Iniciativa de la Guardia Urbana para mejorar la seguridad viaria

Los cruces con 6 segundos en rojo doble bajan casi a 0 los accidentes

CARLOS MÁRQUEZ DANIEL
BARCELONA

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Las multas son el lado menos amable de la seguridad viaria. Tocar el bolsillo -ya no digamos requisar el vehículo- nubla lo cierto del asunto: ese agente que escribe con puño firme los números de la matrícula en un papel amarillo transparente puede que esté salvando la vida del conductor o la de un tercero que iba a meterse en su camino. No siempre es así, a quién no le ha caído una sanción ridícula, pero la infracción, la que sea, dicen los teóricos, multiplica la posibilidad de sufrir o causar un accidente. Se puede actuar sobre la conducta del ciudadano, pero también sobre la piel de la ciudad, como se hizo hace seis meses en ocho cruces en los que se alargó el tiempo de rojo semafórico doble (en las dos calles) de tres a seis segundos. Ahora, con datos de cuatro de esos puntos, el resultado es inmejorable: los siniestros han bajado un 93,75%. Y sin necesidad de multar a nadie.

«Hay dos tipos de motoristas, los que se han caído y los que se van a caer». Esta es la frase que empuja a Manuel Haro, jefe de la unidad de accidentes de la Guardia Urbana, a buscar soluciones prácticas -y a ser posible, baratas- a los problemas de seguridad viaria que van surgiendo en una ciudad tan cambiante como Barcelona y en la que el 69% de los accidentes con víctimas tienen como protagonista a un vehículo de dos ruedas. Podría pensarse que esta iniciativa promueve que las motos pasen en rojo como si nada, pero el objetivo último es evitar que el infractor que pasa de la señal se encuentre en el centro del cruce con otro conductor que sale antes de hora. La prueba piloto se hizo en València con Sicília, donde se pasó de siete accidentes a cero. Se buscó en qué puntos se podría aplicar sin alterar demasiado la fluidez del tráfico y se dio la orden. Rambla Catalunya con Mallorca, por ejemplo, tenía dos accidentes con motos implicadas en los que el origen era el ninguneo del rojo. Desde abril no ha habido un susto más. Muntaner con General Mitre ha pasado de cinco a cero y València con Sicília, de ocho a uno. «Detectamos que muchos de los choques se producían por un vehículo, normalmente una moto, que no respetaba el rojo. Analizamos varias propuestas, pero al comprobar que toda la señalización era correcta, llegamos a la conclusión de que lo necesario era despejar el cruce». Haro comparte sus reflexiones con este diario en el primer cruce en el que se implantó la modificación. «Cuando se pone rojo, además, los peatones empiezan a pasar y también ayudan a cortar el paso. En el fondo, es el engranaje de una misma máquina», resume sin quitar el ojo de la calle.

¿MÁS VIGILANCIA? / Volviendo al espinoso tema de las multas, el jefe de la unidad de accidentes sostiene que la sanción «no es más que la parte de un objetivo; de un fin cuya meta es alcanzar la máxima seguridad posible en la ciudad». En ese deseo se enmarca la ampliación del rojo semafórico, iniciativa que podría extenderse a otros puntos de la urbe. Consciente de que es «inasumible» colocar un policía en cada esquina, Manuel Haro insiste en la importancia de transmitir el mensaje de que los agentes de la Urbana «no trabajan para denunciar, sino para dar protección».

En breve se tendrán datos sobre el resto de cruces, pero todo indica que el balance será igual de positivo. Un nuevo ejemplo de que, en materia de seguridad viaria, los pequeños cambios son poderosos.