Cuanto más alto no es mejor

Las malas noticias primero. Voalá, el montaje de danza aérea presentado como uno de los platos fuertes del festival Mercè Arts de Carrer, dejó algo frío y aburrido al público que acudió en masa a la Ciutadella el viernes por la noche. Esta historia de cuatro ejecutivos estresados que pierden un tren y se desmelenan bailando a 15 metros de altura sostenidos por una grúa no emociona pese a la espectacular puesta en escena de la compañía argentina Voalá Project.

«Psé, es original, pero no dice nada», comentaba una mujer del público, mientras más allá se oían algunos vítores aislados, que en gustos no hay nada escrito. El viento frío que se giró minutos antes del inicio del baile aéreo debió de poner la piel de gallina a las cuatro mujeres que bailaban con los ejecutivos en las alturas: ellas vestían calzón y sostén, mientras ellos iban tapaditos con su traje y corbata. La imagen era más trasnochada que vanguardista.

Y ahora las buenas noticias. Nada más terminar Voalá y dentro de la programación del Parc de la Llum (una serie de espectáculos que tienen la luz como protagonista y que se repiten hoy), empezaron las proyecciones sobre el conjunto escultórico de la cascada del parque. Un láser dibujó el contorno de la monumental pieza, a lo que el público (locales y turistas) respondió con ooohs y aaahs, que suenan igual en todos los idiomas.

La gente continuó boquiabierta durante los siguientes minutos ante una proyección sobre la piedra de imágenes en alta definición que invitaban a viajar desde la prehistoria hasta el futuro. La escultural Venus que emerge de la concha adoptó varias personalidades: desde una reina disco de los 70 hasta la matriarca de Los Simpson, Marge. La propuesta es de la empresa francesa Cosmo AV, especializada en proyecciones monumentales, que desde hace dos años también firma los espectáculos de luz sobre la fachada del ayuntamiento.

MALABARES DE PRIMERA FILA / A continuación, el programa del Parc de la Llum obligó al público a desviar la mirada a la izquierda, hacia el escenario donde los británicos Gandini Juggling ofrecieron un ejercicio de malabares luminosos. Desgraciadamente, solo pudieron disfrutarlo las primeras filas, porque desde atrás apenas se vislumbraba una bola de luz asomando de vez en cuando sobre el bosque de cabezas.

Última parada, Splash!, solo visible desde primera fila. Sobre la superficie del lago, cinco bailarinas y un hidro-dj, cubiertos con chubasqueros estilo Pescanova, lanzaban chorros que creaban una película de agua sobre la que se proyectaban formas y colores. Hubo quien silbó esta idea de estilo furero (su director, Franc Aleu, es colaborador de La Fura), pero también hubo ovación cuando un bailarín se lanzó al lago para apagar una bengala que había lanzado un miembro de su equipo, con tan mala puntería, que prendió fuego a una palmera.