ser y no fue

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CRISTINA SAVALL / BARCELONA

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Un jardín zoológico en el parque Güell, la primera propuesta de fachada de Francisco de Paula del Villar para la Sagrada Família; un embacadero en el frente marítimo dibujado por Antoni Gaudí cuando estudiaba la carrera de Arquitectura; la plaza de Catalunya diseñada por Pere Falquès en 1891; la estatua de Colón de August Font; el mercado del matadero en el Camp de la Bota; la edificación de la plaza de les Glòries, de León Jaussely (1911); el Institut Oceanogràfic de Barcelona, obra de Antoni Falguera; la Illa Diagonal de Mario Botta, y el edificio de Frank Gehry para la estación de la Sagrera son proyectos de grandes arquitectos ingenieros que se han desvanecido y no han llegado a materializarse en Barcelona por criterios urbanísticos, artísticos, políticos y económicos, o, simplemente por infortunio.

La historiadora Carme Grandas descifra en su ensayo 'La Barcelona desestimada. L'urbanisme de 1821 a 2014', publicado por Àmbit, la ciudad que pudo haber sido y que no fue en los años en que la urbe enmurallada se transformó en una gran metrópolis. Esbozos de papel, mapas, grabados y maquetas contemporáneas que se han quedado ancladas en los archivos ahora salen a luz, a raíz de esta investigación emprendida por la autora de 'Presencia de los indianos en Barcelona', que trabaja en el departamento de Urbanismo del ayuntamiento, por lo que cuenta con una profunda experiencia en este tema.

"Es una muestra, no es un catálogo exhaustivo de proyectos no construidos. Pero también, una reseña de cómo habría sido Barcelona si se hubieran llevado a término", señala la autora, que ha optado por mostrar diferentes tipologías y criterios arquitectónicos, desde una fuente a una catedral.

RASCACIELOS CARTESIANOS

A principios de los años 30, los racionalistas del Grup d'Arquitectes i Tècnics Catalans per al Progrés de l'Arquitectura Contemporània, más conocido por sus siglas Gatcpac, plantearon una revisión a la obra de Cerdà que incluía propuestas más modernas en el ámbito funcional y sociológico. Josep Lluís Sert fue el impulsor del Pla Macià, un revolucionario plan urbanístico basado en un nuevo orden geométrico vertebrado por la Gran Vía, la Meridiana y el Paral·lel y con una fachada marítima siluteada por rascacielos cartesianos.

"El Gatcpac elaboró durante la República estudios para aportar soluciones al problema de las viviendas obreras, para adelantarse a la llegada masiva de automóviles, para dar prioridad al transporte público y para hacer una ciudad más habitable", argumenta la autora. Con la llegada de la guerra se evaporó su tesis. "Fue una pena, hoy la vida en Barcelona sería mucho mejor", afirma.

LA HIJA DÍSCOLA

El caos que sumerge desde hace años a la plaza de les Glòries tiene su origen, según Grandas, en que el consitorio no hizo caso a "la centralidad" que le otorgaba el plan de Idefons Cerdà. "Esa es la génesis de un conflicto aún sin resolver. Es la hija díscola de Barcelona", considera la doctora en Historiadora de Arte, para quien los otros dos enclaves que más proyectos han suscitado son la plaza de Catalunya y el frente marítimo.

El ayuntamiento cuenta en su web que a principios del siglo XX, el urbanista francés Léon Jaussely continuó apostando por las Glòries como centro de la gran Barcelona, y en su plan de 1905-1908 propuso trasladar la sede del Ayuntamiento y la de otros equipamientos a esta zona, dotándola de un esquema viario radial y de un marcado carácter monumental. Pero aquel ambicioso plan no se llegó a realizar.

"No fue hasta 1871 que se pusieron a la venta los solares que configuran el perímetro actual de la plaza de Catalunya que nace entre la Rambla y el paseo de Gràcia, que hasta entonces eran huertos de la parroquia de Santa Anna. La mezcla de arquitecturas con barracas, la falta de continuidad de la trama urbana y el mal estado de las vías públicas llevaron al alcalde Rius i Taulet a urbanizar la plaza", detalla. Así fue como Falqués presentó 20 años después un proyecto monumental que ordenaba la edificación con arquitecturas de gran impacto físico. "Se inició pero nunca se terminó", informa Grandas.

EL DESEADO LITORAL

En el litoral barcelonés destacan los dibujos del Institut Oceanogràfic que diseñaron los arquitectos Antonio de Falguera y Josep Vilaseca. "El edificio de trazos clásicos tenía que albergar un museo, laboratorios de investigación, un embarcadero y acuáriums. El lugar elegido era el que había ocupado la desaparecida sección marina de la Exposición de 1888 y en los planos aparecían diques de contención. El proyecto no se llegó a desarrollar y hasta 1957 la ciudad no dispuso de un Institut de Ciències del Mar en el barrio de la Barceloneta. Unos 30 años después se construyó una nueva sede cerca del Port Olímpic", relata. Y frente al mar, el propio Gaudí ideó un embarcadero, cuando aún no era conocido.

Otro curioso proyecto desestimado fue la construcción de un parque zoológico en el parque Güell. Y también la de un matadero en el Camp de la Bota, una obra diseñada por Josep Domènech i Estapà, "donde hoy se encuentra la zona del Fòrum", concreta la especialista en urbanismo. "Siempre ha sido un espacio residual. En el subsuelo se encuentra la depuradora y eso marca", concluye.

La estación de la Sagrera es otro tema aún pendiente de resolución. "Estoy convencida de que el gran rascacielos de Frank O. Gehry, el autor del Museo Guggenheim de Bilbao, no llegará nunca a hacerse allí. El dinero prometido por Fomento no llega y dudo de que llegue. Por eso he incluido su maqueta en el libro", explica sobre el edificio que se conoce como el velo de la novia.

estación de la SagreraFrank O. Gehry

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