CONSTRUCCIÓN DE UN NUEVO RELATO

BCN consolida la inversión del 0,7% de sus ingresos en cooperación internacional

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HELENA LÓPEZ / BARCELONA

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La idea clásica de cooperación internacional, la de la actuación del ‘primer’ mundo en y sobre el ‘tercero’, ha quedado obsoleta. Así llevan algunos años advirtiéndolo las oenegés conocidas tradicionalmente -y aún hoy popularmente- como de "cooperación internacional”, que se reivindican como organizaciones “para la justicia global”. Huyen, cuentan, de la mirada paternalista que tenía la vieja cooperación, y ponen el foco, también, en este mundo. En incidir y concienciar sobre las cotidianidades que, desde el ‘primer’ mundo, hunden cada día un poco más al ‘tercero’, y en ofrecer, también aquí, alternativas, promoviendo, por ejemplo, el consumo responsable y la economía social y solidaria.

Siguiendo este sendero iniciado por los movimientos sociales, de los 110 proyectos de cooperación internacional subvencionados por el consistorio, recién publicados en el BOPB, 53, prácticamente la mitad son iniciativas que se desarrollan en Barcelona, bajo el epígrafe de "programas de educación para la justicia global".  “El nuevo equipo de gobierno apuesta por un modelo de cooperación de banda ancha, basado en la búsqueda de un rol globalmente responsable para la ciudad”, asegura David Llistar, director del departamento de Justicia Global y Cooperación del Ayuntamiento de Barcelona. No es casual que la mayoría de los miembros del actual equipo de gobierno -y sus cargos de confianza-, procedan del movimiento antiglobalización de finales del siglo XX. 'Think global, act local', reivindicaban antaño e intentan ahora -pese a las tres mil contradicciones con las que se enfrentan a diario- llevar a la práctica desde la Administración.

EMPEZANDO POR EL NOMBRE

El nombre de la dirección -Justicia Global y Cooperación Internacional- también es nuevo, instaurado por el gobierno de Ada Colau, que ha acompañado ese giro en las políticas de cooperación con un aumento en su presupuesto. El municipio invierte un 0,7% de sus ingresos globales en esta dirección; hito -ese tantas veces coreado 0,7%- al que se llegó, tras décadas de reivindicaciones, en el 2015, y que ha permitido repartir entre los citados 110 proyectos elegidos 6,5 millones y mantener a la capital catalana como la primera agencia de cooperación de Catalunya.

“Se trata de un cambio de mirada integral sobre la cooperación. Es un absurdo por un lado irse a cooperar a Nigeria y hacerse muchas fotos, y después, como municipio, contratar el gas a compañías que destruyen todo el trabajo”, ejemplifica Llistar, quien apunta que una de las asignaturas pendientes en las que su departamento trabaja es introducir "criterios de contratación pública globalmente responsables". La pregunta que se hace Llistar, y que eleva al consistorio como institución, es cómo contribuye Barcelona a los grandes problemas globales de hambre y guerra. Ahí es nada. 

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MÁS FISCALIZACIÓN

Lo mismo se pregunta Míriam Acebillo, presidenta de LaFede.cat, quien recuerda que la apuesta de Barcelona por la cooperación internacional "viene de muy lejos", más allá del color político. "Durante muchos años han sido los ayuntamientos los que han sustentado la cooperación, tras los recortes salvajes de la Generalitat y el Estado, que en eso sí han ido de la mano", apunta la cooperante. Dicho esto -al César, lo que es del César-, Acebillo aplaude el cambio de mirada de los 'comunes', aunque siguen expectantes y en alerta (como obliga su naturaleza y experiencia). "Ser coherente con esa mirada transversal en la práctica es muy complicado. Sería necesario incrementar el grado de fiscalización sobre todos sus actores. Es un engranaje complejo", apunta Acebillo. Pone un ejemplo: la Guardia Urbana. "Ser coherente con el discurso de justicia global es asegurar que la Guardia Urbana es garante de los derechos humanos en la ciudad". Otro, el Mobile Word Congress y concienciar también sobre qué hay detrás del mercado la telefonía móvil. Asignaturas pendientes. 

VUELTA A PALESTINA

"Esta nueva apuesta por al trabajo 'aquí' no ha significado un recorte en la inversión 'allí'; el aumento de presupuesto lo ha hecho compatible", señala el responsable municipal. Además de un nuevo nombre y objetivos, Colau ha vuelto a poner Palestina en el foco central de la cooperación internacional de la capital catalana. Territorio con el que la ciudad tiene un vínculo especialmente fuerte -no es casualidad que en Gaza haya una parque de Barcelona. Empezó en la época de Maragall, con su visión de Barcelona como capital del Mediterráneo. “Durante los años de CiU se mantuvieron los proyectos, pero se erradicó la presencia de trabajadores municipales de Barcelona en Palestina, presencia que hemos retomado”, concluye, satisfecho, Llistar.