REIVINDICACIÓN VECINAL EN CIUTAT VELLA

La Barceloneta obrera

En su empeño por recuperar la memoria cooperativista del barrio, los vecinos insisten en la recuperación del espacio que acogió la sociedad Siglo XX, abandonado desde hace décadas

Aspecto original de la cooperativa obrera.

Aspecto original de la cooperativa obrera.

HELENA LÓPEZ / BARCELONA

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El proyecto Memòria Cooperativa de la Barceloneta nació siguiendo el campo de investigación abierto por la cooperativa de Sants La Ciutat Invisible con Les cooperatives obreres de Sants. Autogestió proletària en un barri de Barcelona (1870-1939). Se trataba de iniciar «la recuperación, preservación, difusión, significación y activación de la memoria cooperativa de la Barceloneta, no solo mirando hacia atrás, sino también hacia adelante, para ver cómo aprender y aprovechar esos activos en un contexto como el actual», explican sus impulsoras. Los resultados de ese intenso trabajo -enmarcado dentro del ámbito de preservación de la cultura popular del plan de barrios- es ya público en la web http://memoriacooperativa.labarcelonetarebel.org . «El objetivo es socializar toda la información que hemos documentado sobre el pasado cooperativo del barrio. Además de la web, estamos preparando una exposición, que se inaugurará en primavera en la Casa del Porró, y rutas guiadas por el pasado cooperativo del barrio», explica Emma, una de las personas que ha trabajado duro en el ya avanzado proyecto.

El trabajo arqueológico ha seguido dos líneas: por un lado las entrevistas a personas mayores que formaron parte de las cooperativas, con la recuperación de la memoria oral y, por el otro, la búsqueda documental, para la que han contado con al valioso patrimonio documental conservado en el Arxiu Popular de la Barceloneta, impulsado por Paco López Tey y ahora integrado en el Archivo del Distrito de Ciutat Vella.

Primeras jubilaciones

El estudio explica cómo las cooperativas resolvían el consumo doméstico en el barrio, gracias a las compras al por mayor, y cómo con esos beneficios acabaron destinándose a fondos colectivos de previsión para enfermedades, accidentes, vejez o muerte. En su época de máximo esplendor, La Fraternitat -actual biblioteca-- tuvo 500 socios y el Siglo XX -desde hace décadas un edificio abandonado--, 300. «Los socios, los que aparecen en los papeles, eran todos hombres, pero la red se extendía a muchas más personas, ya que hay que hablar de familias», puntualiza Emma.

La recuperación física del edificio del Segle XX es otra lucha histórica en la Barceloneta. La iniciativa El segle XX és pel barri! reclama desde hace años la recuperación del histórico local que había acogido a una de las cooperativas más importantes del barrio después de la Fraternitat. Desde la asociación de vecinos de L'Òstia llevan años preguntando sobre el edificio en cada audiencia pública del distrito y cada comisión de barrio. Una de las reivindicaciones del colectivo es la falta de espacios comunitarios y consideran legítima la recuperación de ese espacio, cuya propiedad ha sido siempre un asunto opaco. Los distintos gobiernos del distrito -han pasado por el mismo infinidad de concejales en la última década- se han comprometido siempre a investigar la situación de la finca y a estudiar su recuperación, pero ahí sigue, cerrada y abandonada.

Cambio de manos

De hecho, cambió de manos en el verano del 2012 . «El argumento de que el distrito no tiene dinero para comprarlo no nos sirve. Bien acaban de comprar el bar Marsella por un millón de euros», explica Emma, quien apunta que la próxima ruta guiada por la historia cooperativa del barrio, que se celebrará el próximo 11 de enero, acabará frente al edificio del Siglo XX «para insistir en que un local levantado con el trabajo de la gente trabajadora del barrio, debe volver al barrio». Al grupo de vecinos que llevan años luchando por saber qué pasa exactamente en la misteriosa finca abandonada y exigiendo respuestas públicas les sentó como una jarra de agua fría descubrir la venta del inmueble, meses después de que esta se produjera, al consultar por enésima vez el registro de la propiedad.

«Hay papeles y actas de toda la historia de la cooperativa, y justo de la asamblea de disolución, en la que pasó a manos de unos pocos, no hay nada. Es extraño», concluye la joven activista.