Lurdes Barba dirige el montaje de 'Saló Primavera'

La premiada obra de Lluïsa Cunillé y Paco Zarzoso llega a la Sala Muntaner tras su prometedor estreno en el Festival Temporada Alta de Girona

CÉSAR LÓPEZ ROSELL / GIRONA

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De Temporada Alta a la Sala Muntaner. Saló Primavera, obra de Lluïsa Cunillé y Paco Zarzoso que ha obtenido el primer premio Joaquim Masó de teatro de texto, ha empezado con buen pie en Girona su andadura por los escenarios catalanes y que llega a Barcelona el próximo día 5. La pieza, dirigida por Lurdes Barba, tiene como eje de la acción una sala de baile que durante su accidentada vida ha acogido diferentes actividades --cine, casa de citas de alto standing, hospital de guerra, sede del Partit Anarquista, prisión y hasta bingo--. De hecho, el salón es tan protagonista como las historias de los cinco personajes que muestran las últimas bocanadas de la existencia del local.

El intenso rojo de la sala, con grandes sofás encarados, mesitas redondas donde se sirven las copas, una pista de baile en el centro y discretas mesas cuadradas con sillas y entre sombras marcan la lectura escénica de la obra. El marco es el espacio adecuado para desarrollar, desde una escritura sensible e irónica, el viaje existencial de los protagonistas y la crónica de un tiempo pasado que no siempre fue mejor.

La obra nos ayuda a recuperar la memoria de muchas cosas que se han vivido en este país, pero también a comprobar que los problemas que en ella se cuentan siguen siendo vigentes. Toda la trama está servida con un humor entre surrealista y jocoso que invita a reír, pero también a reflexionar sobre la condición humana y la aventura de sobrevivir.

En este ambiente decadente transcurre la peripecia de un expresidiario, cabeza de turco de una red de estafadores, que encuentra un empleo de portero de la sala (excelente Manel Dueso). Le acompaña la clienta y tres veces reina del salón (sugerente y sensual Áurea Márquez), que sigue esperando pareja de baile entre copa y copa; la dueña (una convincente Lina Lambert), empeñada en endosarle el local del Ayuntamiento; la divertida camarera anarquista (Tilda Espluga); y el alcalde corrupto (espléndido Francesc Luchetti), que desea a la patrona pero mucho más al salón.

Mira quién baila, pero sobre todo cómo se afronta el baile con la realidad más oscura. Son historias que giran al compás del salón, pero que siempre nos resultan cercanas. No faltan elementos que contribuyen a la necesaria potenciación de lo políticamente incorrecto, como el vacío y surrealista discurso de Alfonso de Borbón antes de partir hacia al exilio. O giros musicales como la interpretación del Cara al sol a ritmo de cha-cha-cha. Lurdes Barba encuentra el tono de dirección adecuado para dar vida a un texto brillante, aunque al montaje le falta rodaje para acabar de encajar las piezas.