Análisis

En tiempos de crisis también hay oportunidades

MIQUEL ÀNGEL FRAILE

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El comercio es sinónimo de ciudad. Nuestras ciudades son mediterráneas y, como tal, tienen la característica de disponer de bajos en sus edificios, ocupados por locales comerciales. La suma de estos establecimientos hace que tengamos unos barrios comerciales potentes, lo que hace que muchas calles y plazas de nuestras ciudades sean verdaderos centros de atracción comercial.

Si miramos de cerca, la acción comercial de Catalunya, y de Barcelona, siempre ha sido dinámica y ha atraído a nuevos operadores, que a su vez han importado fórmulas, productos y servicios que han enriquecido la estructura comercial. Somos un país debotiguers: hoy existen 100.000 comercios, cifra, que por si sola ya habla de la magnitud y la importancia del sector.

La historia lo confirma. En los años 60 se produjo una fuerte inmigración procedente de otras zonas de España como Andalucía, Murcia y Galicia, que tras la incorporación laboral enriquecieron el sector comercial abriendo nuevos establecimientos en el sector de la alimentación, e incluso, en el textil. Además de este fenómeno migratorio, también contamos con grandes firmas internacionales provenientes de Francia, Italia y Gran Bretaña que hacían sus pinitos a través de comerciantes locales.

La suma de estos fenómenos dieron como resultado una constante regeneración y aumento comercial que, en los últimos años, fue liderada por las grandes superficies y las franquicias, estas últimas, ocupando locales en calles importantes.

A partir del 2000, con una inmigración procedente de Latinoamérica, de Asia y del norte y sur de África, y en una época de crecimiento económico, hemos visto como muchos de los locales fueron adquiridos por personas procedentes de estos países. En un principio, este fenómeno llamó la atención del comercio autóctono, preocupado porque en muchos casos la calidad de la oferta no reunía las condiciones similares a las que sustituía.

En estos momentos la situación ha cambiado. Estamos inmersos en una crisis, con recesión del consumo, y aunque a priori no parezca así, también es un tiempo de oportunidades. Y digo esto porque los locales regentados por la nueva inmigración también padecen la crisis; se han visto obligados a cambiar hacia un modelo comercial más ajustado a nuestra tipología de oferta comercial y vemos cómo en sectores como la alimentación, el textil y la restauración, prácticamente no hay diferencias con el comercio tradicional. De todas maneras, no hay que olvidar que la crisis ha expulsado a varios miles de comerciantes, y en muchos casos no se trataba de localizaciones preferentes; pero teniendo un determinado valor comercial para las zonas donde estaban establecidos, han sido alquilados por la nueva generación, especialmente los procedentes de la inmigración.

A las organizaciones empresariales, como la Confederació de Comerç de Catalunya (CCC), lo que nos interesa es que este comercio se incorpore al mundo asociativo para cooperar en la dinamización comercial urbana y, al mismo tiempo, presente una oferta ajustada a cada tipo de cliente al que se quiere dirigir.