PERSPECTIVAS EN LA CAPITAL CATALANA PARA EL 2012
Comercio de barrio en jaque
Cada persiana bajada y rematada con un cartel de «se alquila» o «se vende» dibuja un mal final, a veces dramático, a una trayectoria comercial que nació llena de ilusión y no cuajó o no superó los reveses de la crisis. Así que pasear por Barcelona implica ser testigo forzoso de cómo la coyuntura económica ha puesto en jaque al comercio, especialmente al de barrio. La Fundació Barcelona Comerç, que aglutina a 17 ejes comerciales, se mantiene esperanzada en que la criba del 2012 no sea tan tremenda como se temían, visto el alto número de relevos que se producen tras cada cierre. No obstante, admite que el saldo a final de año será negativo, posiblemente con entre un 3 y un 5% menos de establecimientos, la mayoría en terceras líneas comerciales (de barrio, pero ni céntricos ni aglutinados). Una pérdida que además puede lastrar el dinamismo y hasta la cohesión social de algunas zonas.
Hace unos meses, diversas fuentes del sector hicieron un vaticinio más funesto. No obstante, Salvador Albuixech, presidente de la fundación, cree que el ritmo de bajas será finalmente menor y quien haya continuado tras la Navidad o las rebajas ya no se rendirá a corto plazo. Lo que tiene claro, datos en mano, es que la crisis ya acumula una merma de casi un 12% de los más de 80.000 locales comerciales de calle de la ciudad, de los que unos 37.000 son tiendas (no servicios). Y que la actividad comercial que está por caer lo hará sobre todo en calles sin centralidad.
De hecho el portal inmobiliario idealista.com, un ejemplo, refleja el aumento de la oferta, con 1.424 locales disponibles en su web a día de hoy, frente a 1.120 en el 2010.
La directora del departamento de Locales de Busquets Gàlvez, Mònica Manguillot, afirma que en Barcelona se aprecia un fuerte proceso de «centralización», con una alta demanda en los ejes de paseo de Gràcia, rambla de Catalunya, Portal de l'Àngel y Pelai, donde cualquier cierre se releva.
En Richard Ellis, especializado en la primera línea, apuntalan la teoría de las calles de oro objeto de deseo, donde ya se ha hecho la purga de tiendas antiguas, ahora en manos de multinacionales más estables que pueden pagar las rentas de la zona, aunque ya no tan altas. Su especialista Dolors Jiménez agrega que en Diagonal solo hay un tramo demandado, a la espera de que el vial asuma mejoras urbanísticas.
También la segunda línea, calles transversales o ejes principales de barrio (como los aglutinados en la fundación, tipo Sants, Gran de Gràcia, Gran de Sant Andreu...) mantienen interés inversor (aunque menor) y no suelen durar mucho tiempo cerrados, aunque sí es cierto que hay más rotación de la habitual. Negocios que no cuajan y se retiran. Incluso en Sants-Creu Coberta hay una veintena de locales cerrados o en fase de renovación para una nueva aventura comercial. No obstante, Manguillot apunta que la actual demanda -«prudente»- está muy ligada al ajuste de los precios.
EL PELIGRO / El drama se está cebando más en la llamada tercera línea comercial (fuera de las anteriores, en calles o menos concurridas o menos nutridas de comercios), donde los cierres son más numerosos y más visibles al permanecer en situación de desocupación incluso durante meses. Baste dar un paseo por calles del Eixample, como Muntaner, València, Mallorca, Aribau, Comte Borrell para tropezarse con ejemplos.
Y entre inmobiliarias muy visibles a pie de calle (con carteles aquí y allá), Fincas Siglo XXI confirma la notable rotación que acarrea la crisis en tiendas de barrio. «En calles comerciales se alquila en seguida, sobre todo espacios de entre 60 y 100 metros cuadrados, pero también se cierra rápido», cuenta el responsable comercial Alberto Ruiz. La misma fuente detalla que «hay mucha oferta y demanda» pero la renovación de tiendas vacías se ralentiza porque los interesados visitan muchísimos locales en la ciudad antes de decidir y hacen presión para ajustar notoriamente los precios. Tanto que algunos propietarios acaban cediendo para evitar que el espacio esté cerrado y generando gastos, agrega.
Y mientras algunos emprendedores se atreven a capitalizar el paro para saltar a la aventura del comercio como salida laboral, los letreros colgados lanzan otra amenaza. El presidente de la Confederació Catalana de Comerç, Miguel Ángel Fraile, alerta de la necesidad de «mimar a la tercera línea comercial» desde el ayuntamiento, sea con retornos de IBI u otras vías, porque este pequeño comercio «favorece la cohesión social y la economía local». Ninguna ciudad quiere cultivar calles desiertas.
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