La huelga de guionistas de EEUU se inicia con piquetes y un pulso a la TV

IDOYA NOAIN / NOVA YORK

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Alas siete de la mañana, las vallas empezaron a levantarse en el Rockefeller Center de Nueva York. Pronto llegó prestada desde Queens la enorme rata negra hinchable con la que se identifican muchas protestas sindicales en la ciudad. Y a las nueve de la mañana ya había medio centenar de personas dando vueltas entre esas vallas, muy cerca de los estudios de NBC, ondeando pancartas y gritando eslóganes mientras otros repartían a los viandantes panfletos fucsias y amarillos. "Somos la Unión de Escritores de América. Escribimos sus comedias, dramas, programas nocturnos, culebrones y películas favoritas (...). Los estudios y cadenas de televisión ganan miles de millones con el contenido que creamos. Solo queremos nuestra parte justa (...) Pedimos su comprensión y apoyo".

Así arrancaba ayer la huelga de escritores que alimentan a la industria del entretenimiento de Estados Unidos. Aunque el fin de semana algunos confiaban en un acuerdo de última hora con los productores, no llegó, con ambas partes enfrentadas por el reparto de beneficios por la explotación en vídeo, DVD y en internet y nuevos medios digitales. Y los 12.000 miembros del sindicato abandonaron ayer sus ordenadores, máquinas de escribir y plumas desde Nueva York hasta Los Ángeles. Los programas emitidos en directo cada noche como los de Jay Leno, David Letterman y Jon Stewart fueron los primeros en fundirse en negro y lanzarse al mundo de las repeticiones (mucho menos lucrativo desde el punto de vista de la publicidad).

MANTENERSE FIRMES

"Nos gustaría volver al trabajo hoy pero está fuera de nuestras manos", explicaba John Oliver, uno de los 14 guionistas del programa de Stewart. "Es básico que nos mantengamos firmes porque lo que nos suceda a nosotros sentará un importante precedente para otros" como actores y directores, cuyos contratos expiran en junio y tienen reclamaciones similares.

"Si esta huelga dura como la de 1988 cinco semanas mucha gente va a sufrir mucho", continuaba el guionista, refiriéndose a un temible efecto colateral del paro: con los programas que dependen de escritores paralizados y el rodaje de series y películas llamado a congelarse en cuanto se acaben los guiones acumulados, se detendrá el trabajo de cámaras, secretarias, documentalistas... "Le aseguro --continuaba Oliver-- que eso es lo que preocupa a Stewart, mucho más que qué pasará si la huelga se alarga y alcanza los Oscar" (que el cómico debe volver a presentar por segunda ocasión el año que viene, una misión casi imposible sin escritores sindicados).

AHORRO Y APOYO ECONÓMICO

Pese a la crisis, muchos guionistas, sobre todo los especializados en comedia, demostraban no perder el sentido del humor. "Entre los ahorros y la donación de sangre podré sobrevivir tres meses", decía Jose Carlos Arroyo, que trabaja en el programa de Conan O'Brien.

Pero que rieran no quiere decir que no estén preocupados. Sobre todo para los guionistas que empiezan y para los peor pagados, una huelga larga puede suponer un problema económico grave, aunque el sindicato tiene preparado un fondo de dos millones de euros solo en su capítulo de la costa este para ayudar a los más afectados por la huelga.

Las risas esporádicas tampoco ocultaban una realidad que explicaba Ann Toback, una de las responsables del sindicato en la costa este. "Hay un nivel de enfado y rabia con los productores que no se había visto en mucho tiempo", decía. Los niveles de afiliación entre escritores son más bajos que hace dos décadas (un 55% hoy frente al 95% de entonces) pero, como decía Toback, lo que no ha caído es "la fuerza de la militancia. Luchan para garantizar su futuro --aseguraba-- y el compromiso con una lucha como esa es total".