TRADICIÓN DE SEMANA SANTA

Las monas hablan inglés

Monas

Monas / JORDI COTRINA

CRISTINA SAVALL / BARCELONA

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La luminosa sala donde se imparten los talleres de huevos de Pascua del Museu de la Xocolata, de la calle Comerç, huele a chocolate caliente, canela y vainilla. Desde sus ventanales se contempla el claustro del antiguo convento de Sant Agustí Vell, algo que sorprende a los turistas con hijos pequeños que acuden estos días a estos cursos familiares en inglés que organiza durante toda la Semana Santa el centro impulsado por el Gremi Provincial de Pastisseria de Barcelona. Sus aulas están acogiendo a más de mil alumnos durante estas vacaciones. Todo un récord para el museo.

Hace un año que comenzaron estas clases en inglés ante la demanda de los extranjeros que se apuntaban con sus hijos, entre 5 y 12 años, a las de catalán y castellano, pero con dificultades a la hora de entender las pautas que precisa la elaboración de esta tradición tan arraigada en Catalunya, en Valencia y también en el mundo anglosajón. Pascua es, en muchos países, la fiesta chocolatera por excelencia. Aquí los padrinos regalan a sus ahijados una mona elaborada con cacao y azúcar el lunes festivo de Semana Santa, pero en Gran Bretaña, por ejemplo, es el domingo el día en que los padres esconden los huevos de chocolate en un jardín para que los niños los encuentren entre las plantas, donde les dicen que los ha dejado un conejito.

GORRA DE PAPEL, DELANTAL DE PLÁSTICO

Bill Piersol y Felicia Patinkin viven en Nueva York. Han venido cuatro días a Barcelona con sus dos hijos pequeños y una sobrina, Eli Crain, que estudia segundo de bachillerato en Pamplona. "Un amigo nos recomendó que visitáramos este museo. En su web vimos que organizaban clases. Así que nos hemos apuntado todos", explican los padres, que trabajan de periodistas. Él, de reportero 'freelance' y ella, para la cadena ABC. "A los niños les ha encantado", comentan, mientras la hija mayor alza la caja transparente con su huevo de chocolate decorado con ondas rosas y puntitos verdes. "No me lo voy a comer, es demasiado bonito", dice la pequeña, que se marcha con su gorra de papel y delantal de plástico.

Además de trabajar con moldes y saber cómo atemperar el chocolate, han aprendido que los huevos representan la vida y la fertilidad. Marta Figuero, maestra de primaria, imparte la clase. En el tiempo de espera para que se enfríe el chocolate les explica el origen de la mona. "El nombre proviene de la palabra 'mouna', término árabe que significa provisión de la boca", cuenta en referencia al conjunto de presentes que recibían los sultanes o el regalo que los moriscos hacían a sus señores con motivo de la celebración del Aid-el Fitrt, concluido el mes de Ramadán. "De esta ofrenda de huevos y fruta derivan las primeras monas que eran roscones de pan aderezado con hierbas aromáticas y miel", señala la profesora, que acto seguido pregunta a un niño cuántos años tiene. "Cinco", responde él mostrando su mano abierta. "Pues tu mona tendría cinco huevos, uno por año, pero al principio eran huevos de gallina de verdad", le desvela Figuero.

MÁS MADRES QUE PADRES

A la clase de inglés solo han asistido dos familias, pero para la siguiente, que se imparte en catalán y en castellano, hace días que se agotaron las entradas. "Tenemos 'overbooking", bromea la maestra. La demanda va a más. Las mañanas están llenas y el museo ha tenido que extender las clases a turnos de tarde. Entran 20 personas, la mayoría madres con hijos. Solo hay dos padres en toda la sala. "Antes de comenzar, lavaos las manos", pide Figuero. Muchos de los participantes vienen de localidades cercanas a Barcelona. Martí Carlus es de Sabadell. Tiene cinco años, le entusiasma hacer pasteles pero no le gusta el chocolate. "Me encantan las galletas saladas", dice, riendo con la manga en la mano. "Cuesta que salga", protesta, a lo que su madre le ayuda cortando la punta solidificada para romper el tapón que no deja pasar el chocolate líquido con el que diseña los ornamentos.

Las madres sacan los teléfonos móviles de los bolsillos para hacer fotos. Los niños aprovechan cualquier despiste de los mayores para untar el dedo en la manga de cacao. Albert Giral es de Barcelona pero vive en Londres. "Mi hija Sofía y yo ya vinimos el año pasado. Y ella quería repetir", dice. Sofía habla catalán, inglés, castellano y ruso. "Mi madre es de Ucrania", explica en catalán mientras dibuja un sol y un corazón en su huevo. Jordi Riera y Tere Acedo acompañan a su hija Georgina, de cuatro años. "Venimos de Seba especialmente para este taller pero aprovechamos para pasar el día en Barcelona", señalan.

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Ona Fàbrega y Lucia Relaño son de Montcada i Reixac. Son amigas, acaban de cumplir 4 años y van a la misma clase. "Es un poco difícil", reconocen mientras intentan montar las cajas para transportar los huevos. Elia Estallè, de cinco, y Gael Vericat, de seis, no paran de bromear. "Te estás comiendo la pintura", le riñe, entre risas, él. "Pero si es chocolate de colores", le contesta ella. A los 45 minutos, los más pequeños ya no aguantan sentados en los taburetes. Corretean por el aula, y se esconden bajo las mesas. La profesora pide su atención para preguntarles de dónde viene el cacao. "De un árbol", grita una niña, que desconocía que el fruto crece directamente del tronco, no de las ramas, y siempre en lugares de clima tropical. En ese momento, la maestra les muestra una vaina y sus semillas. Entonces prueban el cacao y hacen muecas. "Esto no es chocolate. Es amargo", coinciden. Y ahí descubren que lo que tanto les gusta es dulce porque le han añadido azúcar.

Anna Alícia Lorenzo, responsable del departamento didáctico del Museu de la Xocolata, recuerda que cuando abrieron el centro en el año 2000 solo organizaban actividades para niños, como hacer piruletas y figuras de chocolate. "Después lo ampliamos para familias y más tarde introdujimos las clases para adultos, que tienen mucho éxito", informa. Y se muestra muy satisfecha de la iniciativa de dar clases en inglés. "Cada día van a más, porque las familias extranjeras también buscan actividades para hacer con niños. Y los pequeños vienen dando saltos a todas las relacionadas con el chocolate", concluye Lorenzo.