Chequeo a dos monumentos de culto

Una sola religión y dos ambientes

PATRICIA CASTÁN / CARLOS MÁRQUEZ
BARCELONA

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una misma religión. Y dos ambientes. O dos consignas. Los dos principales templos de la ciudad reciben a diario miles de visitas, pero ni lo que se oye -misas al margen- es lo mismo, ni mucho menos lo que se ve. Ante la invasión turística de la ciudad en los últimos años, cada una se ha forjado un carácter y solo comparten un credo. La rotulación invita al pudor y el respeto, pero mientras que en la catedral se actúa con firmeza para evitar los excesos, en la Sagrada Família la algarabía y hasta el descaro son comunes.

Más allá de la vigilancia, se constata que a la primera se llega más aplacado: es más antigua, más lúgubre, más abarrotada de símbolos y reliquias. Y además solo se paga en horario turístico (de 13.00 a 17.00 horas, cuando no se dedica al culto). Son seis euros que permiten además acceder al museo y la terraza. El resto del tiempo ejerce de iglesia, y los móviles están desterrados, como la comida y la escasez de ropa. Sin embargo, a la Sagrada Família se acude con talante más pagano, como museo, casi como parque temático.

EN BAÑADOR / El templo de Gaudí no goza por ahora del silencio que cabría esperar en un templo destinado al culto. Los turistas babean con el continente y ningunean el contenido, una basílica recientemente consagrada. Bañadores, chancletas de playa, conversaciones con el móvil, niños corriendo con la camiseta de Messi... Pocos o ninguno de los 12.000 visitantes que recibe el monumento a diario durante la Semana Santa hincan la rodilla en el suelo y juntan las manos para la oración.

En las entradas al templo, en las fachadas del Naixement y la Passió, sendos carteles recuerdan al visitante que está prohibido el biquini y entrar sin camiseta e instan a guardar silencio para respetar la reflexión de cuantos ven entre esas paredes un lugar de culto. Nada que hacer: todo el que paga los 12,50 euros de la entrada -precio mínimo al que deben añadir extras como subir a las torres o audioguía- goza de una impunidad insólita, sin ningún toque de atención por parte de los vigilantes. Así las cosas, parece que lo único realmente sagrado dormita bajo tierra, en la cripta ennegrecida por el incendio del pasado martes.