Adiós al rey de la copla de barrio

NÚRIA MARTORELL / BARCELONA

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Con su carisma y gramática parda, El Fary se convirtió en un héroe cañí en los años 80, gracias sobre todo a una canción, El toro guapo. José Luis Cantero adoptó este apodo porque imitaba al gran Rafael Farina, su ídolo. Publicó hasta 30 discos y compuso más de 200 canciones. Pero ayer, a las 9.30 de la mañana, un cáncer de pulmón acabó con su intensa vida. El 20 de agosto hubiera cumplido 70 años. La capilla ardiente del cantante y actor se instaló por la tarde en el tanatorio de la M-30 de Madrid y sus restos mortales serán incinerados hoy en el cementerio de La Almudena, a las 13.45 horas.

El rey de la copla de los casetes de gasolinera soñaba de niño con ser torero. Y antes de triunfar en la música, había trabajado en un bar cuando solo tenía 13 años, luego repartió fruta a domicilio y más tarde fue jardinero en Torrejón de Ardoz. Tuvo una infancia difícil --era el quinto de 12 hermanos-- y casi no asistió a la escuela, pero aprendió a leer en la mili y cuando se licenció obtuvo el carnet de taxista. Estuvo al volante durante siete años, una experiencia que supo exprimir en su faceta de actor y que le proporcionó numerosas anécdotas que le gustaba relatar jugosamente.

Posteriormente probó suerte, sin éxito, en la hostelería. Y con el dinero que reunió, se pudo financiar unos discos que él mismo se encargaba de vender en el mercadillo del Rastro. El primero que publicó se tituló Los tres maletillas (1969), y el que alcanzó cierta repercusión, Yo me estoy enamorando (1978), canción con la que debutó en televisión en el Fantástico de José María Iñigo.

LAS PELÍCULAS DE TORRENTE

Empezó a ganarse el sustento como cantante cuando le reclamaron de Pozoblanco (Córdoba) para sustituir a otro intérprete, Pepe Blanco. Más tarde, el legendario Antonio Molina le contrató para una gira de dos meses. Pero el triunfo le llegó a finales de los 70, con La mandanga, y en la década de los 80, con ese "torito que tiene botines y no va descalzo" (del elepé Como un gigante) y el sentido pasodoble A mi madre.

En los 90 le llegó una segunda oportunidad, con la saga de películas de Torrente, dirigidas por Santiago Segura, el policía corrupto que admiraba al Fary. Para Torrente, el brazo tonto de la ley creó otro de sus más sonados hits, Apatrullando la ciudad, utilizado como banda sonora.

El intérprete se interpretó a sí mismo en Torrente 3 e hizo sus pinitos en la tele protagonizando la serie Menudo es mi padre, de Manuel Valdivia, con un papel a su medida: un taxista con muchas penurias que superar. Y durante muchos años, fue un asiduo de los programas de espectáculos de todas las cadenas de televisión, mientras iba encadenando lanzamientos: Dedícame una hora (1990), Tu piel (1991), Tomillo, romero y jara (1992), Mujer de seda (1993), Tumbalero (1995), Menudo es El Fary y Calle calvario (1999), un título que sintetiza los dos sujetos sobre los que edificó su leyenda: el asfalto y las fatigas de la vida.

CON AVA GARDNER

En el 2000 sacó Sin trampa ni cartón y para producirlo creó su propio sello, Carabirubí, con el que impulsó las carreras de fenómenos como la niña Melody (y su inefable El baile del gorila) y la de su hijo, Javi Cantero (Y cuanto más acelero).

El Fary fue mucho Fary. Fue, por ejemplo, el taxista que mejor amortizó su carrera con Ava Gardner como pasajera. Tenía 24 años y cuando la vio salir de un cabaret madrileño le abrió la puerta de su coche. Al cantante le gustaba relatar cómo ella se sentó delante, se la llevó a beber unas copas y a escuchar flamenco a un tablao. Cómo le cantó bulerías en el trayecto, y le acompañó luego al hotel, estando ella ebria. Y cómo volvió al cabo de cuatro días para cobrarle su tarifa (como taxista, claro).

¿Saben por qué siempre El Fary estaba con la sonrisa en la boca? "Porque espero una sonrisa de los demás", contestó el cantante en su última entrevista concedida a este diario.