RECUERDO DE UNA TRAGEDIA QUE CUMPLE 50 AÑOS

Memoria de la riada del 62

En el 50º aniversario de la riada que asoló el Vallès Occidental y causó un millar de víctimas, el periodista Jaume Valls Vila analiza la tragedia en el libro 'La riuada de 1962'.

El puente arrasado del ferrocarril del Norte sobre la riera de Les Arenes.

El puente arrasado del ferrocarril del Norte sobre la riera de Les Arenes.

JOAN MALDONADO
BARCELONA

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En la noche del 25 de septiembre de 1962, en apenas tres horas, una tormenta descargó 225 litros por metro cuadrado sobre el Vallès Occidental, provocando el desbordamiento de ríos y rieras que afectaría sobre todo a las poblaciones de Terrassa, Rubí y Sabadell. La riada causó un millar de víctimas, entre muertos y desaparecidos. Además, 4.400 personas se quedaron sin hogar y las pérdidas económicas rondaron los 5.000 millones de pesetas de la época. Cincuenta años después, el periodista Jaume Valls Vila (Sabadell, 1948) recuerda la tragedia en el libro La riuada de 1962. La catàstrofe que sacsejà la Terrassa invertebrada del franquisme, que se presenta mañana precisamente en esta última ciudad.

Centrando su obra en la localidad vallesana (en la que perecieron 327 personas), Valls sitúa el contexto político y social, narra de forma cronológica los hechos -con profusión de datos y fotografías- y aporta el testimonio de personas que vivieron la riada. Pero Valls también da las claves del porqué de una tragedia en la que, según el autor, la causa de «tanta mortandad y destrucción» no fue «un capricho de la providencia ni de la brutalidad del aguacero», sino que la especulación, la nula planificación urbanística, la falta de infraestructuras y la despreocupación de las autoridades franquistas por la proliferación de chabolas y precarias viviendas construidas por inmigrantes (llegados del sur peninsular para trabajar en la industria textil) en los lechos secos de los ríos tuvieron mucho que ver en la catástrofe. La riuada del 1962 es un excelente ejercicio de memoria, pero también es la denuncia de una oligarquía local que supo, y pudo, echar barro sobre sus responsabilidades.