No es el trópico tópico

Los artistas latinos que llegaron a BCN con la gran oleada migratoria han desarrollado una música que refleja su condición híbrida

Sonikgroove pinchando en Cara B, en Gràcia.

Sonikgroove pinchando en Cara B, en Gràcia. / periodico

MAURICIO BERNAL / BARCELONA

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Entre los miles de inmigrantes latinoamericanos que aterrizaron a finales del siglo XX y principios del XXI en esta ciudad no había exclusivamente obreros y cuidadores de ancianos, como alguno seguirá pensando; había de todo, naturalmente, también venían artistas, entre ellos muchos músicos jóvenes con la maleta llena de ideas. La mayoría se quedaron y desarrollaron sus carreras aquí, y sus músicas reflejaron su condición desplazada y mestiza, fueron la expresión del viaje, de la mezcla: de su nueva condición híbrida. Esos americanos de Colombia, de México o de Argentina dejaron un oído en su tierra para no perder de vista lo que se gestaba allí y con el otro se empaparon de lo que sucedía aquí, en Europa. Y así es su música. “¿Qué suena?”, pregunta un recién llegado a la fiesta. “Tropical bass”, le contestan.

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"Son artistas nacidos all\u00ed","text":"\u00a0que cultivan aqu\u00ed g\u00e9neros como el tropical bass o la cumbia electr\u00f3nica"}}Jairo Cataño y Rodolfo Venegas son colombianos de Bogotá. Se conocieron aquí. Llegaron hace 15 años y desde entonces han recorrido juntos un camino que ha acabado siendo representativo. “Yo vine a estudiar Producción Musical, y me gustó tanto la ciudad que me quedé”, dice Venegas. “En Colombia ya hacía electrónica latinoamericana, y al venir aquí, por la nostalgia, asumió más importancia en mi música”. “Yo –dice Cataño– vine a ver qué tal y nunca volví”. Cuando pincha en solitario –el otro día, por ejemplo, en un local de Gràcia–, Venegas se presenta bajo el nombre de Sonikgroove, pero cuando lo hace con su compinche bogotano, la cosa tiene otro nombre: Territorio Comanche. “Entonces hacemos electrónica latina, pero también algo más”. Con un tercer rótulo –Gozalow–, editan música afín en internet y organizan una fiesta mensual a la que invitan a pinchadiscos de toda Europa. “Porque esto se puso de moda y hay franceses, holandeses, ingleses… Mucha gente haciendo tropical bass”.

POCO PÚBLICO LOCAL

No es el trópico del tópico. No son los géneros clásicos. La música de estos inmigrantes se puede llamar tropical bass o se puede llamar fusión electropical o neofolklore, o cumbia digital o electrocumbia, o andinian step; depende del quién la haga y hasta del cuándo y del dónde. Cada nombre es un sonido distinto, pero hay un denominador común que es la mezcla. “Se discute si todo esto comenzó en México o en Argentina”, dice el argentino Germán de Souza, Cherman cuando hace música y responsable del colectivo Folcore (que, al igual que Gozalow, funciona como 'netlabel' y promotor de fiestas). “En España, yo diría que Barcelona fue el primer lugar donde comenzó este movimiento de fusión de música electrónica con música tropical”. Con los años, la ciudad se ha convertido en escenario de un fenómeno que no es más conocido y no tiene más público porque lo latino sigue siendo minoritario, y además pasto de prejuicios. “El 50% del público es latino y el otro 50% suelen ser europeos de Alemania, Francia, Holanda, Bélgica... –explica Cherman–. El público local es escaso”.

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Hay locales que han decidido apostar por este tipo música, como Juanita Lalá (Barceloneta), Freedonia (Raval) o Cara B (Gràcia), y que son el escenario de lo que puede ser tachado de circuito. La lista de artistas es amplia, e incluye nombres como El Remolón, La Revolución Guapachosa, Tropical Terror, Sonido Tupinamba y El Timbe, entre otros. El caso de El Timbe es singular: un catalán de Barcelona de 42 años cuya pasión es el trópico electrónico. “No hay un porqué, a veces me pregunto si tengo alguna especie de antepasado cuyas raíces no conozco que provenga de ahí, porque es enfermizo el interés que tengo, sobre todo en la música colombiana con raíces africanas”. El mestizaje, por fortuna, es de ida y vuelta.