Una jornada sin manteros

Los manteros no aparecieron este lunes por el Port Vell. La Policía Portuaria, los Mossos d'Esquadra y los servicios de mantenimiento que remojaban las aceras a manguerazos fueron lo bastante disuasorios. Con el Moll de la Fusta ocupado por policía uniformada, el juego del gato y el ratón se libró en el resto de la ciudad. Y allí había un único gato, la Guardia Urbana.

Los vendedores ambulantes cargaron sus fardos de camisetas del Barça, bolsos y zapatillas durante todo el día. De aquí para allá. Otearon el horizonte al salir de cada estación de metro. Y al detectar la presencia de la Urbana, regresaron al suburbano buscando un lugar mejor. A las seis de la tarde sorprendieron a un mantero en la plaza de Catalunya. Fue un caso aislado. Cansado de rondar, desplegó la manta y lo pagó con la incautación de su mercancía.

El puerto se había convertido durante los últimos dos meses en un espacio de tranquilidad para ellos. Pero la activación del dispositivo Colom les ha complicado las cosas. El lunes brilló el sol en Barcelona pero no se vieron manteros, ni cerca del mar ni en ningún otro lugar.

El protocolo Víctor Alfa, redactado específicamente para luchar contra el 'top manta', detalla tres niveles de actuación y suma el refuerzo de los Mossos para el último de ellos. El primero consiste en pedirles que se vayan, el segundo en multarles, el tercero, si se rebelan, en llamar a los antidisturbios.

Pero la Guardia Urbana quiere una implicación más activa de los Mossos d'Esquadra para garantizar que la presión sobre los manteros sea permanente. Sin ellos, la cantidad de efectivos que haría falta destinar para sostenerla indefinidamente «acabaría restando patrullas de otros barrios», razonan fuentes del cuerpo municipal.

También buscan el apoyo del Cuerpo Nacional de Policía y de la Agencia Tributaria. Es un tema relacionado con la falsificación de marcas -Mossos-, la inmigración -CNP- y con la evasión de impuestos -Hacienda-, subrayan fuentes del consistorio de Ada Colau. Una policía local no puede acometer esta tarea en solitario, remarcan.

Este lunes fue un día sin mantas en la capital catalana. Pero saber qué ocurrirá hoy es más difícil. «¿Podemos garantizar que tras echarlos del Port Vell no se instalarán en otro sitio? Por supuesto que no», preguntaba y respondía sin tapujos el máximo responsable de seguridad del Ayuntamiento, Amadeu Recasens.