El turismo con responsabilidad social empieza a emerger en BCN

Un grupo de turistas sigue a su guía en la calle de Marina.

Un grupo de turistas sigue a su guía en la calle de Marina.

PATRICIA CASTÁN / BARCELONA

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No es una réplica a los recelos del nuevo gobierno de Ada Colau sobre el turismo. Ni una precipitada campaña de imagen. Lo cierto es que el programa Barcelona Sustanaible Tourism se empezó a cocer hace más de tres años y de forma lenta, pero firme, va abriéndose paso entre los viajeros con conciencia social y ambiental, y sobretodo, entre las empresas dispuestas a que su beneficio no se contabilice solo en euros, sino también en mejoras para su ciudad.

La palabra «sostenibilidad» posiblemente sea la menos magnética o resultona de cuantas adjetiven al turismo. Pero traduciéndola a nivel de calle, en este caso abarca a una experiencia viajera que implica más respeto por parte del visitante y revierte en más beneficio para la ciudadanía. Un objetivo que de momento representa una fracción mínima del gigantesco negocio turístico en Barcelona, pero que tiene todos los números para avanzar, teniendo en cuenta el plan estratégico de turismo que en breve trazará la ciudad y obliga -para sobrevivir al actual y cuestionado éxito- a dar un giro al actual modelo.

El consorcio de promoción Turismo de Barcelona lo impulsó de la misma manera que en su día lanzó un programa de captación de congresos o de shopping mundial. Solo que el asunto sostenible gana ahora enteros, de la mano de la filosofía que propugna la nueva alcaldesa.

Por una lado, el consorcio trata de posicionar a la capital catalana como destino de esa índole, prestigiando la ciudad. Y a la vez la promueve entre un tipo de viajero «sensibilizado» en la materia y que quiera conocer Barcelona de forma diferente, explica Joana Homs, responsable del programa. Con el empujón del certificado Biosphere, renovado dos veces y que atestigua las buenas prácticas de la metrópoli, se ha ido buscando la implicación de empresas que potencien ese signo respetuoso, integrador y más social. No es fácil, pero aunque inicialmente pueda parecer menos rentable, al final se convierte en un valor añadido.

Existen otras muchas iniciativas con el mismo fondo, pero unas 30 se han integrado en el plan, que implica a cambio de una cuota figurar en la promoción que Turisme de Barcelona hace por el mundo. Entre los ámbitos más activos, el paraguas de las reuniones y congresos para tratar de captarlos con esos valores, muy cotizados internacionalmente. Pero, ¿qué ofrece y aporta la apuesta sostenible cultural, social, económica o ambientalmente hablando?

DE LA ENERGÍA A LA CULTURA / La cara más conocida es la ecológica, empresas vinculadas al turismo que son eficientes energéticamente, con materiales y consignas eco, como el coqueto Hostal Grau, o los albergues Inout y Twentytú, entre otros muchos. Pero también son cada vez más las cadenas hoteleras que contratan servicios con empresas vinculadas a causas sociales, como tareas de mantenimiento, jardinería o reciclaje a cargo de personas en riesgo de exclusión. O dan la alternativa laboral a discapacitados, convertidos en interlocutores del turista. O que promueven un conocimiento real del entorno donde se alojan para que el viajero sepa que está en el barrio X de Barcelona. O muestran una gastronomía con identidad local diferenyr de ls global. También que contribuyen a recortar la contaminación ambiental invirtiendo más en energías y transporte limpios. Y que hasta pueden integrar al vecindario, con actividades que acercan a viajeros y residentes. O montar viajes de incentivos con alma. Los hoteleros acaban de añadir un plan piloto de reparto de mercancías con vehículos de combustible alternativo (como gas) por el Casc Antic.

Dice Homs que «crece el perfil de viajero interesado en estas prácticas». Lo lideran, según una encuesta interna sobre los intereses del visitante al respecto, los escandinavos, centroeuropeos y australianos. A ellos lo sostenible les suena tan atractivo como una buena tapa...